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Cliente informándose sobre fórmulas de financiación en el la última edición de Expo Vivienda Cantabria. :: JAVIER COTERA
CANTABRIA

Decenas de hipotecados demandan a sus bancos por contratos engañosos

En Cantabria hay ya dos sentencias a favor del demandante y cientos de afectados por la venta fraudulenta de derivados financieros asociados a sus créditos

MARIÑA ÁLVAREZ

Martes, 17 de mayo 2011, 09:38

Si los que se hipotecaron hace unos tres años ya se sentían un tanto 'primos' por atarse de por vida con el banco con el precio del dinero por las nubes, el desplome de los tipos de interés que vino con el llamado 'crack' de 2008 tampoco les aligeró la carga. Al revés. Muchos se empezaron a dar cuenta de que en sus contratos había unas cláusulas incomprensibles que les obligaban a pagar más mientras el resto de los mortales pagaba menos. Sin saberlo, habían apostado con el banco a que los tipos no bajarían de tal nivel, pensando que lo que firmaban era un seguro contra las subidas, muy útil, pensaban entonces, ante el escenario alcista que había. Pero vaya si bajaron.

Así y todo, aunque muchos tiemblan solo de pensarlo, se puede luchar contra el banco. Y comienza a haber batallas ganadas en los juzgados. En Cantabria, de momento, dos. Y hay decenas de demandas en trámite y muchas más reclamaciones extrajudiciales que, de no prosperar, acabarán también en los juzgados.

Así funciona: los bancos nunca pierden, y en las apuestas tampoco. Se cuidaron de colocar estos productos en el momento en que los tipos estaban en máximos, superior al 5%. Que subía unas décimas el euríbor, el cliente recibía unas pequeñas cantidades de dinero. Que bajaba, era el cliente el que pagaba al banco la diferencia. Al final, con el desplome de tipos, el hipotecado ha acabado pagando, además de las cuotas mensuales de su crédito, unas cantidades enormes cada vez que le toca revisión.

Tiene nombres mil, y suenan a virus informático: swap, clip, bono clip, IRS, permuta financiera... Desde el año pasado están provocando una avalancha de demandas de afectados por unos contratos que, en la mayoría de los casos, ni siquiera sabían que habían firmado ni, mucho menos, en qué consisten realmente. Se han presentado miles de reclamaciones en todo el país y ya hay más de 150 sentencias de los juzgados de primera instancia y de las audiencias provinciales declarando la nulidad de los contratos y obligando a los bancos a devolver las cantidades que habían recibido de dichos productos.

En Cantabria, es difícil calcular el alcance de los swaps, pues no existe un cómputo general de quejas -depende de a qué instancia se dirija el afectado-. En la asociación Ausbanc contabilizan unas cien, que han derivado en una treintena de demandas interpuestas. Y ya hay, eso sí, dos victorias en los juzgados y varios juicios señalados para los próximos meses.

Pilar Lanza es la abogada que ha llevado el primer caso ganado en Cantabria contra un banco por la colocación de un swap, y a su despacho han llegado unas 25 consultas relacionadas con este problema, «aunque la gente sigue teniendo miedo a reclamar», explica. Pero el ejemplo de la sentencia, que en marzo dio la razón al demandante, puede servir para animar a los temerosos de enfrentarse a Goliat.

La sentencia la dictó el Juzgado de Primera Instancia nº 6 de Torrelavega contra Banesto, declarando la nulidad de un contrato de permuta financiera suscrito con un hostelero de la ciudad. El fallo también obliga al banco a devolverle el dinero que obtuvo de este contrato, en este caso más de 15.000 euros.

En este tipo de contratos se juega con la confianza que el cliente tiene con su empleado de banca de siempre, que le convence -siguiendo directrices de la empresa- para contratar un producto con frases como «te va a beneficiar», «es para que la cuota no te suba» y éste accede porque se fía, sin más indagaciones. De hecho, el demandante en esta sentencia era una pequeña empresa propietaria de una cafetería en Torrelavega, cuyos administradores son una persona sin estudios universitarios y un chino que apenas habla español. Firmaron una hipoteca de 370.000 euros para pagar el local y Banesto «aprovechó para que firmaran también la permuta financiera por el mismo valor nominal, indicándoles que se trataba de un seguro que les protegería frente a las subidas de tipos», explicó la abogada. Se trata de una «venta fraudulenta y engañosa», pues no se informa de los riesgos que acarrea, ni que es un producto independiente de la hipoteca o el crédito solicitado, ni que es especulativo y que conlleva un elevado coste para el cliente. Además, los swaps están catalogados como productos no aptos para minoristas, «sino para clientes profesionales con conocimientos específicos o experiencia inversora». Nada que ver con el hostelero y su administrador chino.

La otra sentencia dictada en Cantabria la emitió el Juzgado de Primera Instancia nº 5 de Santander, que recogió el allanamiento de Barclays ante una demanda por un 'collar de tipos de interés' -otro de sus nombres-.

Aunque los afectados se sienten estafados los abogados no recomiendan utilizar la vía penal «porque hay que imputar a alguien, no a una entidad, y el problema es demostrar la intención de engañar. Y, en realidad, ¿interesa meter en la cárcel al gestor o recuperar tu pasta?». Lo dice la delegada de Ausbanc en el País Vasco, Marisa Gracia, que cubre buena parte de las comunidades del Norte y ha atendido, hasta ahora, «unas cien consultas de cántabros». La mayoría, «un 90%», dice, derivan en la apertura de un expediente extrajudicial y, de momento, ya ha interpuesto una treintena de demandas. Todas por la vía civil, solicitando la nulidad del contrato. Y, aunque en Cantabria haya solo dos ejemplos, la tendencia en el resto del país es a dar la razón al demandante. Hay hasta una Asociación de Usuarios Afectados por Permutas y Derivados Financieros, que cuelga puntualmente en su web (www.asuapedefin.com) cada batalla librada en los juzgados y sirve de foro para afectados y abogados especializados en la materia.

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