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Desde la izquierda, José González Soberón, Moisés Osoro y Bernardo Fernández. Todo lo que sea ir a mejor les viene bien. :: COTERA
CANTABRIA

Un rayo de optimismo

Que nadie se lance a empadronarse en Aguayo, ayuntamiento rico y generoso. Para recoger alguna prebenda habrá que estar registrado de dos a tres años. Expectación en San Miguel de Aguayo y Bárcena de Pie de Concha por la millonaria inversión anunciada por E.ON para la central hidroeléctrica del lugar

Violeta Santiafo

Domingo, 13 de marzo 2011, 17:59

Aquí juventud hay poca... pero perros, jubilados y vagos, todos los que quiera». Bromea Moisés Osoro, veterano de San Miguel de Aguayo, y no es el único que lo hace: un rayo de optimismo recorre Aguayo y Bárcena de Pie de Concha, municipios que compartirán la fortuna con que les iluminará E.ON, compañía que acaba de anunciar una inversión multimillonaria para producir más energía desde Cantabria. También de cachondeo ha recibido ya el alcalde de Aguayo, Alberto Fernández, varias llamadas de amigos y conocidos que le han pedido empadronarse y así poder pillar algo de lo que vaya cayendo. Aunque no precisamente de guasa ha recibido otras (15 ó 20), de gente postulándose para uno de los mil empleos que la eléctrica alemana cree que generará.

Que algo se traía E.ON entre manos se lo barruntaban desde hace unas semanas en la zona y, en febrero, lo desveló EL DIARIO MONTAÑÉS. La antigua Viesgo convertirá su central hidroeléctrica de Aguayo en la segunda más potente del territorio nacional tras gastarse 600 millones de euros y, lo que para algunos es más atractivo, la ampliación de las instalaciones se hará con un bajísimo impacto visual, algo de agradecer para una zona que se han mantenido en conserva. Cierto es que todavía habrá que esperar siete años para que se haga realidad el plan, pero la expectación ya se ha disparado. Sólo con el otorgamiento de las licencias de obra, el municipio obtendrá un notable aumento de sus, de por sí, sustanciosos ingresos, procedentes del alquiler de los terrenos del embalse de Alsa a E.ON. Cada año sus 167 residentes reciben una renta de medio millón de euros por ese concepto. Cierto que hay unas gotas de escepticismo, si bien pesa más la alegría de saber que habrá trasiego de obreros y camiones, necesidades de la gente que vendrá de fuera...

«Todo lo que sea movimiento y trabajo es bienvenido». Se pone serio Moisés Osoro, sentado junto a José González Soberón y Bernardo Fernández al reflejo de sol por la tarde en una leñera abierta. Los tres conocen los planes de la multinacional por lo que han leído en los papeles y alucinan con el interés que ha despertado. Se les nota contentos y se toman al pueblo a chirigota total: «Si lo quieren inundar para hacer otra presa, que lo inunden... y que nos lleven a vivir a un sitio mejor» pide con retranca Osoro. Quizá quiera decir sin tanta nieve en invierno, que allí carga por metros. O sin lobos al acecho, porque cada año en Aguayo se gastan de 7.000 a 8.000 euros en indemnizar los daños que causan.

Contabiliza 10 u 12 hombres en el paro en el municipio «y si meto a las mujeres, nos iremos como a 18 personas sin trabajo. Un empleo para toda esta gente sería lo más interesante. Porque entre mil puestos van a necesitar un poco de todo y aquí sería muy importante que no se cierren más casas».

El lugar sufre los achaques de la edad. Casi un tercio de los vecinos pasa de los 65 años y sólo hay 12 ó 14 chavales que no han cumplido los 15. Ahora hay tres o cuatro viviendas en venta, pero que nadie se anime a ir para allá pensando en recoger alguna prebenda de este ayuntamiento rico y generoso desde que llegue: una ordenanza municipal establece que, para tener derecho a los viajes y regalos que se reparten entre los vecinos gracias precisamente al canon que E.ON paga cada ejercicio, medio millón de euros, hay que aguantar un año en el registro local. Y avisa Fernández de que este plazo se ampliará, para evitar picarescas, a dos o tres años. No quiere arribistas.

Aguayo es millonario, lo que no evita que aparezca varado en el blanco y negro, y sus habitantes deben ser gente de carácter, si hay que atender a los dos o tres que coinciden en que son pocos y mal avenidos. Dice la estadística que es el pueblo de la región donde el ayuntamiento más euros maneja por vecino y el consistorio hace exhición de poderío con regalos a tutiplén en fechas señaladas, carga de leña gratis y un viaje anual para todo el que quiera de una semana de duración sin que haya que echar mano a la cartera.

