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Un despertar oportuno

Un despertar oportuno

El Racing aburrió en una soporífera primera parte, pero logró superar al Somozas al mejorar tras el descanso

Sergio Herrero

Domingo, 6 de marzo 2016, 16:49

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El Racing se durmió ayer y llegó tarde al compromiso frente al Somozas. Se le pegaron las sábanas y aburrió al respetable durante cuarenta y cinco minutos para olvidar. Qué sopor. Por suerte, a los de Pedro Munitis les sonó el despertador a tiempo para vestirse de gallo y solventar la papeleta. Una victoria, otra vez, con dos caras muy diferenciadas. La fea, con legañas en los ojos, durante la primera mitad. Y la más sonriente, tras mojarse bien el rostro en el vestuario en el tiempo de descanso.

El talento y la imaginación deben ir siempre acompañados. De lo contrario, el resultado será algo muy común. Nada fuera de lo normal. El entrenador racinguista quiso poner sobre el césped a sus artistas para contrarrestar lo que se preveía como una encerrona del Somozas. Líneas juntas y a la cueva. Migue García, Artiles, Álvaro Peña, Dani Rodríguez, Dioni... Pero el Racing mostró la misma falta de ideas de prácticamente toda la temporada.Durante la primera mitad el partido fue como una de esas películas de miedo y suspense de los años ochenta y principios de los noventa con insectos gigantes como protagonistas principales. Ninguno de ellos subió a recoger un Oscar, pero ayer se dejaron ver por los Campos de Sport. Sobre el césped, algo así como Aracnofobia o El ataque de las arañas. Los jugadores con camiseta verdiblanca, atrapados sobre una densa tela tejida por el técnico Stili. Y en la grada, La Mosca, pero la tse-tse, porque el público, entre el frío y la somnolencia, no pudo más que taparse lo máximo posible y sestear mientras los minutos pasaban sin sucesos que reseñar. Si en Pontevedra el problema del Racing fue la falta de acierto, antes del descanso no hubo ni oportunidad de atinar o fallar. Una sola ocasión tuvieron los cántabros. Fue en el minuto 31. Dani Rodríguez alcanzó la línea de fondo y puso el balón atrás. Borja Granero, con un control orientado, se zafó de un rival y su remate final, en caída, se estrelló en el cuerpo de Mandaluniz.

El Sardinero es el Santiago Bernabéu de esta Segunda División B. Cabeza de ratón. Siempre hay prisas. Y más para un Racing que prometía dominar en esta categoría y se tiene que conformar con luchar, cada domingo, como uno más. Además, sin relajación posible. Si bien el primer puesto está olvidado, los perseguidores aprietan fuerte. Nadie se ha parado a pensar todavía por Santander qué puede pasar si los verdiblancos no entran en el play off. No entra en los planes, pero... Por eso, por la impaciencia y la falta de ideas, uno cuantos valientes desafiaron al frío para mostrar su descontento con lo visto. Silbidos. Una música de viento que se vio acrecentada con las dos ocasiones que tuvieron los gallegos. Casi consecutivas y con el mismo protagonista. Un remate de cabeza de Antas golpeó en César Caneda y se marchó muy cerca del poste de la meta racinguista. A la salida del posterior saque de esquina, de nuevo Antas aprovechó un resbalón de su marcador, Álvaro Peña, para cabecear totalmente solo. Por fortuna, lo mandó centrado, directo al lugar donde se encontraba Óscar Santiago. Visto lo visto, el presidente del Barakaldo líder del grupo II, Orlando Sáiz, que veía el partido en la grada, debía estar pidiendo ya al Racing como posible rival en una hipotética eliminatoria por el ascenso a Segunda División.

Otras intenciones

El descanso era el momento de volver a empezar. Partido nuevo. Un planteamiento distinto y muchos cambios. Vamos, reescribir el guión para rodar una película diferente. La de la primera parte solo podrá ser utilizada en las clínicas del sueño para tratar a los insomnes. Tras la reanudación, el Racing se pareció un poco más a lo que vaticinó Pedro Munitis en la rueda de prensa previa. «Será un partido para madurarlo», comentó el técnico del Barrio Pesquero.

Al menos se vieron otras intenciones. Tentativas mucho más originales para soltarse de la tela de araña. Sin muchos alardes tampoco. Que nadie vaya a pensar que el Racing de la segunda mitad fue El renacido. Simplemente mejoró y sus ideólogos tuvieron alguna que otra ocurrencia positiva. Hubo dos ocasiones muy similares. La primera, tras un centro chut de Dioni que Dani Rodríguez no llegó a cabecear. Poco después, el asistente fue Álvaro Peña y el rematador Pumpido. El golpeo a bocajarro se topó con el cuerpo de Mandaluniz. El argentino no pudo completar su tercer encuentro consecutivo como titular y viendo puerta.

Dani Rodríguez reconoció a este periódico hace unos días que quería ser «más decisivo». El mejor juego del Racing ha coincidido con sus actuaciones más destacadas y cuando más ha brillado el de Betanzos es cuando ha aparecido por el medio. Exiliado en la banda el equipo le echa de menos. El gallego despertó a sus compañeros y al estadio. Avisó con un remate forzado que tocó el meta visitante y pegó en la parte exterior del poste. Pero ya se sabe que al chaval lo de marcar goles insulsos no le motiva. Se coló en el área, levantó la cabeza y la incrustó en la escuadra del palo largo.

César Caneda tuvo que ser atendido y se pasó varios minutos en la banda intentando llamar la atención de un colegiado que se hizo el sueco. Mientras, el Racing pasaba apuros en inferioridad numérica. Metido en su área ante el momentáneo acoso rival. La ofensiva terminó en córner para el Somozas. Óscar Fernández, que recién había entrado en juego, puso remedio a todos los males. El de Piélagos agarró el despeje de la defensa tras el saque de esquina. En su campo. Y arrancó con la portería entre ceja y ceja. Cada paso del canterano fue como un leve recuerdo de tiempos mejores. Setenta metros. Óscar alcanzó la frontal, se emparejó con el más rápido de los gallegos, Leuko, le rompió la cintura y se metió en el área. Como un toro. Todavía le quedaron fuerzas para batir con calma a Mandaluniz. Un golazo. La somnolencia se convirtió en sueños de cuando la Primera División pasaba cada quince días por los Campos de Sport.

Por minutos, el Racing se gustó más. Se pareció a si mismo. Óscar Fernández se creció, volvió a desbordar por la derecha y cedió atrás a Dani Rodríguez, que estrelló la pelota en el larguero. Y Facundo Pumpido remató con violencia un centro de Borja Docal, pero el esférico se marchó por encima del travesaño.

Los últimos intentos gallegos de maquillar el resultado no alteraron la tardía alegría de los racinguistas que soportaron estoicamente la primera parte. La película terminó con final feliz. El Racing aguanta elarreón de sus perseguidores, aleja a Pontevedra y Cultural Leonesa a siete puntos y recorta dos al Racing de Ferrol el líder marcha a nueve, por lo que pueda pasar. Ahora toca refrendarlo con un triunfo a domicilio. Ese ganar de forma consecutiva que tanto lleva prometiendo Munitis.

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