Cáritas: «En Cantabria hay menos exclusión social pero es más grave»
Según el primer informe Foessa sobre exclusión y desarrollo social en la región, un 4,3% de la población se encuentra en una situación extrema
La conclusión es clara: en Cantabria hay menos exclusión social que en el resto del país pero la de la región es de las «más ... graves». La buena noticia es que la comunidad presenta una de las cifras más elevadas de España en términos de integración social. Es decir, nueve de cada diez personas están en ese círculo. No obstante, la parte de la sociedad que se encuentra en riesgo de exclusión presenta más dificultades y sufre una desigualdad mayor que en el conjunto del país, se acentúan las diferencias. Es lo que se extrae del primer Informe Foess -entidad vinculada a Cáritas Diocesana- sobre Exclusión y Desarrollo Social en Cantabria presentado ayer por Guillermo Fernández Maillo, responsable y coordinador del informe; Sonsoles López Huete, directora de Cáritas Diocesana en Santander, y el obispo de Santander Manuel Sánchez Monge.
Las cifras muestran que la desigualdad social sigue siendo una lacra. En Cantabria hay aproximadamente un grupo de 68.000 personas en exclusión social, lo que supone un 11,8% de la población. La realidad es que la cifra es una de las más bajas de España. El problema radica en el porcentaje de personas que se encuentran en lo que el documento denomina como «exclusión más extrema», que son 25.000. Un 4,3% de la sociedad cántabra. Lo que refleja que la exclusión «se encuentra enquistada» en la estructura social de Cantabria y del país, explicó Guillermo Fernández.
LAS CLAVES
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68.000 es el número total de personas que están en riesgo de exclusión social en la región, lo que supone un 11,8% de la población de la comunidad
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9.000 personas forman parte del grupo en el que se acumulan tal cantidad de dificultades que se les denomina como «sociedad expulsada»
Cuando se habla de integración el baremo tiene en cuenta tres líneas: el empleo, los mecanismos de protección social y contar con el apoyo familiar. Es «lo que denominamos la sociedad de oportunidades». Este informe incluye una novedad. Por primera vez da cifras sobre el número de personas que, pese a estar en ese círculo de integración, viven en una situación de inseguridad y que en la región se sitúa en 80.000. En una situación de crisis «serán los primeros en incorporarse a la exclusión». Y el principal problema es que los hogares más excluidos presentan cada vez más dificultades. «Se acumulan en la parte más débil de la población». Se trata de un grupo de 9.000 personas al que se denomina como «sociedad expulsada» y cuya situación se aleja cada vez más del resto.
La comunidad más desigual
Si el documento hablara únicamente en términos económicos, reflejaría que «se ha reducido la distancia que existe entre los más ricos y los más pobres». No obstante, el informe hace hincapié en otros aspectos y busca «mirar más allá», señaló el coordinador del estudio. Y pretende hacer un dibujo «general» que incluya dimensiones como la vivienda, el acceso a la salud o la educación. Con esta fotografía en la mano se concluye que Cantabria es la comunidad autónoma más desigual de España. Algo que, de nuevo, denota que la población en exclusión social se aleja cada vez más del resto del grupo.
«En esta lucha importan las políticas públicas. Invertir en aspectos sociales no es un gasto»
Sonsoles López Directora de Cáritas en Santander
En la región tres de cada diez personas que tiene un empleo recibe alguna ayuda social también
En cuanto a los bloques de riesgo, la vivienda es el que más dificultades genera y que en Cantabria afecta a un 20,6% de la población. Un total de 38.000 personas viven en situación de insalubridad. Otro bloque de riesgo es el empleo. En la región tres de cada diez personas trabajan y reciben alguna ayuda social. De modo que tener un empleo y estar en riesgo de exclusión social son dos aspectos cada día más compatibles y que afectan a más personas.
La intervención de Sonsoles López, directora de Cáritas en Santander, dejó a un lado las cifras para hablar de personas. «No son solo datos, hablamos de rostros y vidas que tienen nombre», señaló. Además remarcó que en el cálculo de estos números se han incluido únicamente a aquellas «personas que tienen un hogar y deja fuera a los que no. Pero que también forman parte del reto de erradicar». En su intervención la directora habló de la relevancia que adquieren las políticas públicas y lanzó un mensaje «invertir en políticas sociales no es un gasto».
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