Pescados selectos bien preparados en La Granja de Santa María de Cayón

Desde hace 36 años Juan B. Fernández y Yolanda España están al frente de este inconfundible restaurante, ubicado a la orilla de la carretera que une Santa María de Cayón y Villacarriedo. Se trata de un restaurante sólido, referente en los Valles Pasiegos por la materia prima que emplean entre los fogones para proponer una cocina tradicional, gustosa y con una excelente relación precio-calidad.

Las instalaciones son magníficas, con un amplio aparcamiento propio, generosa terraza, comedor para casi un centenar de comensales, salón para banquetes con capacidad para 250 personas, una zona-disco para las bodas y un área de juegos para niños. El complejo, que en verano abre todos los días, en invierno centra su propuesta los viernes, sábados y domingos, así como los días festivos.

En la zona de barra hay una pequeña carta de raciones para poder compartir. Algunas de las especialidades se reflejan luego en la carta del restaurante, bien equilibrada y amplia, con la puerta siempre abierta al pescado fresco del día, bien escogido por el propio Juan que ha convertido esta opción en una de las especialidades más emblemáticas de la casa. Así, un día puede haber lubina y otro corvina, rodaballo o machote, por ejemplo.

Los pescados se preparan al gusto del comensal, ya sea a la sal con vinagreta de tomate y habitas, al horno con una cama de patatas panaderas encebolladas, o a la plancha con el refrito tradicional. Un aspecto destacable es que aquí piden al comensal el punto del pescado, logrando luego excelentes resultados. El precio de estas raciones, según precio de mercado, suele estar entre los 20 y los 24 euros.

Siguiendo con los pescados, habitualmente hay lomos de bacalao con tomate casero y pimientos, el taco de bacalao asado con pisto y unos lomos de merluza de anzuelo rellena de marisco sobre una cama de cigalas.

Volviendo al punto de partida, el comensal puede compartir una amplia nómina de entrantes donde no faltan productos de la tierra como el queso Divirín, la morcilla pasiega con mermelada de tomate y cebolla o una templada de gallo de pueblo picasuelos con verduras escabechadas. Más 'universales', pero no menos interesantes y sabrosas son las croquetas de jamón ibérico, las mollejas de cordero lechal, las rabas de calamar, las zamburiñas a la plancha, las gambas de Huelva, el pulpo a la gallega, el puding de cabracho, los pimientos asados con gambas al ajillo o las verduras asadas con salsa romescu.

Para quien busque un entrante más contundente está el cocido montañés, el arroz con bogavante o un recomendado arroz con gallo de corral -estos para dos personas-.

Cuando se pone tanto énfasis en la calidad de los pescados, parece que las carnes pierden protagonismo o son de menos calidad. Pero este no es el caso. Aquí la variedad y la selección del género son de primer nivel. En algunos casos, se plasma en recetas de siempre como los callos a la antigua, las carrilleras de ternera con setas o el crujiente de rabo de toro en su jugo. Buenas carnes rojas (solomillo, lomo deshuesado, entrecot) y para el amante de los asados castellanos también se sugieren un cordero lechal (de la zona) y cochinillo segoviano.

Para los niños hay un menú especial de 13 euros con embutidos, puding, rabas, croquetas y carne a la plancha con patatas.

Finalmente, antes de disfrutar de un café Dromedario y/o de una copa en la terraza al aire libre, es preciso decantarse por un postre, bien la tarta de queso pasiega, la leche frita, el brazo gitano, un coulant de chocolate, una tatín de manzana o una apetecible sopa de cítricos con helado.