Los ayuntamientos critican la lista de espera de Tragsa para quitar nidos de avispa asiática
Varios alcaldes denuncian que tardan semanas en retirarlos y que han tenido que dedicar una parte del presupuesto a contratar los servicios privados
La última víctima conocida en Cantabria de picadura de avispa asiática fue un bombero de Castro Urdiales, de 42 años, que el 17 ... de septiembre se encontró de pronto en el hospital de Laredo con un 'shock' anafiláctico que pudo complicarse. Participaba en la destrucción de un nido en la localidad ignorando que padecía alergia al veneno del insecto. «Eso es lo que resulta peligroso y no podemos tolerar en nuestra localidad. Por eso cuando vemos que hay algún nido que puede ser un serio peligro para los vecinos, nos vemos en la obligación de eliminarlo en horas. No podemos esperar a que Tragsa pueda venir», resuelve Jesús Ramón Ochoa, alcalde de Ruesga.
Es uno de los territorios donde puede intervenir la empresa pública –dependiente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación–, que se hace cargo de todos los avisos en las poblaciones cántabras con menos de 5.000 habitantes. Pero sucede que es mucho trabajo para sus escasos medios. En la práctica, Tragsa está compuesta en Cantabria por dos equipos de dos personas. Insuficiente, a todas luces, dada la elevada demanda para la erradicación de nidos que existe en la región.
Una cifra que crece de manera exponencial cada año. Si en 2016 todos los servicios disponibles (privados, bomberos y Tragsa) destruyeron un total de 2.831, en 2017 fueron 3.777. El número creció a 5.116 en 2018 y en lo que va de 2019 se han destruido ya 2.720. «Los medios que tienen son escasos para su volumen de trabajo. Ahora están literalmente desbordados», justifica la directora general de Ganadería, Beatriz Fernández. Lo dice ahora, en los albores del otoño, cuando la caída de la hoja de los árboles aún dejará algún nido desconocido al descubierto.
150
euros cobra Tragsa por cada nido que destruye en Cantabria en el presente año.
De ahí que muchos de esos ayuntamientos, que en principio podrían solicitar la actuación de la empresa pública –que no les cobra por sus servicios–, se hayan cansado de ser uno más en una lista que supera en algunos casos el mes de espera. Así que acuciados por el peligro de que suceda cualquier accidente, muchos se han decantado por contratar los servicios del ámbito privado. Incluso pese a que en este caso sí tiene un coste para el consistorio.
«Quitar un nido nos sale por unos 60 o por 80 euros si se lo contratamos a la empresa privada. Dependiendo de si el trampeo de primavera se lo cogemos a los mismos o no. Pero qué vamos a hacer, ¿esperar a que le pique a alguien que sea alérgico y haya un problema?», declara Ochoa.
Casos de extrema urgencia
En Santillana del Mar solicitaron en 2017 la retirada de un nido en el colegio. «Estuvimos esperando una semana, dos y hasta tres a que vinieran los técnicos de Tragsa», recuerda Miguel Ángel Viaña, concejal de Obras y Urbanismo. Conque al final resolvieron encargárselo a Sercant, una de las empresas privadas eficaces contra la velutina. «En menos de 24 horas actúan y te olvidas del problema». Aunque todo tiene sus consecuencias. «El año pasado nos gastamos 15.000 euros en la erradicación de la plaga. Y la subvención del Gobierno no supera los 3.000. Combatir la velutina sale caro», remarca Viaña.
Contratar el servicio anual a Tragsa les sale a los cántabros por unos 200.000 euros anuales. Si se divide esa cantidad por los 1.335 nidos que por ejemplo ha intervenido la empresa pública desde enero de 2019 y hasta el 6 de octubre, sale a 150 euros por nido –hay que tener en cuenta que son datos prácticamente cerrados porque la llegada del invierno conduce a una desaparición natural a los nidos–. Sin embargo, una empresa privada puede quitarlos por 60 euros la unidad.
«No tiene por qué costar más. Yo los quito por 60 u 80 euros, dependiendo de si el consistorio me contrata el trampeo o no», explica Isidro Herrera, responsable de la empresa Sercant antivelutina, que cada año erradica cientos de nidos en toda Cantabria.
60
euros cobra la empresa privada Sercant a los ayuntamientos con los que trabaja.
Existen ayuntamientos con menor población, pero mayor extensión territorial que no cuentan con subvención. Ellos han encontrado otras soluciones. «Si la cosa se alarga y hay peligro, suelo quitarlos yo mismo. A veces utilizo insecticida y en otros casos los quemo. Depende de cada caso y de cómo esté el nido», resuelve Pablo Gómez, alcalde de Arenas de Iguña y experto apicultor. «La suerte es que no son muy agresivas. Sólo se muestran feroces con las abejas. Yo elimino todos los días unas siete u ocho en las colmenas que tengo. Da pena ver cómo están esperando a que las abejas regresen al nido con el néctar para cogerlas como un helicóptero y llevárselas», relata Gómez.
Suerte que el trampeo de primavera, esa labor que se centra en la captura de las reinas antes de que hayan podido fundar un nuevo nido, alumbra buenos resultados. «Estamos controlando la plaga. Se nota que todo este trabajo está teniendo sus frutos. Pero desde el mismo Gobierno somos conscientes de que a veces estamos sujetos a la disponibilidad presupuestaria y que no podemos otorgar más ayudas para atajar este problema», se disculpa la directora general de Ganadería.
Los alcaldes apuestan por la implicación ciudadana con el trampeo de primavera
El trampeo de primavera, esa actividad que busca la destrucción de las avispas reinas antes de que funden un nuevo nido, ha dado sus frutos este año. «Es una forma de ponerle freno a la proliferación de la plaga,pero no tiene sentido que unos ayuntamientos lo hagan y otros no», reclama Evaristo Domínguez, alcalde de Meruelo. Exigen mayor coordinación gubernamental para que todos lo practiquen. Se suma Pablo Gómez, regidor de Arenas de Iguña, con la demanda de más ayudas que permitan a los consistorios repartir los materiales entre los vecinos: botellas y líquidos atrayentes, «para que sea la gente la que también ayude en esta labor».
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