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El dédalo de las dinastías

Nieves Bolado

Santander

Domingo, 26 de agosto 2018, 08:02

Crear una saga política tiene, como los relatos, planteamiento, nudo y desenlace. Los mejores son los de buen final, aunque ya se sabe que la ... tercera generación suele chafar excelentes inicios. Pertenecer a un clan político familiar tiene en principio indudables ventajas por el imán que lo conocido tiene para los votantes y demás cosas de la vida. Es poco extraordinario que los hijos elijan la misma profesión que los padres y en política no tiene por qué ser diferente. Los contactos que proporciona el progenitor –en este caso, el aval político y la influencia en el seno de un determinado partido– son aspectos en absoluto desdeñables. Los continuadores de cualquier linaje político transitan por caminos convenientemente balizados. Llevan en sus manos un navegador que les introduce en el dédalo con menor riesgo. Desde Antonio Maura hasta los Pujol o los Fabra, pasando por los Suárez, los Garrigues, los Cabanillas o los Gallardón, el inventario español es extenso. Pero con cuidado porque el advenimiento de figuras tan peligrosas o peculiares como Donald Trump o Bernie Sanders se debió en parte a que los votantes en Estados Unidos ya estaban hartos de las sagas Bush, Kennedy o Clinton, sin ir más lejos, que se puede.

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