Los contagios caen por tercera semana consecutiva y activan la desescalada
Con todos los indicadores en descenso, Sanidad se prepara para dejar sin efecto las últimas restricciones, aplicadas desde enero
En la tabla de indicadores del nivel de alerta ya no hay valores en rojo, el color del riesgo extremo; ahora, el naranja es ... el predominante, alto. Cantabria se encamina a una suavización de las restricciones, las últimas, que empezaron a aplicarse el 16 de enero, con el cierre de grandes superficies durante los fines de semana como medida más llamativa.
La buena evolución de la crisis sanitaria en la región llega avalada por todos los indicadores: contagios diarios, incidencia acumulada, hospitalizaciones,... salvo las muertes, que parecen responder a una lógica diferente y que acompañan con un goteo incesante la mejora de datos como para recordar que el virus se halla aún lejos de estar derrotado.
Son ya tres semanas consecutivas en las que se constata el descenso del número de contagios. Durante el mes de enero la tercera ola fue perdiendo fuerza, ralentizando el incremento de positivos hasta que en la última semana, por fin, disminuyeron: fueron 1.039 contagios diagnosticados, el 12% menos que los siete días precedentes. La tendencia se ha afirmado después: del 1 al 7 de febrero se contabilizaron 747, un 28% menos; y la pasada semana ha totalizado 549, un 26,5% menos que la precedente. Lo importante de estos números, más que las oscilaciones en las cantidades, es la línea descendente que dibujan, una caída clara que no da signos de detenerse y que va calando y transmitiéndose al resto de los parámetros de la pandemia.
Mirar con perspectiva
Las autoridades sanitarias siempre tratan de mirar un poco más allá, con las dificultades que entraña anticipar el comportamiento de un virus que en gran medida sigue siendo un desconocido. Eso explica que a mediados de enero entrara en vigor una serie de restricciones extra: en el momento de anunciarlas, Cantabria seguía en un nivel de alerta tres, pero era cuestión de días que el riesgo aumentara mientras las infecciones crecían y empujaban hacia arriba la incidencia acumulada y la ocupación de puestos de cuidados intensivos rozaba el punto crítico.
El efecto de las restricciones tardó poco más de una semana en hacerse notar; en dos, se había doblegado la curva. Durante todo el mes de febrero, la tendencia se ha afianzado, creando una inercia de caída que ha supuesto abandonar la zona de riesgo extremo y alejarse de ella mientras siguen aumentando esas distancias.
La relajación de limitaciones permitirá la apertura de grandes superficies durante los fines de semana
El consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, ya adelantó la pasada semana que se relajarían las limitaciones si el nivel tres se consolidaba, como ha sucedido, así que todo está listo para una desescalada. Además del cierre de las grandes superficies durante los fines de semana y festivos, una medida dirigida especialmente a evitar aglomeraciones de público en los centros comerciales durante la época de rebajas, el endurecimiento ha afectado a otros ámbitos de actividad. Así, bibliotecas, museos, cines, teatros y otro tipo de auditorios y equipamientos culturales se han visto obligados a reducir a un tercio su aforo. Las instalaciones deportivas también han tenido mermadas sus posibilidades: si su trabajo ya estaba limitado por la exigencia de reducir el número de usuarios, se sumaba la incomodidad de no poder facilitarles un lugar donde cambiarse. Las competiciones y los entrenamientos en estos recintos, a la vez, se quedaron sin público por prohibición expresa. En los centros de trabajo se pusieron impedimentos a la utilización de zonas comunes, vetando las de descanso y reduciendo la capacidad de salas de reuniones y vestuarios.
Los trece positivos del sábado, una llamativa anomalía
Los trece positivos diagnosticados el sábado constituyen una positiva anomalía en la contabilidad de contagios de coronavirus. Hay que retroceder hasta el 10 de agosto para encontrar un resultado igual.
Pueden ser consecuencia de una demora en la obtención de resultados del laboratorio o del volcado, pues no se ajustan a la situación ni al número de test -1.707- realizados.
Las variaciones diarias en los datos de infecciones aconsejan examinar periodos de tiempo algo mayores para seguir mejor la evolución de la enfermedad. Se hace así al estudiar la incidencia, la positividad e incluso los contagios, cuyo número depende directamente del número de pruebas que se realizan y que puede variar, ya que, por ejemplo, los fines de semana se hacen muchas menos.
Todas las restricciones, tienen, además de su efecto directo sobre lo que se permite o no, otro disuasorio añadido que se suma y contribuye a reducir la movilidad y el contacto social. Si a un hostelero le van indicando sucesivamente que no puede utilizar las barras, que tiene que reducir su aforo interior para dejar espacio entre mesas, que solo puede servir en las terrazas, que debe reducir el aforo en ellas, que no se permite fumar, etc., puede llegar un momento durante ese proceso en que la acumulación de limitaciones le impida trabajar, que no le merezca la pena hacerlo o, sencillamente, que ya no pueda más: nadie le ha cerrado el negocio, pero se ha visto abocado a ello. De la misma manera, si las concentraciones de cualquier tipo están prohibidas a partir de los trescientos participantes y, habiendo menos, hay que hacer una evaluación de riesgos y solicitar permiso a Salud Pública e incluso a la Delegación del Gobierno, es comprensible que el organizador se desanime, igual que se entiende que una persona sienta cierta pereza a la hora de ir al gimnasio cuando no le dejan ducharse ni cambiarse de ropa.
Objetivo: nivel dos
Conquistado el nivel tres de alerta sanitaria, el objetivo ahora es llegar al dos: eso supondría para la ciudadanía recuperar nuevas parcelas de libertad y acercarse un poco más a una existencia normal. No es una meta inmediata: según la guía de actuaciones de respuesta coordinada contra el covid, el documento del Consejo Interterritorial que indica qué limitaciones corresponden a cada situación sanitaria, «para considerar la reducción del nivel de alerta será necesario que los indicadores permanezcan en un nivel de riesgo inferior durante un tiempo mínimo de catorce días».
Volviendo a mirar la tabla de indicadores se aprecia que el único que se mantiene en un nivel bajo es la positividad: es el porcentaje de contagios diagnosticados entre todas las pruebas realizadas en el espacio de una semana. Está en un 6%; si llega al 5%, significa que no hay transmisión comunitaria o, lo que es lo mismo, descontrolada, imposible de seguir. Toda la estrategia de lucha contra el virus se basa en dificultar su propagación, primero con distancia social y ahora también con vacunas, hasta lograr arrinconarlo, aislarlo y hacer que desaparezca.
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