La costa de Santander, laboratorio de un proyecto europeo de gestión del litoral
Investigadores del IH han reconstruido la dinámica marina de los últimos 60 años en Cantabria para estimar los efectos futuros del cambio climático
TEODORO SAN JOSÉ
Lunes, 7 de enero 2013, 08:57
La costa de Santander, junto a su bahía, está sirviendo como escenario teórico de un proyecto europeo con el que prevenir y evaluar los efectos del cambio climático sobre el litoral. El propósito es dotar de una herramienta informática a quienes, en el futuro, gestionen la costa porque el paulatino incremento del nivel del mar aumentará el riesgo y la frecuencia de inundaciones. Y consiguientemente, el de daños y su coste. «El nivel del mar está subiendo en el Cantábrico a una media de 2,5 milímetros al año. A esa velocidad el mar puede crecer en esta zona unos 10 centímetros en treinta años», explica Fernando Méndez, profesor de la Universidad de Cantabria (UC) e investigador del Instituto de Hidráulica (IH), «y eso multiplica la erosión costera».
Desde hace tres años un equipo multidisciplinar de expertos en dinámica marina, clima, riesgos y vulnerabilidad y tecnología de la información opera desde Cantabria como parte de un trabajo europeo. Se trata del 'Proyecto Theseus', un ambicioso plan que lidera la Universidad de Bolonia y en el que el IH de la universidad cántabra aporta la codirección y el estudio de uno de los ocho escenarios europeos sobre los que se está trabajando y tomando como modelo.
«El objetivo del proyecto es estimar por adelantado los efectos del cambio climático en la costa asociados a inundaciones y erosión», dice Méndez, integrante de ese equipo. Pero para evaluar ese riesgo futuro antes han debido «conocer y aprender del pasado. Es decir, entender lo que sucedió para reproducirlo».
180 temporales
Y así lo han hecho. Han sido capaces de reconstruir hora a hora el comportamiento del mar en los últimos sesenta años. «Desde 1948 para acá hemos reproducido el oleaje y el nivel del mar que ha habido en Santander y también cómo ha evolucionado la atmósfera», explica el investigador.
Sus fuentes han sido el mareógrafo del Instituto Geográfico Nacional en La Magdalena, las boyas de la Red Vigía y la monitorización de la bahía con que cuenta la UC, además de otros archivos y referencias. No sólo han modelado el oleaje sobre la costa y la bahía santanderinas en todo este tiempo. Han reconstruido los 180 temporales más dañinos que han acontecido en esas seis últimas décadas. Sus modelos teóricos informáticos han coincidido con los reales. Y con ese bagaje trabajan en hipótesis sobre qué pasará en el futuro.
«Se trata de un simulador de eventos de inundación en la costa de Santander», explica Méndez, con el que pueden reproducir y estimar los efectos y las áreas inundables o más expuestas en determinadas condiciones de incremento en el nivel del mar. Y en ello están. Disponen ya de la herramienta informática preparada para evaluar las consecuencias a futuro, aunque falta por concretar las proyecciones a lo largo de este siglo. Pero esos resultados se conocerán en un año.
Aumenta el riesgo
Sí tienen medido que en los últimos cien años el nivel del mar ha subido en Santander 20 centímetros. «Nadie se ha dado cuenta. Quizá porque había menos zonas vulnerables y expuestas. Pero ahora es muy diferente», explica Méndez, porque, además de haber aumentado la población, los usos y la ocupación del territorio, el oleaje ha cambiado de magnitud y dirección. Y, por añadidura, la intensidad de los temporales ha ido en aumento. En el interior «la bahía no tiene demasiado riesgo de inundación», apunta el investigador, «aunque la paulatina subida del nivel del mar sí podría afectar algo más».
A razón de una media de 2,5 milímetros de aumento en el nivel del mar, al cabo de 30 años esa línea estará unos 7 centímetros más arriba. Y de aquí a medio siglo, entre 12 y 15 centímetros. Pese a que la variación parezca de escasa importancia, a escala científica se traduce en otras magnitudes. Por ejemplo, que por cada centímetro que sube el nivel del mar, la playa retrocede un metro. «Y no sólo eso. Un problema añadido es el retroceso de la línea de costa y el rompiente de las olas. Como consecuencia, las olas llegan más fácil y producen más daños en la costa», explica el investigador del IH, quien recuerda que las playas son el mejor elemento de protección de la costa.
De modo que la franja de playa seca va a ir en paulatina disminución en las zonas más expuestas, como podría suceder en las playas de El Sardinero, con lo que podría verse afectado el turismo de playa y las construcciones en primera línea. Y lo que sucede en La Magdalena es un ejemplo de ese efecto de retroceso.
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