Una Navidad en cuarentena
CAMBIO DE PLANES ·
La explosión de positivos de la última semana altera el guion de numerosas familias que tenían previsto juntarse para celebrar la Nochebuena. El covid condiciona las fiestas por segundo año consecutivoFamilia Vélez Valles | Un positivo por covid
«Cené en el porche y la familia dentro»
El covid ha traído consigo situaciones difíciles de imaginar. Las Navidades son fechas tan señaladas en las que parece que, si no cenas o ... comes en familia, se acaba el mundo. Pero la pandemia ha dado una vuelta de tuerca a los convencionalismos y ha obligado a tirar de imaginación para salvar las tradiciones. Nadie quiere quedarse solo, y menos si la familia está en casa pelando los langostinos. Algo así le sucedió a Mar Vélez Valles, que dio positivo por covid la víspera de Nochebuena.
El plan inicial era diferente. Mar pensaba cenar y comer en compañía de su marido, sus hijas, su padre y su suegra. «El miércoles me hice un test de antígenos y di positivo. Ya llevaba un par de días con los efectos del covid. Al día siguiente me hicieron una prueba PCR y el jueves me comunicaron por mensaje el resultado: tenía el bicho», relata ya bastante recuperada de la tos seca y de las secreciones de mocos. Tocaba cambiar el guion. Mar vive en el barrio Vernejo de Cabezón de Sal. «Mi suegra tiene 89 años y para evitar riesgos lo primero que hicimos fue que se fuera para evitar riesgos», cuenta.
La ventaja de vivir en una casa abrió le un abanico de posibilidades para que no tuviese que cenar sola. «Mis hijas me lo prepararon todo. Fuera tenemos un porche y ahí me instalaron una preciosa mesa, muy decorada. No voy a negar que me hicieron mojar el ojo cuando lo vi», relata. «Lo bueno es que hizo una noche estupenda, muy poco fría por el viento sur. Además, con esto de la pandemia, compramos una estufa de esas que hay en las terrazas de los bares, así que no pasé nada de frío», añade.
Mientras tanto, el resto del clan cenó dentro de casa, en el salón. Lo bueno es que ambas estancias están comunicadas por una ventana, a la que abrieron una de las hojas para que Mar pudiese seguir la velada y participar en las conversaciones. «No cené mucho. No tenía apetito. Enseguida me fui a la cama. Hoy ya me encuentro mucho mejor, con más humor. Será la fuerza que me han dado las torrijas que he desayunado», explica.
Hoy, día de Navidad, se volvió a repetir la misma escena. «Ha sido un comienzo de fiestas bien diferente al que nunca hubiera imaginado, pero me conformo con que no sea peor», concluye. Lo positivo es que la Nochevieja confía en que será diferente. El día 30 termina el periodo de su cuarentena, por lo que su vida recuperará la normalidad y podrá brindar junto a los suyos, ya dentro de casa.
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María Edesa | Cenó sola tras dar positivo
«Ha sido mi primer año sin Nochebuena»
Tenía la maleta hecha y cuatro días libres desde el jueves. Tiempo suficiente para dejar atrás Madrid, donde trabaja y reside, y pasar la Nochebuena y la Navidad con su familia en Renedo de Piélagos. Pero el destino jugó a María Edesa una mala pasada. El lunes se hizo un test de antígenos, ya que llevaba con síntomas desde el viernes anterior, y dio positivo. Al día siguiente le repitieron la misma prueba –«en Madrid sólo hacen PCR cuando tienen dudas», comenta–, que confirmó el resultado. Sola y resignada, se encerró en su casa. «Ha sido mi primer año sin Nochebuena», sentencia.
María, como gran parte de los positivos, no sabe cómo se contagio. «Seguramente por algún amigo asintomático, porque en mi entorno no ha dado nadie», cuenta. Lo peor es que la noticia le pilló tan por sorpresa que ni siquiera tuvo tiempo para improvisar un menú especial. «Como me iba para casa, la nevera, para no dejar nada fresco que se pudiera pudrir, no estaba como habitualmente», explica. Así que para Nochebuena —ya se encontraba algo mejor–, decidió pedir comida a domicilio. «Probé con varios restaurante; pero, después de hacer el pedido, la aplicación me lo canceló porque, lógicamente, como es normal, no abrían por la noche. Lo único que me ofrecía era comida china de un restaurante cercano. Así que ese fue mi menú», recalca.
Que fuese su primera Nochebuena sola no significó que la pasara en soledad. «Mi hermano vive aquí en Madrid conmigo, pero se marchó el domingo. El lunes, tras saber lo mío, le dije que se hiciese un test de antígenos. Dio positivo», explica. «Así que tuvo que cenar solo en un cuarto en casa de nuestros padres y ellos en el salón. Lo que hicimos fue una videollamada a tres para vernos mientras cenábamos. No niego que ha sido hasta algo cómico», explica. «Al menos ellos pudieron comer lo típico de Navidad mientras yo utilizaba los palillos», concluye.
María se levantó mucho mejor esta mañana. Se encontraba bien de ánimo, así que para la comida de Navidad decidió rebuscar por la cocina y prepararse los más parecido a un menú especial. «No he cogido el covid en dos años y me va a tocar ahora. Qué se le va a hacer. Me conformo con que mi hermano y yo, al menos, no nos encontramos tan mal», se congratula. Su cuarentena termina la víspera de Nochevieja, así que espera poder venir a Cantabria para festejarlo en familia, si sus padres dan negativo en la PCR que les harán al ser contactos estrechos de su hermano.
