La hostelería compensa la pérdida de facturación en barras con las terrazas
Los empresarios lamentan la caída de la rentabilidad por los aforos y porque «el fantasma de la crisis acecha y la gente se contiene en el gasto»
Aupada por las cifras de ocupación, la facturación creció el pasado mes de julio aunque de forma no tan generosa. «Hay que recordar ... que ocupación no es facturación porque hemos tenido que bajar algo los precios», recuerda Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hosteleros. De lo que no cabe duda es de que los negocios han tenido que reinventarse hacia el exterior, hacia el aire libre, porque el cliente ha asociado desde hace tiempo interiores a peligrosidad de contagio.
«Nosotros no se puede decir que estemos compensando, pero sí que estamos salvando un poco la situación de pérdidas en la barra, que llega hasta una caída del 70%, con lo que estamos trabajando en las mesas de la terraza», concreta Miguel Escudero, gerente de la cafetería La Catedral. Aunque de cara al futuro no es muy optimista.
«En verano vamos a seguir trabajando sí o sí. Porque aunque el negocio decaiga, siempre hay gente en la calle y además ha hecho muy bueno, pero la situación se está poniendo fea». Confiesa que cada vez menos gente mayor se sienta en las mesas. «Consideran que son perfiles de riesgo y te confiesan que tienen miedo». El cliente más habitual, el vecino de Santander, tiene un perfil bajo de consumición:«Se toman un café, un refresco, pero no hace un gasto fuerte, como cuando viene el turista y se toma una ración de jamón o de bonito». De hecho este año no ha tenido que contratar a la persona que en pasadas temporadas cortaba la pata en la terraza, y el pez está aguardando tiempos mejores en el congelador.
Es la tónica general con la que se mueven muchos negocios en el centro de la capital cántabra, donde se acusa en mayor medida la ausencia de turista extranjero.
«Luego está el tema del dinero», apunta Escudero. «Estamos viéndole las orejas al lobo y se empieza a hablar del paro, de que hay que ahorrar. Si la gente ahorra, no sale a tomar algo a la calle y entonces nosotros nos resentimos». Teme que tras el «espejismo» del verano, la realidad golpee de nuevo en otoño. Que no se pueda sostener el negocio y haya que hacer recortes. «Esperemos que no venga tan negro como avanzan algunos pero tiene mala pinta», avanza.
«Un año muy malo»
Otro referente de la capital cántabra, el restaurante Maremondo, baraja cifras similares, acentuadas por la caída de ventas en los días laborables. «Los fines de semana está yendo bien, pero entre semana no hay manera de lograr cifras de años anteriores», cuenta Paloma Marcos, directora general del negocio. «También el fantasma de la crisis económica acecha y el miedo a lo que pueda venir se está notando y se contiene el gasto, pero entiendo que tenemos que sobrevivir y sacarle el mayor partido a este mes atípico».
Las medidas de precaución lastran también la recuperación. A los ocho meses de parón –a los cuatro de invierno se le unieron los otros cuatro de confinamiento–, le suceden ahora las medidas de higiene y seguridad sanitaria que obligan, por ejemplo, a mantener la distancia de seguridad entre las mesas. De media, supone para los hosteleros un recorte de hasta el 20% del aforo en terrazas.
Las grandes cifras
70%son las pérdidas de facturación en barra de algunos establecimientos.
20%menos de aforo en terrazas surge como consecuencia de la obligatoriedad de mantener dos metros de distancia entre mesas
Algunos empresarios aplauden la flexibilidad del consistorio santanderino para habilitar más espacio y poder subsanar así el daño, pero aún con todo la situación es compleja. «Nosotros tenemos seis mesas y estamos dando buen servicio porque la ubicación es muy buena, pero el consumo no es como el de años pasados», remarca Estela Sánchez, propietaria de la cafetería Los Reginas, junto al Palacete del Embarcadero. «Viene gente y es verdad que Santander y muchas zonas de Cantabria están llenas, pero es que hay muchos que tienen segundas residencias y esos, al final, tampoco hacen mucho consumo», comenta. «El que de verdad hace gasto es el que viene de fuera, se queda en un hotel, y desayuna, come y cena fuera de casa».
Aún pese a todos inconvenientes, los hosteleros cántabros respiran con alivio al ver que la afluencia en el norte del país se mantiene sostenible, algo que nada tiene que ver con la tónica que se contempla en el sur o levante, donde muchos negocios ni siquiera han abierto ante la posibilidad siquiera de cubrir gastos. «Tenemos la suerte de que la gente nos ha asociado, también con razón, con la seguridad frente al virus. En Cantabria, por ejemplo, está claro que estamos mucho mejor que en otras regiones respecto a la aparición de brotes y además con todo el espacio de playas que tenemos y la posibilidad de estar al aire libre y en entornos menos masificados, pues damos la imagen de mayor seguridad», argumenta Ángel Cuevas.
Está claro que esa ha sido la ventaja competitiva que ha aupado a los establecimientos localizados en los entornos más rurales. En la terraza del hotel Astuy, por ejemplo, las cifras de facturación superan a las de ejercicios anteriores. «Es cierto que hemos caído un poco en lo que se refiere al funcionamiento de las habitaciones, pero en la terraza estamos mejor que en ejercicios anteriores», recalca su gerente, Emérito Astuy.
«Tenemos mucha extensión de terraza y eso se nota mucho porque está claro que la gente quiere estar al aire libre, donde se ha explicado muchas veces que el virus es menos peligroso. Nosotros hemos trabajado para potenciar eso y estamos teniendo suerte porque el cliente está respondiendo muy bien», cuenta. Si a eso se le une el buen tiempo del mes de julio, todo cuadra bien. «¿Agosto? Pues ya veremos. La previsión es que sea parecido a este pasado julio, pero habrá que esperar a que no haya ningún brote más ni pase nada raro».
El cliente elige los lugares donde presumiblemente no hay tanta aglomeración de turistas. «También nos pasa en Suances, y es que ese miedo que hay al contagio nos está beneficiando», cuenta Suso Gómez, gerente del Mirador de Suso, que se erige sobre la playa de Los Locos. «Lo que esperamos de agosto es parecido a lo que hemos tenido en julio. No creemos que nada vaya a cambiar porque aquí la situación sanitaria está controlada pero en todo caso habrá que ser prudente y sobre todo mantener la rigurosidad en la aplicación de las medidas de seguridad».
Alternativas de terraza
Tal es el afán de los empresarios por explotar el recurso de las terrazas que las propuestas de innovaciones están proliferando como nunca. En Santander, la propietaria del establecimiento Las Reginas aboga por una ampliación de espacios para multiplicar los terrenos de terrazas. «Hay lugares que a día de hoy están desaprovechados y que podrían habilitarse como terrazas si se pusiera interés», remarca Estela Sánchez. «En Cañadío, por ejemplo, podría ampliarse el espacio de mesas a toda la plaza y con ello se paliaría el problema que ha venido con los aforos. O la misma plaza de Pombo, ¿por qué no hacer en toda ella una terraza? Sería una cosa momentánea, que duraría sólo lo que duren las medidas por esta pandemia. O la misma campa de La Magdalena, que este año no acoge conciertos ni nada. Deberíamos plantear soluciones así para esta situación».
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