La asociación de padres de la escuela pública apoya suprimir las vacaciones de Semana Santa
La FAPA es partidaria de eliminar las fiestas religiosas, mientras que en la concertada consideran que la propuesta va "aún más en contra" de la conciliación familiar
Daniel Martínez
Viernes, 2 de junio 2017, 07:16
La propuesta de la Consejería de Educación de suprimir las vacaciones de Semana Santa del calendario escolar, una de las dos alternativas que el Gobierno tiene en estos momentos sobre la mesa, ha sentado de manera muy distinta a los representantes de las familias cántabras.
Mientras que la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (FAPA), mayoritaria en la enseñanza pública de la región, considera que sería un acierto, desde Concapa, de referencia en la concertada, se muestran partidarios de mantener «las vacaciones tradicionales» para no poner más trabas a la conciliación. En lo que sí hay unanimidad es en la exigencia al Ejecutivo a la hora de pedir que dé a conocer cuanto antes su decisión y en su sorpresa por haber conocidos estas novedades «a través de la prensa».
Calendario escolar
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2017-2018
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- Propuesta 1
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Primer periodo de vacaciones del 30 de octubre al 5 de noviembre.
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Segundo periodo (Navidades) del 23 de diciembre al 7 de enero.
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Tercer periodo (Carnavales) del 9 al 13 de febrero.
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Cuarto periodo (Semana Santa) del 28 de marzo al 8 de abril.
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- Propuesta 2
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Primer periodo vacacional del 30 de octubre al 5 de noviembre.
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Segundo periodo (Navidades) del 23 de diciembre al 7 de enero.
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Tercer periodo del 23 al 27 de febrero.
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Cuarto periodo del 16 al 22 de abril.
«Hace tiempo que decimos que vemos con buenos ojos que se quiten las fiestas religiosas y que los periodos de descanso no se vean condicionados por ellas, por eso nos parece un acierto», confirmó ayer Leticia Cardenal, presidenta de la FAPA. Lo que ocurre es que cuando la Consejería que dirige Ramón Ruiz planteó la alternativa de que las vacaciones de Semana Santa se reduzcan a tan sólo los días festivos jueves y viernes, además del fin de semana no tuvo en cuenta tanto lo ideológico como los aspectos prácticas.
El motivo es que la ubicación que la Pascua de 2018 no encaja con la configuración del calendario escolar. Esa festividad se adelanta el próximo año hasta finales de marzo, lo que provoca que el último periodo de clases sea excesivamente largo. Y eso es precisamente lo que pretende evitar el nuevo modelo implantado por Educación, que consta de cinco bimestres con cuatro periodos de descanso entre cada uno.
La segunda alternativa, más clásica, propone que las terceras vacaciones sean en Carnavales de la otra forma también desaparecían y las cuartas del 28 de marzo al 8 de abril, en Semana Santa tal y como se ha hecho históricamente en Cantabria.
Para los sindicatos que forman la Junta de Personal Docente STEC, UGT, CC OO y ANPE ambas tienen aspectos mejorables, pero no muestran predilección por ninguna de ellas. Justo lo contrario que los padres de la concertada. «No nos gusta que se quiten las vacaciones tradicionales porque va a tener consecuencias muy importantes en las familias. Es posible que algunas familias tengan hijos estudiando en distintas comunidades autónomas y supondrá un gran problema de planificación», detalló a este periódico Mónica Haro, responsable de Concapa, donde también están a la espera de novedades.
Terminar con la jornada reducida
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junio y septiembre
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Otro asunto que tendrá que decidirse en los próximos días y en el que la Consejería de Educación tiene más que difícil contentar a todas las partes es el de la continuidad o no de las jornadas reducidas de junio y septiembre. Desde ayer, 1 de junio, como ocurre en todas las comunidades autónomas y también ocurría en Cantabria con el sistema de trimestres vigente hasta el 2016/2017, los escolares abandonan los colegios a las 12.30 horas y no a las 14.00 horas, lo habitual el resto del año. Y lo mismo ocurre cada primer mes de curso.
