Los ojos que protegen la ciudad
Una patrulla del Servicio Aéreo de la Policía controla estos días la seguridad de la Semana Grande a 300 metros de altura
Abre la puerta, se sube al vehículo y lo primero que hace es quitar el parasol de la luna delantera. Comprueba con su compañero que ... todo funciona como debe y en poco más de dos minutos se pone en marcha. Se mueve con la misma familiaridad que los agentes de las patrullas policiales que cada día salen a la calle para detectar delitos, intervenir cuando el ciudadano solicita su presencia o simplemente dejarse ver para que el criminal que está a punto de actuar sienta la presión y se lo piense dos veces antes de quebrantar las leyes. Lo que ocurre es que ellos lo hacen a 300 metros de altura y con una visión que les permite controlar en cuestión de segundos toda la ciudad. «Puede parecer que vamos relajados, pero realmente la concentración es máxima. Hay que estar al 200% porque no sólo hay que dirigir el aparato, también tener los ojos abiertos sobre lo que tenemos bajo los pies y estar en comunicación con los de abajo», explica, mientras deja a un lado el Palacio de La Magdalena, Guillermo, inspector de la Policía Nacional y piloto del 'Ángel 23', uno de los helicópteros del Servicio Aéreo del Cuerpo que estos días sobrevuela Santander.
Su estancia en Cantabria es circunstancial. Junto a Jorge y Gabriel, los otros dos integrantes del grupo, estará hasta este domingo constantemente despegando y aterrizando del Seve Ballesteros. Siete días, probablemente los que reúnen en la ciudad un mayor número de personas y eventos multitudinarios y cuándo más probabilidades hay de que ocurre un imprevisto. Por eso la Jefatura Superior de Cantabria, como el año anterior, solicitó que este equipo con base en Zaragoza prestara apoyo al resto de integrantes de la 'Operación Verano'. Acaban de llegar de los San Fermines de Pamplona y ahora les toca la Semana Grande.
Ayer por la mañana, su primera salida se produjo alrededor de las 12.30 horas. La festividad del 25 de julio contribuía a dibujar una jornada tranquila como pocas a lo largo del año. «Mejor, sobre todo para los santanderinos», señalaba Guillermo mientras sobrevolaba la plaza de toros de Cuatro Caminos que habían visitado a mil pies de distancia el día anterior. Como los conciertos de La Campa, estos eventos en los que se congregan cientos de personas son potenciales incidentes, mucho más en el contexto de alerta 4 terrorista que exige máxima atención. Si ocurriera una avalancha o un atentado, el helicóptero sería los mejores ojos para los que trabajan a ras de suelo. Incluso puede emitir una señal en directo a la Jefatura para un seguimiento al segundo. «Cuando nos centramos en un lugar concreto podemos trabajar en estacionario (cuando el aparato no avanza y parece sostenido en el aire ), que aporta una visión de 360 grados de la zona», detalla Gabriel. Las patrullas a caballo o los agentes a pie tienen mayor capacidad de respuesta 'in situ', pero ellos son los que mejor pueden aportar información puntual y precisa.
O hacer un seguimiento y detectar a los grupos itinerantes que roban en viviendas y aprovechan el verano para hacer su agosto cuando hacen acto de presencia, o coordinar la llegada de las personalidades que visitan la Universidad Internacional Menéndez Pelayo... «Estamos al servicio de todos los compañeros que nos puedan necesitar en cualquier momento», subraya Gabriel, quien explica que aunque el destino principal es Santander, ante cualquier incidencia en poco más de 15 minutos pueden ir de una punta de Cantabria a la contraria. A 300 kilómetros por hora –en 15 segundos logra el pico de velocidad–, Castro Urdiales y Unquera están mucho más cerca.
Todo ello se enmarca en las labores de vigilancia y control preventivas, o en la respuesta inmediata ante situaciones sobrevenidas. Pero el Servicio Aéreo también ejecuta estos días en Cantabria lo que llaman misiones operativas. Es decir, 'encargos' concretos que solicitan unidades como la Policía Científica o la Policía Judicial. Durante la mayor parte del año, los agentes cántabros no tienen a su disposición un medio de estas características y aprovechan la visita del 'Ángel 23' para hacer comprobaciones o confirmar hipótesis de trabajo que pueden dar el espaldarazo definitivo a una investigación: «Es que nos adaptamos un poco a todo lo que nos piden. En alguna ocasión también hemos llevado a los perros de la Unidad Canina. Depende de las circunstancias». Casi la única limitación es la meteorología, porque también por la noche pueden volar. En la agenda de las próximas semanas tienen La Rioja, Cataluña, País Vasco y en agosto de nuevo Santander.
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