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La plantilla del Textil Santanderina celebra en la cancha del Río Duero Soria la tercera permanencia consecutiva en la Superliga Masculina de voleibol. :: david bernal
El mayor orgullo de un pueblo
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El mayor orgullo de un pueblo

Con apenas 120.000 euros de presupuesto, los de Cabezón han cuajado su temporada más tranquila en la máxima categoría del voleibol en España

Marco García Vidart

Domingo, 5 de marzo 2017, 08:06

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«Pero si es como el barrio en el que está nuestro pabellón...». Los jugadores del Barça de voleibol, ascendidos esta temporada a la Superliga, no daban crédito cuando el 15 de octubre arrancaban la competición en Cabezón de la Sal. Alguna vez habían coincidido con el Textil Santanderina, pero en categorías más bajas. Y les extrañaba cuando les decían que el pueblo tenía poco más de 5.000 habitantes y el municipio, unos 8.000. «Se quedaban 'flipaos'», dice entre risas Fernando Gutiérrez, el secretario del Textil Santanderina. Lo que asombra quizá más es que el equipo más humilde, el que se pega con conjuntos de capitales de provincia o con megaciudades como Barcelona, siga entre la élite del voley español. Ayer, quedó sellada la tercera permanencia consecutiva del Textil Santanderina. Y la más holgada, ya que se barruntaba desde hace varias jornadas gracias a la extraordinaria temporada de los cántabros. Pero el logro, lejos de ocultar el asombro, lo amplía hasta el infinito. Cabezón de la Sal contra Almería, Palma, Barcelona, Sevilla... Casi todos los de la Superliga juegan, cuanto menos, en capitales de provincia.

El éxito del nuevo milagro tiene la misma receta que los dos anteriores. Toneladas de ilusión, de trabajo desinteresado a raudales... Y de seriedad al máximo. «Los jugadores que vienen saben que lo hacen a un equipo humilde, pero que siempre cumple», apostilla Gutiérrez. Como se suele decir, humildad no, lo siguiente. El Textil Santanderina tiene, para todo el club, 120.000 euros de presupuesto. «Y casi 30.000 se lo llevan cuatro viajes, a Las Palmas, Melilla, Ibiza y Palma». El desplazamiento más cercano es Soria para el único equipo del norte de España en Superliga. Aún así, esa directiva que no cobra un solo euro sigue teniendo por bandera hacer más que asequible ser socio del equipo. «Las entradas cuestan cinco euros, pero el carné de socio para toda la temporada, 15». Quien no es abonado del Textil es porque no quiere.

La planificación, clave

La temporada del Textil Santanderina ha ido rodada. Tanto que incluso el equipo llegó a coquetear con la clasificación para la Copa del Rey. «El éxito ha venido por la planificación. Esta vez, pudimos hacer la pretemporada con el equipo ya formado». José Ignacio Marcos cumple su séptima temporada en un Textil Santanderina que se ha ganado ya «el respeto» de todo el voleibol nacional. «Porque, por un lado, los jugadores ya quieren venir a jugar aquí. Y por otro, cuando nos visitan los equipos grandes, ya vienen con todo. Sin reservar a nadie». Esta vez, el grupo ha sido menos 'piña' que en campañas anteriores, «debido a la mayor cantidad de gente nueva que había». Algunos, como los cuatro brasileños, han alucinado con «mi forma de trabajar, que llama un poco la atención», apostilla Marcos. Esa que lleva a arriesgar más de la cuenta sobre todo en la táctica. «Al principio me dicen que si estoy loco», añade entre risas. Pero los resultados avalan a uno de los grandes hacedores del éxito del club. «Marcos es un 'animal'. Con él hemos dado un salto de calidad enorme», rubrica Fernándo Gutiérrez.

Junto a esa planificación, Marcos destaca al gran pilar del éxito de esta campaña. «El público», afirma sin dudarlo un segundo. El Matilde de la Torre amenaza con quedarse pequeño dentro de muy poco. Porque no sólo la gente de Cabezón y el municipio va a ver a su equipo, «sino también de otros lugares de Cantabria e incluso de fuera de la región», añade el preparador de los cabezonenses. El tirón de voley también se está notando en el gran aumento de jugadores en las categorías inferiores del equipo. Y ahí aparece uno de los lunares en esta historia de cuento. «Ya tenemos dificultades de organización. Sólo hay un pabellón para todos y hay que hacer encaje de bolillos. A principio de temporada, el equipo de Superliga tuvo que entrenar algunos días entre las dos y las cuatro de la tarde», comenta el técnico. También faltan entrenadores para atender a todos los equipos de chiquillos y los jugadores de Superliga refuerzan el vínculo con la cantera echando una mano en las sesiones.

Con la permanencia asegurada toca disfrutar lo que queda de temporada y ponerse a trabajar en la preparación de la siguiente. Y a Cenicienta le gustaría dar un paso más en el baile. Si a ese apoyo de Textil Santanderina casi único en el deporte español -«es que llevan 41 años con nosotros», dice con orgullo Gutiérrez- se le uniese el de otras empresas o entidades públicas, en Cabezón habría licencia para soñar. «¿Y por qué no jugar competición europea? Aunque sea un año. Es que en esta temporada vamos a quedarnos cerca», estima el secretario del club. «Además de Textil Santanderina, nos hace falta alguien que crea en nosotros». Si ese alguien se apunta al viaje, se encontrará con el equipo del municipio más pequeño en las grandes ligas españolas. Ese que, en su primera temporada en la Superliga, llamaban 'el Textil de Santander' porque nadie creía que pudiesen ser de un lugar tan pequeño. Pero a fuerza de orgullo y trabajo bien hecho, Cabezón de la Sal es una ciudad importante, y no un pueblo, cuando se habla de voleibol.

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