El DNI de los otros partidos

Cantabristas presentó el pasado martes su candidatura. En ese acto, su cabeza de lista al Parlamento autonómico, Paulu Lobete, resumió en una frase los objetivos de la formación:«Defender Cantabria y su gente avanzando hacia otro modelo diferente al que comparten los principales partidos». Lo dicen ahora que hay elecciones, pero también lo han demostrado en los últimos cuatro años. Primero, recuperando y fortaleciendo un movimiento cantabrista que se había diluido y, después, presentando alternativas concretas para hacer frente a problemas de la región. Lo hicieron con el diseño de un completo plan para mejorar las redes de transporte público –algunas propuestas han sido asumidas por la Consejería– y en las últimas semanas con acciones sobre vivienda y un plan que apuesta por otro modelo turístico, centrado en la sostenibilidad frente a la masificación de los destinos. «Ofrecemos la certeza de que vamos a trabajar centrados exclusivamente en los intereses de Cantabria, sin entrar en discusiones partidistas nacidas en los despachos de Madrid», concluye Lobete.

José Ramón Carrancio era diputado de Ciudadanos en el Parlamento de Cantabria la pasada legislatura cuando rompió con la formación naranja. Lo hizo porque, a su entender, el partido había renunciado a la democracia interna y porque los líderes en Madrid habían optado por potenciar la vertiente liberal frente a la socialdemocracia, dos corrientes que hasta entonces se mantenían en equilibrio. Por eso fundó hace seis años Ola Cantabria, que por segunda vez consecutiva se presenta a las elecciones. «Somos la única opción de centro de verdad», asegura Carrancio, que sabe de las dificultades de luchar con los grandes partidos en la batalla autonómica, pero que sí guarda muchas más esperanzas en el ámbito local –estarán en ocho municipios–, donde tienen más peso las personas que la potencia de las siglas: «No tenemos medios para publicidad ni para contratar personal de campaña. Nuestra mayor virtud y a la vez el problema es que todos trabajamos. No podemos centrarnos únicamente en las elecciones y el tiempo que dedicamos es el que robamos a nuestras familias».

Sergio Peña, candidato de Verdes Equo, advierte de que en las próximas elecciones todos los partidos intentarán colgarse la etiqueta de sostenibles, pero ninguno presenta alternativas reales para abordar la emergencia climática y el «batacazo social»que supondrá no poner soluciones. «Hay que hacer planes, no solo parches como hasta ahora», apunta Peña, que en los últimos años ha sido portavoz de las Mesas de Movilidad que luchan para mejorar el transporte público. Hace cuatro años, Equo fue en coalición con IU dentro de la plataforma Marea Cántabra. En esta ocasión han optado por concurrir solos. Saben que de esta manera será mucho más complicado alcanzar el límite del 5% necesario para tener escaños, pero en cambio defienden que así su mensaje puede llegar más claro, sin diluirse. «Esta es la ocasión perfecta para dar relevancia a los problemas del planeta y a las repercusiones sociales de la emergencia climática. Quizás políticamente sea menos efectivo, pero creo que podremos aportar una visión real del asunto para que lo asuman las demás fuerzas políticas».

Pacma presenta su candidatura con un mensaje claro y conciso:defender los derechos de los animales. Juana Alba, que vuelve a encabezar la lista, reconoce que en los últimos cuatro años se han producido algunos avances a nivel regional en asuntos fundamentales para ellos como el sacrificio cero. Pone como ejemplo a los ayuntamientos de Santander y Castro Urdiales, pero subraya que hay mucho por hacer. En su programa figuran acciones como los programas contra el abandono animal, el impulso a las zonas de protección de gatos o la lucha contra el maltrato del ganado. Pacma lamenta que la administración no persiga esta práctica con más controles y multas y que no apoye la labor que hace el Seprona sobre el terreno. En el debate del lobo, frente a su caza, Pacma propone apoyo económico, pero también programas para la cesión de mastines y su adiestramiento, porque Alba cree que el Ejecutivo no da suficiente respaldo a los ganaderos. «Defender a los animales no es un asunto ni de izquierdas ni de derechas», razona la candidata, que celebra que la sociedad ya vea este asunto como algo «transversal».

Cantabria Distinta. Ese es el nombre de la nueva formación política que ha presentado su candidatura al Parlamento con Carlos Toral como cabeza de lista. Tan 'distintos', que no tienen ideología. «Es uno de los elementos que nos define. Somos gente trabajadora y de sindicatos, de distinta orientación. Queremos refinar el mundo político, un pozo sin fondo en el que ahora todo el mundo tiene cabida», afirma. Frente a la dinámica de los grandes partidos de «colocar» a personas cercanas en los puestos de responsabilidad, apuestan por apoyarse en los perfiles técnicos y poner en valor a los funcionarios para lograr el que es su mayor objetivo:«Hacer una mejor gestión del patrimonio y de los servicios públicos». «No venimos a hacernos ricos. De hecho, queremos quitar muchos al clan de los políticos y apoyarnos en los técnicos. Que gestione el que sabe», subraya Toral, que tampoco se siente identificado con partidos como Podemos que irrumpieron para «salvarnos del bipartidismo y han estropeado más el sistema». Así, creen que pueden devolver a la gente la ilusión por la política.

Cristina González ve la candidatura que encabeza, la del Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE) no solo como un fin en sí mismo, sino como un medio para lanzar mensajes a la clase obrera de Cantabria. De hecho, considera que si la comunidad autónoma va «de mal en peor» no es culpa de los que gobiernan, sino del propio sistema. «Somos trabajadores que vivimos en una sociedad que se basa en la desigualdad y la explotación. Unos pocos se aprovechan del trabajo de todos», lamenta. Y pone ejemplos concretos y recupera ideas que ya defendía hace cuatro años como apartar el AVE y mejorar los transportes públicos –recuerda los trenes que se inundan o siempre llegan con retraso– que utilizan la mayoría de los ciudadanos.Frente a los mensajes que criminalizan el comunismo y a la izquierda que culpa a la clase obrera por votar a la derecha –considera la gestión de PSOE y Unidas Podemos en Madrid es una «traición»–, afirma que son personas normales. Las que pelean por mejorar los barrios, se solidarizan con los trabajadores de Aspla o se movilizan contra la inflación.