«Los mayores necesitamos dedicarnos tiempo»
Aurelia Gutiérrez Pellón - Voluntaria en Reinosa ·
Acompaña a las personas del Centro de Rehabilitación de Ascasam y disfruta de los talleres en el Centro Social de MayoresLa vida de Aurelia Gutiérrez Pellón (Santa Olalla de Valdeolea, 1952) cambió de manera radical cuando se apuntó al Programa de Mayores de la Fundación 'la Caixa', del que ella se beneficia a través del Centro Social de Mayores de Reinosa, como usuaria, y del Centro de Rehabilitación Psicosocial de Ascasam, como voluntaria. De esta segunda actividad, saca lo mejor de sí, al recibir una gran satisfacción a cambio de la ayuda que aporta a los demás. De la primera, «ha supuesto que me sienta infinitamente mejor. He descubierto que la vida puede cambiar a mejor, dedicando tiempo para mí, para las cosas que me gustan, como escribir poesía».
-¿Cómo llegó a ser voluntaria?
-Hace años que colaboro con entidades como Cáritas o Aldeas Infantiles, además de con todo aquel que veo que pueda necesitar mi ayuda. Me cabrea mucho que haya gente con tanta necesidad y que podría solucionarse tan solo con que todos diéramos un poquito, un mínimo. En cuanto al Programa de Mayores de la Fundación 'la Caixa', el coordinador de las actividades del Centro Social de Mayores de Reinosa, David, me propuso ser voluntaria en el Centro de Rehabilitación Psicosocial de Ascasam. La verdad es que no me supuso ningún esfuerzo. Somos un grupo de seis personas que nos llevamos muy bien y que nos divertimos mucho ayudando a los demás.
-¿Qué tipo de actividades desarrollan con ellos?
-Nuestra misión es que los usuarios estén entretenidos, romper su rutina, que vean caras nuevas y que hablen de cosas diferentes. Así que, dependiendo de la época del año, nos preparamos con antelación un tema, que nos indica David. para después sacarlo durante el encuentro. Por ejemplo, acertijos, rimas, sobre las fiestas de los pueblos en los que vivieron, sobre sus recuerdos jóvenes...
-Y en esta época de pandemia, ¿cómo se arreglan?
-Igual. Nos siguen marcando los temas y nosotros grabamos audios en casa con los refranes, chistes o acertijos. Se los hacemos llegar y él los entrega en el centro de Ascasam. Así ellos están entretenidos, pero yo también.
-¿Qué le proporciona esta actividad de voluntariado?
-Una gran satisfacción, que no se paga con nada. No hay dinero que me haga sentir tan bien. Ver cómo otros disfrutan tanto de un ratito de tu tiempo, me llena por dentro. No se me ocurre en qué podría invertirlo mejor.
-¿Cómo disfruta del Programa de Personas Mayores de Fundación 'la Caixa'?
-A través de talleres, en el Centro Social de Mayores de Reinosa. Me han cambiado la vida. Nos dan charlas, por ejemplo, sobre cómo mejorar nuestra calidad de vida, mediante la alimentación o pautas para encontrarte mejor o sobre salud. Uno de los talleres se llama 'Vivir como yo quiero'. Hay una cosa que la gente debería de entender: muchas mujeres como yo, nos hemos dedicado toda la vida a los demás. Y con el paso de los años, nada ha cambiado. Primero la casa, tus hijos, tu marido... Y cuando eres mayor, lo mismo.
«El problema de algunos jóvenes que nos tratan mal es culpa de la educación que reciben»
-Y ahora, ¿cómo se organizan?
-Como el resto de los centros, el mío cerró, así que creamos un grupo de Whatsapp durante el confinamiento, para contar qué tal íbamos y darnos ánimos. Después, nos animaron a seguir los talleres por internet. Tengo una cámara en el ordenador y sigo todas las clases. Acabamos de tener una de lectura reflexiva y una de fotos antiguas de Reinosa y las vamos comentando. Sobre todo los que vivían aquí de pequeños y nos cuentan cómo era antes.
-¿Cómo se animó a apuntarse al centro social?
-La respuesta podría ser la continuación de una de las preguntas anteriores. Cuando entras en el rol de madre y esposa y la gente se acostumbra a que estás ahí para ellos, siempre, nadie se da cuenta de que necesitamos nuestro espacio, tener nuestro tiempo, sin tener que hacer todo lo que los demás nos digan, pendiente de las necesidades de los demás. Da igual que seas joven que mayor. Cuando te das cuenta, no hay tiempo para ti. ¿Y nuestras necesidades? ¿Quién nos pregunta? Gracias a Dios, una de mis hijas lo hizo conmigo y me animó a que me apuntara a alguna actividad. Y ahí empezó todo. En 2016 acudí al Ayuntamiento a pedir información. Allí mismo me apunté a unos talleres, donde en muy poco tiempo se dieron cuenta de la mochila que llevaba a cuestas y me dijeron que tenía que soltarla. A los pocos meses me cambié al centro social y allí había más mujeres que se sentían como yo. El problema es que yo era consciente pero pensaba que no podía cambiar mi vida. Pero claro que se puede.
-¿En qué nota que ha cambiado?
-En que llego a mi casa de otro humor. Con alegría. Antes, me pasaba el tiempo que no tenía otras tareas, sentada, viendo la televisión. Me daba igual lo que me pusieran. Ahora, me relaciono con otras personas. Me reconocen mis labores, como los poemas que escribo y me los agradecen. Eso te hace sentir muy bien.
-¿Cómo ve la relación de las personas mayores con los jóvenes?
-No todos son iguales, pero por mi experiencia, no nos ven. Pasan de nosotros. Nos llaman viejos, una palabra que no quiero oír. Somos personas mayores. Muchos la utilizan como insulto. Me cuesta entender por qué se meten con nosotros de una manera tan ofensiva, en ocasiones, sin tener razón alguna. En el fondo todo es cuestión de educación.