Pero nadie diría que se encuentra en un sitio de posibles cuando lo pisa. Ni un bar, ni un restaurante, ni una casa rural y todo un poco al descuido. El alcalde es consciente de las carencias. «Hay cosas difíciles de arreglar porque los animales andan sueltos y lo deterioran todo. Y, luego, la gente no te da ni un centímetro de terreno. Lo quieren cobrar al doble o triple de lo que vale». Alberto Fernández, de 37 años, acaba de cambiar las siglas de su chaqueta para las próximas elecciones municipales (pasa del PP al PRC) y tiene grandes planes si vuelve a resultar elegido, más ahora a la nueva luz de E.ON.

Aunque sus convecinos, básicamente, lo que piden es trabajo para los jóvenes. «Y la luz gratis», reclama Fernando Conde, apoyado en la mitad de la puerta de su casa y quejoso de que la Confederación del Ebro hizo obras por el pueblo y dejó atrás destrozos varios. O la familia Fernández Sainz, satisfechos con lo que viene y, al tiempo, tirando de ironía: «¿Será para bien o para mal?», se pregunta el patriarca, Fernando.

En Bárcena de Pie de Concha, el municipio colindante, hay menos chiste. Allí ven pasar la fortuna por delante de sus narices y apenas la tocan: comparten con Aguayo las instalaciones de E.ON. Pero la actividad puramente industrial se queda del lado de Aguayo «y a nosotros sólo nos quedan las migajas», lamenta Manuel Terán, prejubilado de la compañía. Se refiere al canon anual, que a ellos ni les roza pese a que, cuando empiecen las obras para la nueva central dentro de cuatro años, será Bárcena la que absorba todo el paso obligado de vehículos pesados.

Tampoco le impresiona a Terán lo del millar de puestos de trabajo «porque la gran mayoría no se crearán en Cantabria. Serán para ingenieros, consultoras, grandes constructoras que, a lo mejor no son ni de aquí... Si se tiene que hacer una turbina, a lo mejor la traen de Alemania». A los lugareños, sólo les quedará «aprovechar lo que se genere en los servicios el tiempo que dure la construcción», ya que la ampliación industrial tampoco conllevará muchos más empleos en la central, que ahora contabiliza una veintena y sólo la mitad de forma directa. Por eso espera que el Ayuntamiento sea «hábil» a la hora de negociar con la eléctrica.

«Habrá que sacarles algo»

Esa idea tiene el alcalde José Félix de las Cuevas, del PP, que a sus 82 primaveras se presenta de nuevo, tras 36 años de máxima autoridad municipal. «Habrá que sacarles algo», dice con sonrisa de que hasta lo tiene pensado y sin soltar prenda. «Aquí hay mucho que hacer todavía». Le apena que los pueblos «se han ido quedando. Se vivió muy bien con el trabajo que daban Viesgo, Renfe, Molledo Portolín...». De las Cuevas no ha olvidado todos los billetes que cambiaron de dueño en Bárcena con las sucesivas construcciones en la central o la autovía. «Hubo empleo y bueno es que se muevan las cosas. Hubo años en que esto era como Montecarlo: corría el whisky, no había un solo piso vacío, los restaurantes estaban llenos y se hicieron habitaciones para obreros hasta en las cuadras. A ver si pescamos algo también esta vez».

Delmi Rosa, propietaria del estanco, quiosco, perfumería, juguetería, mercería y librería, sueña con lo mismo. Lleva más de tres lustros detrás del mostrador y estos dos últimos años han sido «los peores» para su caja registradora. «Espero que haya oportunidades para los jóvenes y para los de mediana edad que están en el paro, porque esto está muy muerto y la gente se marcha».

A Gerardo Sañudo, propietario del restaurante 'La Calzada', el anuncio de E.ON no le cogió por sorpresa y está encantado, si bien sabe que el millar de empleos a crear no serán todos a pie de obra, dice que «la ampliación será muy positiva». Y lo que traiga consigo, «muy necesario para el valle». Más para la hostelería, que sufre los rigores del clima, la crisis, la ley antitabaco. Sañudo exhibe optimismo. Como la propia E.ON, que se ha vuelto a fijar en el salto de agua de Aguayo para repetir la frase 'Hágase la luz' con la que se inició el mundo. Aunque a Moisés Osoro, de Aguayo, le sobran las metáforas, la poesía y las leyendas bíblicas: «Mientras den dinero y se viva mejor...»

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