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La mayoría de familias cántabras no se queda con la urna, la tiran al mar o al monte.
Despedirse sin decir amén

Despedirse sin decir amén

Los funerales civiles, en los que no hay cura ni crucifijos, cada vez son más | En los últimos años ha aumentado el número de cremaciones ante los entierros tradicionales

Ana del Castillo

Miércoles, 10 de agosto 2016, 13:34

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"Cuando un familiar no quiere hacerse cargo de la urna funeraria, transcurridos unos meses, somos nosotros quienes vamos al monte o al mar y vertemos la cenizas. Sabes, lo que yo haga queda en mi conciencia". No importa no haber conocido al difunto en vida, enterarse de si era buena o mala persona, ni tan siquiera que sus familiares no se hayan ocupado de esparcir sus cenizas, Manuel Sordo, gerente de la Funeraria La Montañesa, no busca explicaciones ni justificaciones: "Estamos en un trabajo. Es mucho lo que ves y mucho lo que queda grabado. Lo que procuras hacer es lo que crees que debes hacer, y nada más".

Solo en Santander, el año pasado se realizaron 925 cremaciones. En 2014, 880. Según la Organización de Consumidores, el precio medio de un funeral 'tradicional' en España ronda los 3.500 euros, sin embargo el aumento de incineraciones "no tiene nada que ver con el poder económico", dice Sordo. "Hay decesos que tienen seguros contratados, con cura e iglesias incluidos, y no lo utilizan. El dinero no es el motivo", puntualiza. Resulta complicado dirimir la causa de ese crecimiento. Al parecer, tampoco tiene ninguna relación con la edad, pero sí con la religión, según la psicóloga cántabra Lucía San Miguel, del Centro Astrea. "Por la experiencia de trabajar en oncología, cuando hay un proceso de ida, sí está relacionado el entierro tradicional o la cremación con la religión". El gerente de la Funeraria tiene sus dudas. "Mi padre, con 92 años, no quería nicho", dice.

Lo que sí queda claro es que el adiós cuando se incinera el cuerpo es más lacónico. "Cuanto más corto sea el proceso de despedida, antes comienza el duelo en sí mismo. Cuando vuelves a tu vida normal, dentro de lo que supone perder a alguien que quieres, es cuando entras en la fase conocida como duelo", explica San Miguel.

"La gran mayoría de familias arroja las cenizas al mar. Muy pocos se quedan la urna funeraria", cuenta Sordo, que atesora una anécdota relacionada con este asunto: "Hace años, un cura de Valdecilla que se bañaba todos los días en la Virgen del Mar encontró flotando una urna y él mismo la fondeaba". ¿Y qué dice el Medio Ambiente de todo esto? "Ahora exigimos una calidad para que pueda ir al fondo del mar y se descompongan. Se trata de un material no contaminante de partículas de madera prensadas. Hay mucho tipos. Vienen con certificado ecológico".

Descolgar el crucifijo

En el cementerio de Ciriego, camposanto aconfesional, se dio sepultura el año pasado a 737 cántabros, 15 menos que en 2014.

Al igual que ocurre con las bodas, hay mucha gente que no profesa la religión católica y que demanda un espacio laico para dar el último adiós. El aumento de funerales civiles hace que ese tipo de salas para celebrar la ceremonia no religiosa. "Cualquier salón vale. Quitan la cruz y listo. Incluso mahometanos lo han celebrado en la misma sala. En el crematorio tenemos una capilla que tiene un cuadro, quitan el cuadro y se utiliza para lo que quieran", explica Sordo. Y en Ciriego también disponen de un espacio habilitado para celebrar funerales civiles. "Es una sala para ceremonias que no tiene nada", cuenta uno de los operarios que trabaja en el camposanto. "Se entierran cada vez más cenizas", añade. Y menos cuerpos.

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