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Efectivos de DYA Cantabria, el director de Emergencias Castro y el responsable de Protección Civil supervisan la zona de acantilados de Islares.
"En ningún momento noté que tuviera miedo", dice la hija del pescador desaparecido en Islares

"En ningún momento noté que tuviera miedo", dice la hija del pescador desaparecido en Islares

Las labores de búsqueda de Javier se han retomado esta mañana con batidas por tierra, mar y aire, aunque el operativo dependerá de la evolución de la meteorología | Su familia habla de "calvario" la espera "angustiosa" de noticias

Abel Verano

Jueves, 18 de febrero 2016, 07:31

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«Es un pescador honesto, muy responsable, un gran profesional de la pesca. Hace más de diez años que venía a pescar a esta zona de Islares y siempre avisaba a la gente del pueblo. Conocía muy bien el lugar». Así define Esperanza a su marido Javier, el pescador de Noja, de 73 años, que desapareció el pasado sábado en la costa de Islares y del que se sigue sin tener noticias -ni siquiera ha aparecido su caña o algún aparejo-. Junto a su hija Natalia, Esperanza aguarda con «angustia» un «calvario» que no termina de llegar a su fin. Y eso a pesar del amplio dispositivo puesto en marcha tanto por los servicios de Emergencia de Cantabria como los del País Vasco, que se sumaron ayer a las labores de búsqueda. Pero lo cierto es que, de momento sigue sin aparecer Javier. «Sabiendo que tu padre ha fallecido... por lo menos queremos decirle adiós», señala Natalia sin poder contener las lágrimas.

Las labores de búsqueda de Javier se han retomado este jueves. Según ha informado el 112, las batidas se realizarán por tierra, mar y aire si bien la organización del operativo dependerá de la evolución de las condiciones meteorológicas a lo largo de la jornada ya que la costa cántabra permanece este jueves en alerta amarilla (riesgo) por fenómenos adversos hasta las 14.00 horas.

Medio centenar de efectivos participaron ayer en la búsqueda

  • por tierra, mar y aire

  • Por tierra, mar y aire. Medio centenar de efectivos participaron ayer en la labores de búsqueda del pescador de Noja. Por tierra, estuvieron los servicios de Protección Civil Castro Urdiales, Guardia Civil, DYA Cantabria y Cruz Roja; por mar, dos embarcaciones de Salvamento Marítimo, una de la Guardia Civil, una de la DYA y otra de Cruz Roja; y por aire, el helicóptero de Salvamento Marítimo, que se relevó con la aeronave del Gobierno de Cantabria. El dispositivo se amplió a la zona de Vizcaya, con la participación de una embarcación de la Ertzaintza, una de Cruz Roja y el helicóptero de rescate del Gobierno vasco. Los que no pudieron actuar fueron los buzos de Cruz Roja.

Tanto Esperanza como Natalia están recibiendo estos días el apoyo psicológico de los efectivos de emergencias, que están utilizando el albergue de peregrinos de Islares como punto de encuentro y lugar en el que atender a los familiares y amigos de Javier. Natalia, por su parte, está en todo momento junto a los efectivos que realizan la búsqueda por tierra, mientras que su madre espera en el albergue a que lleguen noticias. «¡Está en ese hoyo mi marido, en esa cueva!», exclamaba ayer Esperanza, de 69 años, entre sollozos.

Las dos recordaron a este periódico cómo fue el día en que se produjo la desaparición de Javier. De hecho, lo primero que quisieron aclarar es que no fue el pescador el que llamó para alertar de que estaba en peligro, sino que fue su hija quien le llamó para hablar con él y fue entonces cuando detectó que algo pasaba. «Le llamé sobre las nueve menos diez de la noche para contarle mis historias y me dijo que estaba saliendo y que le estaba costando un poco. Pero nunca llamó para pedir auxilio. Él dio a entender que estaba intentando salir y que le costaba por la olas. En ningún momento detecté que tuviera miedo», relató Natalia.

Esperanza también habló con su esposo, incluso antes que su hija, en torno a las ocho y media. «Le dije: ¿No piensas venir? Y me contestó que lo estaba intentando pero que se estaba poniendo malo (el tiempo). De repente se cortó la llamada», cuenta la mujer.

«Creemos que se ha caído»

Al detectar que algo «iba mal» y después de intentar hablar de nuevo con su padre sin éxito, Natalia llamó a su madre para preguntarle dónde iba a pescar Javier, en qué zona. Y fue entonces cuando decidió avisar al 112 de Madrid, que a su vez se puso en contacto con su homólogo de Cantabria, quien puso en marcha el dispositivo de búsqueda. «Si me dice estoy aquí y estoy mal, hubiese llamado a los bomberos... Incluso él podía haberlos avisado. Pero hubo alguna frase que no me sonó bien y entonces pensé que algo estaba pasando», cuenta Natalia, que, sin dudarlo un segundo, cogió el coche y vino desde Madrid a Islares para buscar a su padre «que podía haberse caído o estar con hipotermia».

De hecho, ayer, tanto Natalia como su madre tenían la esperanza de que Javier estuviera en alguna de las cuevas que hay en la zona rocosa de Islares y a las que no se había podido acceder ante las malas condiciones meteorológicas. El problema es que los buzos que se desplazaron ayer hasta el lugar no pudieron ampliar la búsqueda ante la «escasa visibilidad». «Creemos que se ha caído y que está en alguna cueva», insistía Natalia, sin descartar que las olas hubiesen podido arrastrar a su padre mar adentro.

«Esta zona le encantaba y la conocía muy bien. Solía venir a pescar jibiones con su caña», relataba ayer la mujer de Javier en medio de un dispositivo que -a pesar de ampliarse por mar, al contar con unas condiciones meteorológicas favorables- no dio sus frutos. Hoy se retomarán las labores de búsqueda por tierra, y por mar y aire si el tiempo lo permite, con la esperanza de que aparezca Javier y sus familia y amigos puedan darle descanso.

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