«A la hora del incendio estaba en un bar de Solares»

En los primeros días del mes de febrero del año pasado Cantabria ardía como una tea. Una oleada de 46 fuegos en otras tantas localidades de la región obligó a cortar carreteras y evacuar cuadras para salvar el ganado, y dejó exhaustas a las cuadrillas de montes. El Gobierno regional, a través del director general de Medio Ambiente, y los propios técnicos se mostraron convencidos de que la mayor parte de esos incendios fueron provocados y pidió la colaboración ciudadana para detener a los incendiarios. Aun así, sólo llegó a ser arrestada e imputada una persona, un vecino de Medio Cudeyo al que se atribuyeron dos fuegos intencionados en los parajes de La Curva del Pantano y Las Parrillas, ambos situados en el macizo de Peña Cabarga.

Ayer compareció ante el Juzgado de lo Penal número 4 y declaró su inocencia. «A la hora del incendio estaba tomando un café en el bar Dogo, de Solares», alegó Guillermo S. P. en su descargo, y presentó un testigo, ganadero como él y amigo, que ratificó su versión. El acusado se enfrenta a una petición de condena de nueve meses de prisión y multa de 4.050 euros.

El fiscal y el Gobierno de Cantabria, que ejerce la acusación particular, sitúan la hora del siniestro entre las 08.30 y las 09.00 horas del día 1 de febrero de 2017, en una zona conocida como la Curva del Pantano y en dos focos que empezaron en el margen de la carretera y que se extinguieron por sí mismos. El fuego afectó a 900 metros cuadrados de superficie, situada en una zona que pertenece a un parque natural protegido, compuesta por eucalipto, matorral de zarza y tojo. Ambas partes construyeron su acusación a partir de la declaración de un testigo que paseaba por la zona a las 08.50 horas y dio la voz de alarma al 112 al ver el fuego, y de los agentes forestales y guardias civiles que intervinieron en las pesquisas. El testigo aseguró en la vista oral que, tras observar el fuego a lo lejos, «de repente vi a una persona que subió a una furgoneta blanca y arrancó a una velocidad anormal», aunque no tomó la matrícula. Uno de los agentes forestales que se personó en la zona señaló que se cruzó con el vehículo, que tenía la puerta del conductor de un tono gris claro, y llamó a la Guardia Civil para ponerle en antecedentes. Indagaciones posteriores condujeron a los agentes hasta el acusado, propietario de un vehículo de las mismas características aunque en su interior no se encontró nada sospechoso.

Sin embargo, el imputado negó haber prendido fuego. Según su testimonio, ese día dejó a su hijo en el colegio y «a las 08.30 horas ya estaba en el bar de Solares tomando café». Guillermo admitió que tiene cabras «por todo el monte de Peña Cabarga, pero en la zona afectada no pastan prácticamente nada», y que sube todos los días a la zona. «Aunque no tengo horario concreto, entre las 08.30 y las 09.00 no voy nunca», se defendió. Su amigo aclaró que nadie más interesado que él en que «cojan al que quemó el monte porque de lo contrario no cobra subvenciones», pero aseguró que Guillermo no pudo ser porque estaba con él en el bar de Solares. El incendio forestal es uno de los delitos que en su día se incluyeron entre las competencias del tribunal del jurado, hasta que la modificación del Código Penal de 2015 lo excluyó.