«La pulserita roja por si me pierdo»
Cruz Roja dispone de pulseras identificativas en todas las playas de Cantabria para encontrar a personas que se pierdan | Un total de 313 personas se extraviaron temporalmente el verano pasado
Ana del Castillo
Santander
Sábado, 13 de julio 2019, 07:43
Cuando un niño se pierde en una playa su curiosidad le empuja a caminar, casi siempre, de espaldas al sol. Es algo que, con los ... años, ha aprendido David Peinado, socorrista y coordinador del servicio de Cruz Roja en las playas de Cantabria, donde el verano pasado se extraviaron 313 personas, entre niños y mayores.
Desde hace trece años Cruz Roja dispone de pulseras identificativas gratuitas para niños y adultos que evitan alargar un mal rato. El problema es que este instrumento «no es lo suficientemente conocido», apunta Peinado, aunque hay usuarios fijos que las solicitan cada verano.
Dos de la tarde. Playa de El Sardinero. «La pulserita roja por si me pierdo», dice David, de tres años, extendiendo el brazo a lo Supermán en dirección al socorrista. Su madre, Jana Cosío, se acaba de enterar de la existencia de estas pulseras: «No tenía ni idea, no lo había oído. Mi hijo no se ha perdido nunca, pero a partir de ahora pediré una cada vez que venga a la playa», señala.
«No tenía ni idea de que existían estas pulseras. A partir de este momento pediré una cada vez que venga a la playa con David»
Jana Cosío
Se trata de pulseras similares a las de los festivales de música o del 'todo incluido' de los hoteles, con un papel rojo plastificado sobre el que hay dos espacios en blanco para escribir un nombre, nunca el apellido por la Ley de Protección de Datos, y un número de teléfono. «Esta herramienta supuso un cambio importante en 2006», explica el coordinador de Cruz Roja en las playas. Son reutilizables, «duran hasta 15 días» y se ponen gracias al adhesivo que llevan. Ahora bien, una vez quitada, no se puede volver a poner. «Son resistentes al agua, a la arena y a los tirones», añade Pedro Díez, coordinador del servicio de socorrismo en El Sardinero.
En el acceso a la primera de El Sardinero hay una familia madrileña con tres niños de tres, cinco y nueve años. Son de Valladolid, pero todos los veranos pasan unos días en Santander, «en sus bonitas playas», cuenta la madre. Tampoco conoce la existencia de las pulseras: «¿Será que no lo publicitan?», pregunta.
Cada verano se hace una tirada de 2.000 unidades. En función de la extensión del arenal, cada playa demanda más o menos. «Depende mucho también del tiempo que haga. A veces si tenemos cuatro o cinco días seguidos de sol se agotan y si hace malo muchos días seguidos, no se les da salida», explican desde Cruz Roja. Y antes de la temporada se hace 'promoción': «Se mueve por redes sociales, en prensa, radios y siempre mandamos nota de prensa al comienzo del verano», cuenta Díez. Pero, por lo que parece, no es suficiente.
Playa de Valdearenas (Liencres). Siete de la tarde. El sol aún calienta. «En lo que llevamos de temporada no nos ha pedido la pulsera nadie», cuenta a este periódico uno de los socorristas del puesto de Cruz Roja.
«En lo que llevamos de temporada de playa no nos ha pedido la pulsera nadie»
Socorrista en valdearenas, liencres
En todos los puestos de Cruz Roja en las playas de Cantabria disponen de estas pulseras, pero por muchas campañas que se hagan, «no llega a todo el público», y los niños continúan vagando por el arenal a moco tendido. «Desde los puestos que tenemos instalados en los accesos a las principales playas, cuando vemos un grupo grande que acude al arenal con muchos niños, les informamos de que disponen de las pulseras identificativas», explica el coordinador del servicio de salvamento en playas, David Peinado.
Personas perdidas en las playas
-
2018 313
-
2017 117 (Cruz Roja no tuvo el servicio de salvamento)
-
2016 343
-
2015 273
-
2014 342
«Un despiste»
Parece que tienes al niño controlado y cuando vuelves a posar la vista en el último lugar en el que le dejaste ya no está. Entonces comienzan unos angustiosos minutos en los que el corazón late más rápido de lo normal hasta que de nuevo lo localizas o bien llorando, consciente de que se ha perdido, o bien jugando con la arena, como si nada hubiera pasado. «La precaución que deben prestar los familiares a los niños y a los mayores ha de multiplicarse en periodo estival», aconseja Cruz Roja.
Johana Jaimes recuerda cuando su hija Miranda se le perdió por unos minutos: «No la veía y entré en pánico. Empecé a gritar. Recuerdo que estaba embarazada... Sé lo que es despistarte y perder a un niño, ahora que conozco la existencia de estas pulseras las voy a utilizar», cuenta. Sus dos pequeñas, Julieta y Mirando, de dos y cuatro años, ya las llevan puestas. «Es muy bonita», dice una de ellas, contenta con su nuevo accesorio.
«No la veía y entré en pánico. Empecé a gritar. Sé lo que es despistarte y perder a un niño»
johana jaimes
Según los cuerpos de salvamento, las mayoría de las pérdidas se producen en días de mucha afluencia: «Es difícil tomar referencias entre tanta gente. Habrá un porcentaje de padres que estén con el móvil, tiempo suficiente para perder al niño, pero el motivo exacto no existe. A veces es el padre el que pierde al niño y al revés, el niño el que acaba llorando porque no encuentra a sus padres y ellos sí le tienen localizado».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión