El día de la Virgen de la Cama

La Virgen de la Cama obró el milagro de erradicar una terrible epidemia de cólera que afectaba a la comarca. Fue un 22 de agosto de 1855. Desde entonces, los vecinos de Escalante aguardan ansiosos esta fecha para sacar a su patrona en procesión por las calles de la villa. Es un promesa. La hicieron los que presenciaron aquel inexplicable suceso, como muestra de agradecimiento, y la mantienen sus descendientes que, ayer, cuando las agujas del reloj rozaban las siete de la tarde, se acercaban fieles al convento de las Madres Clarisas para solicitar la imagen. Mientras transitaban el camino, los devotos miraban satisfechos a los últimos rayos de sol que esperaron su salida antes de perderse en el horizonte.

Los sones de las campanas anunciaron que era el momento de pasear a la Virgen en medio de una gran devoción y fe. La que le profesaron las cientos de personas que siguieron su estela en medio de un silencio solo interrumpido por el rezo colectivo de La Salve y el paso marcado por la banda de música de San Celedonio. Acompañando a su Virgen, la imagen de San Roque, venerado en una pequeña ermita cercana al convento. Pero la patrona se llevó todas las miradas. Las pupilas de oriundos y foráneos no se despegaron de esta singular imagen que reposa cubierta por un recipiente de cristal.

A los hombros de ocho vecinos recorrió, altiva e imponente, las principales calles de Escalante. Hizo dos paradas, tal y como manda la tradición, en la calle San Juan y en la de Trasmiera. Unos minutos en los que el gentío aprovechó para rezarla y verla de cerca. Presidiendo la comitiva religiosa estuvieron las autoridades políticas, entre las que se encontraba el alcalde, Juan José Alonso y el diputado regional Iñigo Fernández, así como demás representantes de los municipios cercanos. A paso lento atravesó el centro de la villa, tomado estos días por las ferias, para dirigirse a la iglesia de Santa Cruz y recorrer, por último, la avenida a la que da nombre.

Vuelta al convento

Justo una hora después de su salida, a las ocho en punto, sus fieles la 'devolvían' al convento de Santa Clara, no sin antes disfrutar de un baile a cargo del Grupo de Danzas del municipio. Sus miembros la precedieron durante todo el recorrido. Con la imagen en su 'casa', los escalantinos aparcaron el fervor religioso para continuar con los festejos al ritmo de la música de la romería y la verbena, a cargo de la orquesta Diamante.