El Gobierno diseña una 'hoja de ruta' para «integrar la atención sanitaria y la social»
Marca los protocolos a desarrollar en los próximos tres años para detectar las necesidades asistenciales y «mejorar la calidad de vida de los pacientes»
ANA ROSA GARCÍA
SANTANDER.
Martes, 16 de abril 2019, 07:24
Dónde acaba la atención sanitaria y empieza la social. O viceversa. Y si se solapan -situación que crece al ritmo del envejecimiento poblacional-, cómo se ... gestiona el tránsito entre un ámbito y otro. El Gobierno de Cantabria se ha planteado esos interrogantes y ha marcado la 'hoja de ruta' para llegar a una coordinación «cada vez más necesaria». Situar a la persona en el eje del sistema sanitario y social y apostar por un modelo personalizado, que prime la permanencia en el domicilio. Reorganizar esas dos redes de atención en busca de sinergias que mejoren la calidad de vida de las personas con enfermedades crónicas y en situación de dependencia, permitiendo al tiempo un uso más eficiente de los recursos públicos. Y, sobre todo, dar soluciones ágiles tras el alta hospitalaria, bien cuando un paciente ya no puede volver a su domicilio porque requiere una asistencia sociosanitaria o bien cuando puede hacerlo pero si se le ponen a mano los recursos necesarios. Esa es la filosofía que hay detrás de la estrategia de coordinación sanitaria que acaba de aprobar la Consejería de Política Social y el Servicio Cántabro de Salud. Una 'hoja de ruta', con tres años de desarrollo por delante (2019-2022), que busca establecer los itinerarios entre los diferentes niveles asistenciales, tanto en la estructura directiva como en la base.
Uno de los objetivos es «promover la atención y los cuidados en función del nivel de complejidad, que se produzcan sin interrupciones en el proceso de asistencia y se desarrollen manteniendo a la persona en su entorno habitual». Para su puesta en marcha es preciso, apunta el documento, un diagnóstico de situación, con un análisis sociodemográfico, en el que queden definidos los perfiles. En esa clasificación se distingue a las personas dependientes o con dispacidad, de los pacientes con necesidades sanitarias derivadas de su patología, donde se encuadran los pluripatológicos, los que presentan riesgo de caídas o deterioro cognitivo; y los grupos que precisan la coordinación de los servicios sociales y sanitarios, ya sea por trastorno mental severo, pacientes en fase terminal, mayores frágiles, con enfermedades crónicas invalidantes o, también, menores en situación de desprotección.
Este plan de atención integral contempla elaborar un protocolo de implantación en todos los municipios de Cantabria del programa de atención integral a las familias (PAIF) para promover acciones de educación, así como un sistema compartido de valoración y estratificación de las poblaciones con dificultades y un programa de acompañamiento en hospitales y servicios de urgencias a personas en situación de mayor vulnerabilidad.
Facilitar el tránsito del sistema sanitario al social «sin lagunas temporales ni en la tramitación ni en la prestación del servicio»
Con todo ello, se trata de facilitar el tránsito del sistema sanitario al social «sin lagunas temporales ni en la tramitación ni en la prestación del servicio más adecuado», contando también a los que se quedan fuera de la cobertura de la ley de dependencia. El Gobierno confía en esa coordinación para paliar la lista de espera para el ingreso en residencias de mayores. La estrategia insiste en el empoderamiento del paciente en su cuidado y, por tanto, en la educación para la salud, así como en velar por la continuidad asistencial, de tal forma que «los pacientes frágiles o con pluripatologías no se vean afectados por la separación estructural entre la Atención Primaria y la Especializada». Dentro de esa continuidad de cuidados juega un papel clave la atención domiciliaria, que «debe potenciarse», apunta el texto, tanto en los hogares como en las residencias de mayores.
La estrategia insiste en el empoderamiento del paciente en su cuidado, en la educación para la salud y la continuidad asistencial
Otra de las metas de este modelo es «respetar el deseo mayoritario de las personas de continuar en su entorno habitual, familiar y comunitario más próximo» y para eso aboga por acercar los servicios para que puedan vivir en su casa el mayor tiempo posible, bien apoyado en cuidadores, con teleasistencia o ayuda a domicilio.
El protocolo que se ha diseñado para estructurar la atención parte del análisis de cada paciente, según quién lo identifica (ya sean los servicios sanitarios o sociales) o el lugar donde se le atiende. Ahí pueden darse tres situaciones: entorno domiciliario, residencias u hospital. En cada supuesto se establece cómo debe funcionar esa cadena de cuidados. El documento incluye un plan de actuación para la coordinación de situaciones tras el alta hospitalaria, en el que se repite la palabra 'compromiso' atribuido tanto al servicio de dependencia, que agilizará la plaza residencial de aquellos pacientes sin grado reconocido y que no puedan volver a sus domicilios mientras se resuelva su expediente de valoración (todo ello, «supeditado a la disponibilidad de plazas y al cumplimiento de los requisitos»); como al hospital, que derivará estos casos al Icass. Y lo mismo con los dependientes ya reconocidos que no pueden retornar a su hogar. En el caso de que esa vuelta a casa sea posible, el protocolo lo que marca es la gestión de los recursos en los que puede apoyarse esa persona, que van desde la valoración de su casa, a través del centro de accesibilidad, atención y cuidados en el domicilio (Cados), a las prestaciones de la ley de dependencia.
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