Temor entre los bañistas de Los Molinucos por el desprendimiento de rocas en la playa
Los pedruscos ocupan parte del arenal y los bañistas más habituales apuntan a los temporales fuertes como «los causantes»
Lines y Carlos van todos los días del verano a la playa de Los Molinucos, si el tiempo respeta. Por ello conocen el peligro. Este ... verano han abandonado su roca de siempre y colocan sus bártulos más cerca de la arena: «A partir de ese saliente me da 'yuyu' ponerme», comenta Lines. Una docena de rocas de gran tamaño se han dresprendido del acantilado a escasos metros del saliente rocoso donde se ponían cada verano durante décadas. Arriba, en ese hueco que ha dejado la piedra, ahora afloran las raíces de los árboles. «Nos gustaba más ponernos ahí, pero por precaución hemos cambiado de sitio», afirma Carlos.
Los pedruscos se encuentran en el lado izquierdo si se mira al mar desde la arena. Los han señalizado con una cinta rojiblanca que cruza veinte metros del lateral de la playa. Aun así ha habido quien ha querido poner su toalla detrás de la cinta, junto a las nuevas inquilinas. «Una pareja se quiso poner ahí y cuando les contamos que estaba señalizado por algo, lo entendieron, nos dieron las gracias y se cambiaron de sitio», dice Carlos. Pero no siempre es así. «Una señora se puso justo al lado, decía que esas rocas ya no se vuelven a caer. Pero yo no me fío», confiesa Lines.
La cinta llega hasta un saliente que muere en el mar. Es el lugar de María Jesús, otra de las bañistas que va cada mañana a Los Molinucos, en su caso desde 1990. Apunta que los temporales más fuertes son los que provocan los desprendimientos. «Los días que el agua entra en la carretera del Chiqui aquí llega bastante arriba, a veces hasta el camino», asegura.
«Yo prefiero alejarme de la pared por lo que pudiera pasar. Esta vez las piedras son muy grandes, así que hay que tener precaución»
María Jesús Bermejo- Bañista
Sin embargo, María Jesús recuerda más derrumbes en la ladera contraria, en esa misma y también más cerca de la arena e incluso casi en la entrada de la playa. «Esta vez las piedras son muy grandes», manifiesta. Pone énfasis en ponerse lejos de la pared rocosa de la playa «por precaución, por lo que pudiera pasar». Además apunta con el dedo a una sombrilla roja: «Donde está puesta esa chica cayeron rocas hace unos años. No me pondría ahí ni loca. Hay que ponerse más adentro», advierte porque conoce el peligro.
La playa ha vivido distintas épocas. «La que va y viene es la arena. Este verano no está mal. Hay meses en los que se ven muchas más rocas y el agua llega casi hasta las escaleras y otros meses y años en los que la arena llega bastante dentro del mar», dice María Jesús. A pesar de ello, a los bañistas habituales, más que la arena, les seducen los salientes rocosos, lejos de la pared y en una zona seca. «Todos hemos cambiado de roca alguna vez, pero siempre venimos a las rocas», afirma.
«Nos gustaba más ese saliente, pero por precaución nos hemos decidido venir aquí, más cerca de la arena. A los que se ponen ahí les avisamos»
Carlos San Juan - Bañista
Uno de los nuevos es Sergio Salazar, el informador de polo blanco que ha contratado este verano el Ayuntamiento de Santander para asegurar las medidas de higiene. «Aquí, al igual que en Mataleñas y aunque venga menos gente, tenemos el trabajo añadido de aconsejar a los nuevos bañistas para que no se pongan cerca de las rocas por precaución». Él conoce la situación de los desprendimientos y ha estado cuando los bomberos han cambiado la cinta rojiblanca que señaliza las piedras. «Cuando la ponían más al borde del agua, se la llevaba la marea. Ahora la han puesto más arriba y ya ha aguantado dos semanas», comenta.
Mientras tanto, ahí permanecen los pedruscos. Desde arriba, en el sendero que bordea la playa y va a Mataleñas, se ve el hueco que ha abierto el derrumbe, que apura a unos centímetros de la valla de madera. Abajo, «los de siempre» volverán cada día «con ojos en la nuca, por lo que pueda pasar».
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