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La intención de los padres de la región aquí sí hay acuerdo entre FAPA y Concapa es que el Gobierno acabe con esta práctica y las jornadas de junio y septiembre sean completas. En su opinión, sería una medida que permitiría seguir dando pasos en la conciliación de la vida familiar y laboral. Para los sindicatos docentes, tendría consecuencias en la calidad del sistema, pero el consejero Ramón Ruiz ya se ha comprometido a estudiarlo. «Si no se puede hacer todo el mes, quizás sí una parte. Lo estamos valorando. Todavía no está cerrado», señaló ayer.
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La FAPA recuerda que ya el pasado año se llegó al acuerdo de introducir cambios para que el horario escolar fuera el mismo a lo largo de todo el curso en todos los niveles educativos, pero no se pudo aplicar debido a los contratos que existían con las compañías que prestan el servicio de transporte. «No busca convertir los centros educativos en guarderías ni aumentar la carga lectiva de los profesores. Confiamos plenamente en los docentes a la hora de programar el desarrollo del currículum de forma equilibrada a lo largo del curso», señaló ayer la organización en una nota de prensa.
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Para Jesús Aguayo, portavoz de la Junta de Personal Docente, sería una decisión equivocada. «No queremos tener un enfrentamiento con los padres, pero a veces no comprenden que trabajar en la docencia no es sólo dar clases», contestó. Aguayo recuerda que dar clase no consiste en llegar al aula el primer día de curso y abrir el libro, sino que es necesario disponer en septiembre de «un tiempo y un espacio para que los profesores se coordinen, programen y reflexionen».
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Los sindicatos consideran ese periodo «fundamental» para debatir sobre la variación del nivel de los objetivos o los cambios en la secuenciación de los contenidos. Y lo mismo ocurre en junio, pero en este caso para realizar las evaluaciones, atender a las familias y completar las memorias que pide Educación.
La intención del Gobierno cántabro es tomar una decisión tras escuchar a las partes la próxima semana. Hoy mismo, Ramón Ruiz tiene programada una reunión a partir de las 9.30 horas con los representantes del profesorado. Jesús Aguayo, portavoz de la Junta de Personal Docente, recordó ayer que será una cita técnica y que la decisión definitiva sólo puede tomarse en una próxima convocatoria de la Mesa de Sectorial de Educación.
Haro recuerda que ya se opusieron a la puesta en marcha del calendario bimestral. A su entender, la Consejería tiene más en cuenta a la hora de planificar el curso «las circunstancias laborales de los profesores que las puramente docentes». «Lo primero que tiene que hacer la Consejería es reunirse con las familias para abordar el tema», afirmó Haro, partidaria de recuperar el calendario trimestral. A su entender, los beneficios pedagógicos de sustituir los dos perioos de descanso por cuatro no son tales y las medidas de conciliación alternativas puestas en marcha resultan insuficientes. «Pierden el ritmo escolar y vemos que después les cuesta mucho reengancharse. Además, aunque es cierto que se han puesto en marcha actividades escolares para que los padres podamos conciliar, tienen un horario más reducido que el de las clases normales y eso supone un problema de conciliación», insistió.
El PP pide explicaciones
Comparte esa opinión el Partido Popular. Su portavoz de Educación, Mercedes Toribio, considera que el calendario que se introdujo en septiembre ha supuesto un «caos» y con él «los alumnos están mucho más estresados, agobiados y cansados que nunca». Por eso, el PP preguntará en el Parlamento sobre los siguientes pasos de la Consejería a este respecto y recordará que con este sistema «se han perdido dos semanas de clases en relación a lo que establece Europa». Además, los populares califican como «ocurrencia» la propuesta de eliminar las vacaciones de Semana Santa.
En la reunión de hoy entre Ruiz y sindicatos, estos también recordarán al consejero el incumplimiento del acuerdo de reducir los horarios lectivos de los profesores de 20 a 19 horas semanales y a 18 a partir del próximo septiembre. «Ahora mismo estamos negociando el cupo de profesores por centro y es algo que tendremos en cuenta», confirmó ayer Ruiz, quien recuerda que en algunos colegios, por su estructura organizativa, será complicado de aplicar.
A pesar de que el Gobierno «está intentando cumplir el acuerdo», apuntó que, en algunos casos, son los propios centros los que prefieren continuar con las 20 horas semanales para «mantener su organización y no cambiar su modelo de atención a la diversidad». Es decir, que de reducir los maestros las horas lectivas tendrían problemas para realizar el trabajo individualizado con sus alumnos por el que han apostado.