El pequeño comercio de Cantabria pide auxilio
Las ventas se estancan y el sector exige al Gobierno regional que adopte medidas | Las asociaciones lamentan la caída de las ganancias, aunque el turismo de julio ha beneficiado al Casco Viejo de Santander
El pequeño comercio de Cantabria está herido de gravedad y, si no se actúa «con urgencia», morirá. Desde las asociaciones de comerciantes achacan la ... bajada de las ventas al auge de las compras por internet, especialmente entre los jóvenes, y otros ponen el foco en la falta de apoyo institucional. «Nadie se acuerda de ayudar al pequeño comercio y es lo que le da la vida a los centros de las ciudades», se lamentan. El índice de ventas al por menor lleva varios años con ligeras fluctuaciones hacia arriba y hacia abajo aunque, por lo general, el porcentaje es negativo. En junio de 2019, el índice cayó un 1,5% respecto al mismo mes de 2018, según el Instituto Cántabro de Estadística.
En lo que va de año, los números están mucho más estancados que al compararlos con ejercicios anteriores. La tasa de ventas en la primera mitad del 2019 es prácticamente igual cada mes que pasa. Este junio, el índice de ventas en la región se situó un 0,2% por encima de la media del año, un porcentaje que se ha mantenido cerca del cero durante los seis primeros meses del 2019. Aunque la mayoría de los comerciantes coinciden en que la situación no mejora, el centro de Santander sí ha notado un incremento de los ingresos con la llegada de los turistas.
1,5
por ciento han descendido las ventas al por menor en Cantabria en junio de 2019 respecto al mismo mes del año anterior.
El secretario general de la Federación Cántabra de Comercio (Coercán), Gonzalo Cayón, tiene una visión de la situación que refleja lo mismo que las cifras. «Un poco en línea con el año pasado. Las ventas van subiendo y bajando, aunque sin movimientos drásticos. El comercio abarca muchos sectores y a unos les va mejor que a otros. En general, se ha ralentizado el consumo en lo que va de año», expone. Considera que las plataformas de venta 'online' son las principales causantes de este descenso en las ventas de los pequeños comerciantes. Especialmente en los jóvenes, entre los que ha cambiado la tendencia de consumo y apenas utilizan otra herramienta. «Luchar contra internet es imposible. Con el móvil, las compras están todo el rato al alcance de la mano. Llegan correos electrónicos con ofertas, aparecen descuentos en las redes sociales...». Cayón considera importante animar a la gente a convertir al negocio de proximidad en la primera opción de compra, «sin desmerecer otras opciones». También cree que es importante que las tiendas locales incluyan a las nuevas tecnologías en su día a día. «En los últimos años, Cantabria se ha reforzado como destino turístico y es una oportunidad para que los comercios de la región utilicen las redes como escaparate para atraer a visitantes como clientes».
No es sencillo hacer una valoración general de la situación del comercio en la región porque es un sector dedicado a la venta de todo tipo de productos y no a todos les afecta lo mismo. «Hay algunos más repetitivos, otros que no prosperan si no están en primera línea comercial...». También apunta que hay clientes que compran directamente a través de la web sin comparar los precios con los de las tiendas de la ciudad «y, en ocasiones, es más asequible». Además, considera que «hay que tener en cuenta el asesoramiento personal y los costes que se tienen al regentar un local físico, a diferencia de lo que cuesta mantener una plataforma 'online'».
Sin apoyo institucional
Al auge de internet como competencia del comercio tradicional, los comerciantes suman la liberalización de las rebajas, que permite que las tiendas ofrezcan descuentos y ofertas en cualquier momento del año sin respetar los dos periodos habituales, localizados a principios de año y en verano. Una situación que obliga a vender a precios más bajos durante todo el año, con lo que apenas pueden sacar beneficio. El presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios, Comerciantes y Autónomos de Cantabria (Apemecac), Miguel Rincón, es la voz más crítica. A las ventas 'online' y la liberalización de las rebajas añade un tercer inconveniente con el que los comerciantes tienen que convivir: el «inexistente» apoyo de las instituciones. Afirma que el Gobierno regional ofrece ayudas y promociona muchos sectores, «como tiene que ser», pero que nunca se acuerda del comercio minoritario. «Y lo necesita urgentemente. Si no, desaparecerá. Requiere un plan potente de modernización para recuperar el público». Explica que su sector da trabajo a miles de personas y genera más dinero que otros que sí reciben apoyo. Sin embargo, nadie fija la vista en ellos, «que somos fundamentales para mantener las ciudades vivas, nadie quiere visitar sitios donde está todo cerrado».
Rincón pone como ejemplo los núcleos más grandes de Cantabria. «Si paseas por las cinco calles peatonales de Torrelavega, verás más de cien establecimientos cerrados. Si vas a la calle Rubio de Santander, que ha resurgido en los últimos años, verás que en las paralelas está todo cerrado. En la capital cántabra, de la Alameda de Oviedo hasta Cuatro Caminos (con sus calles paralelas), hay más de 300 locales vacíos». Defiende que el Ejecutivo regional y los Ayuntamientos son los encargados de revertir esta situación que «parece que a nadie le importa». El comercio «da encanto a las ciudades. Sólo pido más cariño, más respeto y más dedicación hacia el sector».
Turismo como salvavidas
El presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Laredo (Acelar), Rafael Aires, tampoco se muestra muy positivo. Considera que las ventas continúan en «la misma línea» que el año pasado, pero que no termina de subir. «Julio ha sido un mes normal. Por lo general, agosto es mejor». Al igual que sus compañeros de otras asociaciones, considera a internet y a las grandes superficies la mayor competencia. «Las rebajas interminables y ofertas como el 'Black Friday', en las que además la gente aprovecha para comprar los regalos de Navidad, hacen mucho daño». Aunque coincide con Rincón en que «las administraciones siempre pueden ayudar», también cree que el pequeño comercio debe poner de su parte y tratar de modernizarse para encajar en las nuevas tendencias de compra y venta. «Es fundamental que haya gobiernos estables. En Laredo llevamos muchos años en los que no se aprueban los Presupuestos y los problemas se arrastran. La industria no viene porque no se pone en marcha el Plan General». Cuenta que desde Acelar organizan ferias de 'stock' y actividades en la calle para estar en contacto con los clientes, «pero tenemos nuestros límites, no podemos hacer mucho más».
Entre todo el pesimismo, el presidente de la Asociación del Casco Viejo de Santander pone de relieve «los buenos datos» de julio. «Las cifras han sido mejores que el año pasado y, de momento, mejor que en los primeros días de agosto». Explica que los turistas están siendo el salvavidas de los negocios del centro de la ciudad y que las tiendas se llenan tanto de visitantes nacionales como internacionales. «Vemos mucha gente que vuelve a tener interés por el trato personal en las tiendas, que aprecia el asesoramiento profesional y poder probarse varias tallas y mirar las telas antes de decidirse». Afirma que muchas de las personas que vienen de otros países, como Francia, Alemania o Bélgica, son cántabros que viven allí por motivos laborales y que regresan en estas fechas a los negocios que conocen y que valoran cómo trabajan. «Estamos observando que en agosto viene más gente con plan de playa y, en julio, vienen más a consumir».
Los comerciantes «no pueden permitirse abrir los domingos»
el Rincón, pone la vista en otro de los factores que impiden que el pequeño comercio sea competente frente a las grandes cadenas comerciales: la apertura de los negocios durante los domingos y los festivos. «A veces se nos tacha de vagos por no abrir estos días, cuando tenemos muchas más dificultades para hacerlo». Cuenta que algunas multinacionales tienen un convenio que les permite abrir el último día de la semana sin que los trabajadores tengan que ser compensados con días libres, «únicamente un plus de festivo dentro de la nómina, sin que se considere jornada extraordinaria». No se consideran horas extras ni que deban recuperarse posteriormente. «Pero en el pequeño comercio es muy diferente. Lo primero de todo es que debemos pedir permiso al empleado, que sólo trabajará el domingo si lo cree conveniente. Después, además de que esa jornada debe pagarse mucho más que otro día de la semana, el trabajador debe descansar otros dos días. No nos sale a cuenta. Si queremos abrir los domingos, tenemos que trabajar los dueños del negocio o no podremos permitírnoslo».
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