El «gran atasco» de pacientes en la Unidad del Dolor lleva las citas hasta abril de 2023
El equipo, dependiente de Anestesiología, admite que «no da abasto a pesar de atender más de 800 pacientes al mes, el doble que la media nacional»
¿Qué pasa en la Unidad del Dolor de Valdecilla que no me dan cita hasta abril de 2023? Es lo primero que se pregunta ... quien tiene depositadas todas las esperanzas en esa consulta para aliviar un dolor crónico que condiciona y amarga su vida y se encuentra con que le quedan diez meses de espera, como mínimo, para intentar ponerle remedio con técnicas especiales de tratamiento (bloqueos nerviosos e infiltraciones). Es la fecha en la que se está citando, por norma general, a los pacientes nuevos, lo que implica casi un año más de convivencia con el dolor sin más alternativa terapéutica que el analgésico.
«Es desesperante», lamentan los afectados. Una queja que el propio responsable de la Unidad, Sergio Maldonado, asume y comprende: «Es la realidad. No damos abasto, y eso que estamos viendo más de 800 pacientes al mes, entre nuevas consultas, revisiones y tratamientos complejos, el doble que la media nacional». La razón de ese «gran atasco» no es una sola, sino la combinación de múltiples factores que han coincidido en el tiempo, llevando el volumen de la demanda a niveles inasumibles dentro de un plazo que puede considerarse razonable. Dependiente del servicio de Anestesiología y Reanimación, el problema de base es la falta de anestesistas, y más aún, especializados en tratar el dolor.
La oleada de pacientes tras la pandemia y las derivaciones de casos que no cumplen los criterios
«Durante la pandemia, los profesionales de Anestesia han tenido que reforzar otros servicios, como el de Medicina Interna o la Unidad de Cuidados Intensivos covid (UCI). Se ha agravado un problema real y es que necesitamos más especialistas en lo nuestro», explica Maldonado. La falta de personal experto en el manejo del dolor pasa factura cuando se enfrentan a ausencias prolongadas dentro del equipo titular. Y ese, precisamente, ha sido otro inconveniente añadido que ha contribuido a la situación de embudo. El propio Maldonado se acaba de incorporar después de dos años de baja laboral tras sufrir un grave accidente de tráfico. Y su perfil, especializado en técnicas de alta complejidad que requieren formación específica y experiencia, no se ha podido sustituir. De hecho, en este tiempo ese trabajo lo ha asumido una compañera con la que comparte funciones. «No es fácil encontrar anestesistas que se quieran dedicar a este área», admite.
Después, hay otros «problemas inherentes que necesitan solución, porque la Unidad del Dolor está enfocada a tratamientos especializados y, sin embargo, está desbordada de pacientes que no cumplen los criterios de derivación». Es por eso que ya se trabaja en afinar los protocolos para filtrar los casos que más se pueden beneficiar de técnicas anestésicas. También han influido las dificultades de acceso a la Atención Primaria durante la pandemia. «Muchas personas se refugiaron en casa, no fueron al médico para tratarse, y poco a poco han vuelto. Así es como hemos ido sumando un número de pacientes muy alto. Y lo que ya está al límite, acaba rebosando».
Faltan anestesistas que estén especializados en el tratamiento del dolor para reforzar y cubrir las bajas
Desde la Unidad, asegura, se está haciendo «un gran esfuerzo por sacar el trabajo adelante», pero «es inviable sostener ese ritmo eternamente. No es normal que superen tanto las solicitudes a la capacidad asistencial». Por lo que, «inevitablemente, hay retrasos y malestar, y no hay cosa que nos frustre más. Los más afectados son los pacientes con procesos degenerativos o crónicos de menor intensidad. A los preferentes, sobre todo a los oncológicos y a aquellos con patologías crueles, los atendemos con inmediatez».
«Quejas lógicas»
Incorporado hace apenas tres semanas a su puesto, Maldonado vuelve dispuesto a «darle un empujón» a la lista de espera, aunque ni siquiera se atreve a dar una cifra de los pacientes en cola. «Es lógico que las personas que sufren dolor se quejen si tienen mucha demora, estamos intentando que eso mejore». Recuerda que en 2016 se llegó a una situación de sobrecarga de la envergadura de la actual, en aquel momento fruto del relevo generacional, «porque subespecializarse en el tratamiento del dolor lleva tiempo. Entonces, con trabajo y tesón, conseguimos reducir ese problema. Ahora trataremos de volver a enderezar el camino», confía, sin perder de vista que el punto de partida es «complicado».
La Unidad ve al mes unos 175 pacientes nuevos, 270 en revisiones y más de 360 en tratamientos complejos
«Estamos citando para el próximo abril, y a los pacientes de revisión, con seguimiento a largo plazo, al año. Mucho tiempo, es verdad. Y no estamos satisfechos. Hay cosas que debemos cambiar: el tratamiento del dolor debe partir de la Atención Primaria, y derivar al hospital a quienes precisen técnicas infiltrativas. Lo ideal sería estar por debajo de los tres meses de espera, es la cifra mágica, pero es imposible», admite.
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