El último día del Urbanos
La familia Castillo sirvió ayer sus últimas consumiciones tras más de 60 años compartiendo momentos con sus clientes más fieles
Torrelavega despidió este sábado uno de sus bares más emblemáticos: el Urbanos, abierto desde el 2 de agosto de 1963 en pleno centro de la ... ciudad. El establecimiento, regentado durante más de seis décadas por la familia Castillo, vivió su última jornada con las persianas levantadas en medio de un ambiente de cariño, recuerdos compartidos y muchas lágrimas contenidas. Decenas de personas se acercaron para acompañar a Sergio Castillo, el único de los hermanos que seguía al frente del negocio, en este adiós tan simbólico.
«Es imposible no emocionarse. Es toda una vida haciendo lo mismo y no sé hacer otra cosa. Nos vemos en los bares», decía entre abrazos y lágrimas Sergio, agradecido por la enorme muestra de afecto recibida. «Iba antes por la calle y me paraba todo el mundo para abrazarme», confesaba visiblemente tocado por la situación.
El Urbanos echa el cierre por motivos de salud, según explicó brevemente el propio Sergio, que no quiso entrar en más detalles. Otra de las personas que más notará este cierre será Pepita, la matriarca de los Castillo, que a sus 94 años seguía ayudando cada día en el bar, como ha hecho durante toda su vida. Sin relevo generacional que continúe con el negocio, la historia del Urbanos se despide sin un legado a quien pasar el testigo.
Este sábado, junto a Sergio, estaban sus hermanos Pilo y Muñeca y un buen puñado de familiares y amigos. Solo faltó Poty, que no pudo asistir por motivos de trabajo en Salamanca, aunque, según confesó su familia, lamentó profundamente perderse este último día.
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Clientes de toda la vida se sumaron al homenaje improvisado. Azucena Aller compartía su tristeza: «Toda la vida hemos venido aquí. Es una pena enorme. El bar tiene los mismos años que yo». Beatriz San José lamentaba el cierre de otro lugar con historia: «Es una pena porque todos los sitios emblemáticos de Torrelavega están cerrando. Todo está cerrando». Y Sara Sollet, familia directa de los Castillo, resumía la emoción del momento: «Sergio está emocionado, me dice que le dan ganas de llorar, pero es normal. Ha nacido aquí».
El cierre del Urbanos se produce solo un año y medio después de que el local sufriera un incendio que afectó a su planta superior, donde se encuentran los baños y la despensa. En ese momento, dentro del local se encontraban Pepita y Sergio. Afortunadamente, no hubo que lamentar daños personales, pero el susto dejó huella.
Hoy, Torrelavega despide algo más que un bar. Despide un pedazo de su historia. Una barra que fue testigo de generaciones enteras, de charlas interminables, de amistades, de amores y de copas bien tiradas. El Urbanos cierra, pero su memoria quedará en cada conversación compartida entre sus azulejos.
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