Quince estudios pugnan por el proyecto para urbanizar el terreno liberado por el soterramiento
La movilidad sostenible y la integración de las zonas apartadas por las vías son dos de los retos de futuro planteados en el Europan, que cita a arquitectos de todo el continente
Desde que la integración ferroviaria se traduce en pasos tangibles, Torrelavega encara un debate centrado no sólo en el soterramiento sino en el espacio ... libre que este dejará cuando las vías crucen la ciudad varios metros por debajo de la calle. ¿Qué será de esos terrenos? Su rutina ha estado condicionada por las barreras y los convoyes desde la llegada del ferrocarril del Cantábrico en 1895. Ese día Torrelavega pasó a ser una ciudad partida en dos cada veinte minutos; hoy, 128 años después, empieza a quitarse esa mochila y a perfilar un futuro mucho más accesible, sin fronteras artificiales y, sobre todo, sin barrios aislados. El Ayuntamiento presentó ese reto hace meses en el concurso de ideas Europan, un foro de debate en el que -junto a administraciones estatales, regionales y locales- participan cientos de estudios de arquitectura. Quince de ellos tienen un proyecto para Torrelavega.
Por una cuestión de pulcritud a la hora de hacer las valoraciones, el certamen mantiene la procedencia de esas propuestas en el anonimato. Todo lo que se sabe de ellas es el nombre: 'A Symphony of Nature: Engaging with Diverse Landscapes'; 'Breaking the Gap'; 'Cicatrice'; 'Crossing Paths'; 'Articulation of the urban fabric through nature'; 'Crossing the line'; 'Ecolony'; 'Five Stages In The Park'; 'Grow in Green'; 'Intermodal Fabric'; 'It's wet, it breathes, and buildings dance on it The Butterfly Effect'; 'The Vega is Back; Torrelavegacy'; 'Urban Basin'; y 'Weaving Resilience'.
Y sólo una será la elegida. El jurado fallará de forma definitiva en noviembre; el 4 de diciembre, anunciará los resultados en la página web de la organización europea -europan-esp.es-. Hay un requisito que cumplen todas: el de no crear más barreras. El Ayuntamiento quiere coser la ciudad mediante la integración de un área recuperada: todo el área de influencia que abarca desde el paso a nivel del Paseo del Niño hasta el de Pablo Garnica-. Son cerca de 57.000 metros cuadrados, casi seis hectáreas; y quedarán libres tras el soterramiento.
La liberación de ese espacio atañe, sobre todo, a los barrios que quedan al noroeste de esa línea ferroviaria. La idea es que estos experimenten una suerte de resurgimiento tras más de doce décadas aislados del centro urbano. La forma concreta en la que crecerán de aquí a las próximas décadas aún es una incógnita, pero el Consistorio ha planteado ya algunos ejes: movilidad sostenible, creación de nuevos edificios -de siete plantas como máximo-, liberación del suelo destinado a otros usos, renovación de los sistemas viarios, etc. El Ayuntamiento ya avanzó estas intenciones a los miembros de Europan hace meses, en una visita a la capital del Besaya.
En el desarrollo de estos barrios -como en el de toda la ciudad en general- juega un papel fundamental el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). La renovación del documento se encuentra en la fase final y camino de su aprobación definitiva entre 2024 y 2025, pero los tiempos no convencen al primer partido de la oposición, el Partido Popular. Y menos teniendo en cuenta el Europan. «Este proyecto depende de un PGOU que lleva años paralizado», lamentó su portavoz, Miguel Ángel Vargas, en mayo. Ya entonces, el popular reprochó al alcalde, Javier López Estrada, que no hubiera consultado a la oposición la participación de Torrelavega en este proyecto tan decisivo para el futuro de la ciudad.
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