Familia Martín Cuesta | Cuarentena por precaución
«Qué le vamos a hacer, estamos en pandemia»
La familia de Rocío Cuesta ya está acostumbrada a que sus Navidades sean siempre diferentes a las del resto. Ella es pediatra y su marido cardiólogo, por lo que habitualmente se reparten el trabajo en las fiestas. A ella le tocó este año guardia de veinticuatro horas en el Hospital Valdecilla en Nochebuena y su marido hará lo mismo en Nochevieja. Con lo que no contaban era con una llamada sorpresa el jueves por la noche indicándoles que la profesora de uno de sus hijos podría haber dado positivo por covid. Con Rocío en el trabajo, el resto de la familia se confinó voluntariamente «por si acaso».
Así que la Nochebuena de la familia Martín Cuesta se vivió a dos velocidades. Rocío en Valdecilla, donde la pasó junto al resto de compañeros. «Ha sido una Nochebuena tranquila. Como cada año, el pico de afluencia baja a la hora de cenar y después surge algún caso por alergias. Por fortuna, nada grave», relata.
Antes de la llegada del covid, la Nochebuena también era diferente en el hospital. Se repartían el menú –aunque Valdecilla les ofrece una cena diferente a la habitual– y cada uno traía una cosa. «Este año también lo hemos hecho así, como el anterior, pero ha sido todo muy descafeinado. Hemos cenado por partes, en grupos ultrarreducidos y con muchísima distancia de seguridad. No nos podemos relajar», relata.
Mientras tanto, el resto de la familia lo pasó en su domicilio ya que el plan de ir a casa de los padres de su marido se fue al traste. «Han cenado como si fuera un viernes noche, lo que más les gusta. Han preparado pizzas y han visto la tele», cuenta Rocío, ya en casa tras salir de Valdecilla a las diez de la mañana. Los pequeños, además, tuvieron la deferencia de esperarla para abrir todos juntos los regalos que les había dejado Papá Noel. Después celebraron una comida de Navidad más tradicional. «Qué le vamos a hacer. Es que estamos en pandemia. Llevamos ya casi dos años y estamos todos, los sanitarios y el resto de la población, algo cansados; pero es lo que hay», subraya. «Me conformo con que en el hospital vaya todo bien y que no haya gente que esté muy mala. Ya habrá tiempo de celebrarlo más adelante», explica.
Familia López Peña | Un hijo en cuarentena
«Nos íbamos a Burgos y no hemos podido»
Leyre López es sanitaria y no tenía que trabajar ni en Nochebuena ni en Nochevieja. Así que lo tenía todo preparado. Iba a marcharse con los suyos a Miranda de Ebro, en Burgos, a pasar las fiestas en compañía de su familia. Pero el lunes un compañero de Mateo, su hijo de dos años, dio positivo y el aula al completo quedó confinada hasta mañana. Sus planes se rompieron, lo que le obligó a improvisar uno nuevo sin salir de Santander.
«Lo que más rabia, por decirlo de alguna manera, es que nos íbamos a juntar en Miranda mis padres, mi hermana, mis tíos de Zaragoza... Cuatro núcleos familiares que estaríamos juntos sólo en Nochebuena y Navidad, porque la Nochevieja y Año Nuevo la pasamos con la familia de mi marido», explica Leyre. No oculta el cabreo que tiene con el coronavirus. «Es que esta situación ya empieza a cansar», sentencia. «Hemos tenido dos bebés en pandemia, para conocerlos las familias tuvieron que esperar. Después, queríamos casarnos y lo tuvimos que posponer hasta en dos ocasiones. ¡Imagínate! Al final, decidimos hacerlo pero no como a nosotros nos hubiese gustado. Hubo menos gente y todo fue mucho más contenido. En fin, por todo esto estamos ya hartos, aunque nos lo tomamos con mucha resignación. Qué le vamos a hacer», se consuela.
Con lo que no contaban era con este nuevo confinamiento. «Nosotros, según el protocolo, sí podríamos salir. También el pequeño Lucas, de once meses; pero no vamos a dejar a Mateo. Es mejor ser responsables. Es lo que toca», añade Leyre.
Lo que sí se propusieron desde el momento en el que supieron que el pequeño debía guardar cuarentena fue celebrar la Nochebuena y la Navidad los cuatro en familia. «La cena fue muy pronto. Antes, a las siete y media, Papá Noel ya había pasado por aquí. Este año ha sido más espléndido de lo habitual, les ha traído más regalos para que se entretengan el tiempo que tienen que pasar en casa. Luego cenamos y estuvimos un rato juntos antes de acostarnos sobre la media noche», relata.
La mañana de día de Navidad la emplearon en jugar con el dominó que Santa trajo a Mateo. «También he preparado una tarta que tenía pensado llevar a Miranda y después de comer hemos tenido una sesión de cine en familia, para que se entretengan», añade. «Lo peor es no poder salir y no ver a la gente con la que sólo coincides en estas fechas, pero bueno, ya habrá otras oportunidades», señala.
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