El Ministerio calcula que el tren Castro-Bilbao cuadruplicaría en demanda al viaje a Santander
Transportes se agarra al informe de 2022 para «priorizar» el tramo más cercano a Vizcaya, que implica romper el compromiso anterior con Cantabria
Si el tren rápido para comunicar Santander y Bilbao en el entorno de los 60 minutos –ahora el viaje dura más de tres horas– cotizara ... en una casa de apuestas, la opción más probable, en la que se metería más dinero y en la que menos se pagaría el acierto, sería que nunca se llevará a cabo. No solo porque los intentos pasados por comenzar a desarrollar esta conexión han fracasado estrepitosamente, también porque al impulso actual que inició la pasada legislatura el Gobierno de Cantabria cada vez le rodean más incertidumbres. Antes de las elecciones autonómicas, Europa ya descartó incluir esta línea dentro del Corredor Atlántico, lo que dejó al proyecto sin la posibilidad de optar a fondos europeos. Y esta semana, fuentes del Ministerio de Transportes confirmaban a este periódico que la intención es priorizar el tramo Castro-Bilbao, independientemente de que después se prolongue o no el trazado hasta Laredo y Santander. Así se entiende mejor por qué el Gobierno central descarta el estudio que ya tenía y ha encargado otro por tramos, no analizando el conjunto del trazado.
El dato
1,4 millones
de pasajeros tendría al año el viaje Castro-Bilbao, frente a los 391.000 pasajeros del Santander-Bilbao
¿En qué se basa ese cambio de planes? Se habla de la viabilidad económica atendiendo a las previsiones de pasajeros. ¿Y de dónde salen esas previsiones? De ese estudio que Transportes concluyó en 2022 junto al estudio de alternativas, que estimaba que el coste total del proyecto superaría los 2.000 millones de euros y que, debido a la complejidad del terreno, el 70% de la línea transcurriría por túneles o viaductos. En resumen, ese documento apunta que, en el horizonte de 2035, el tren absorbería al año 1,4 millones de viajeros en el tramo Castro-Bilbao, casi cuatro veces más de los 391.000 pasajeros anuales que harían el viaje entre Santander y la capital vizcaína, los 154.000 estimados para el trayecto Santander-Castro o los 35.000 del Santander-Laredo.
Las novedades han sentado como una patada en la espinilla a la presidenta regional, María José Sáenz de Buruaga. La popular está a la espera de que el ministro Óscar Puente le responda la llamada del martes para pedir explicaciones, pero ya avanza que supondría romper el compromiso que había suscrito el Estado con Cantabria. La primera vez que se explicitó fue en un acuerdo entre partidos, no entre instituciones. En el 'papeluco' que cimentó el pacto PRC-PSOE de 2019, que hablaba del tren a Bilbao con tres requisitos: las paradas en Laredo y Castro, que el viaje no superara la hora y que fuera una vía mixta para pasajeros y mercancías con el objetivo de dar salida a Europa al Puerto de Santander, algo que quedaría enterrado si el Ministerio confirma sus intenciones. Más indolente con las novedades se ha mostrado el PNV, feliz de que el Puerto de Santander no compita en igualdad de condiciones con el de Bilbao. En el pasado, con Miguel Ángel Revilla e Iñigo Urkullu al frente de los respectivos gobiernos, sí hizo campaña y compró la tesis cántabra.
Todos estos son capítulos de la última temporada del tren Santander-Bilbao, del que se viene hablando desde hace más de dos décadas. En la etapa de José María Aznar ya se hizo el primer estudio informativo, que quedó en nada. Hubo una segunda ventana de oportunidad en la etapa de Zapatero. Cuando José Blanco anunció que Cantabria no tendría AVE a Madrid por Palencia por los recortes provocados por la crisis económica, propuso a la región llegar a la capital a través de Bilbao.
En el caso del tramo Castro-Bilbao –en exclusiva, sin llegar a Santander–, también hay antecedentes curiosos. Patxi López como lehendakari propuso extender el metro de la capital vizcaína hasta Castro. Antes, fue el PP cántabro quien habló de un tren rápido solo entre estos dos puntos. De hecho, en 2004, intentó sin éxito meter una partida a través de una enmienda en los Presupuestos Generales del Estado. Dos apuntes más. Uno histórico, cuando la Asociación en Defensa de los Intereses de Cantabria se mostró partidario de priorizar el AVE a Bilbao frente al de Palencia, ya en construcción. Y otra actual, la de los usuarios de la red que piden mejorar las Cercanías –reducir los tiempos– en todo el tramo intermedio antes de pensar en un tren sin paradas en los apeaderos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión