«Es un privilegio leer en un barco en la Bahía»
María Luisa García-Franco | periodista y escritora ·
En su libro sobre una jueza amenazada por ETA, recién presentado en el Ateneo, advierte de que aún «hay muchas historias pendientes de contar»Al hablar con María Luisa García-Franco de su libro 'Mejor no contarlo' (Larrad Ediciones), transmite que a través de sus páginas ha cumplido parte ... de una deuda pendiente, no solo de ella, sino de toda la sociedad. La periodista y escritora sintió en su piel el sufrimiento y miedo de los jueces vascos durante la época en la que ETA era un acorazado blindado, que arrasaba por donde pasaba. Recién presentada su obra en el Ateneo de Santander, advierte de que «hay muchas historias pendientes de contar. No está todo dicho».
-Fue durante 20 años corresponsal del ABC en el País Vasco. Ahora escribe este libro porque considera que hay cosas aún pendientes por contar sobre ETA.
-Mientras ejercía como corresponsal en el País Vasco, conviví con personas del ámbito de la política, de la empresa, de la judicatura y del periodismo que estuvieron en la diana de ETA y que optaron por no contarlo, ni siquiera a su entorno, porque lo que cabía esperar en aquellos años de la sociedad vasca no era solidaridad, sino distancia. Ese es el germen del título de mi novela: 'Mejor no contarlo'. Fueron años en los que imperó la ley del silencio y yo pensé entonces que algún día habría que contar cómo durante los años más activos de ETA las víctimas fueron abandonadas a su suerte, no sólo por la mayoría de la sociedad vasca, sino también por las instituciones.
«Elegiría Abadilla de Cayón, donde nació mi abuelo materno, y puede que escribiera una historia de indianos»
-Revivir esos años, la injusticia, ponerse en la piel de su protagonista, la jueza... Imagino que habrá tenido días en los que los sentimientos le habrán complicado la tarea.
-Me oprimió en aquel momento, pero el recordar no ha sido dramático, ha sido liberador sacarlo fuera. Viví muy de cerca las situaciones que relato en mi novela y quería contribuir a fijar en la memoria colectiva que las personas señaladas como objetivo por ETA no pertenecían a ningún bando de ninguna guerra. Eran seres tan humanos como mi protagonista, una juez madre de familia, a quien le temblaba el pulso cuando movía la llave para arrancar el coche con sus hijos dentro, con el temor de que ETA hubiera colocado una bomba-lapa bajo su coche, que tal vez ella no hubiera detectado al agacharse para observar los bajos del vehículo. Fueron muchas las personas que vivieron con miedo porque ETA se encargaba de que sus víctimas supieran que iban a por ellas y hasta que se generalizaron los escoltas, cuando ya habían muerto la mayoría de las personas asesinadas por la banda terrorista, quienes fueron señalados como objetivo vivieron así o se marcharon.
-¿Usted temió por su vida en algún momento de aquellos años?
-El ABC y todo el grupo Vocento fueron señalados por ETA como objetivo, pero yo no he querido nunca contar mi historia. Elegí a los jueces como protagonistas porque me llamó la atención que en los últimos meses de 2001 la Ertzaintza localizó la lista de objetivos del comando Buruntza, en la que aparecían ochenta jueces, y no hubo reacción institucional, hasta que ETA mató a uno de ellos.
-¿Cómo vive noticias como la que Bildu es pieza clave para que el Gobierno saque adelante la nueva Ley de Memoria Histórica?
-Conviví como periodista con algunos de los políticos socialistas asesinados por ETA. A algunos los apreciaba personalmente, como a Fernando Buesa, y ver ahora cómo un presidente de Gobierno, de su partido, deja que quienes apoyaron a sus asesinos sean los que impongan su versión de la historia, me parece una ofensa a las víctimas.
«Cuando imperaba la ley del silencio, pensé que algún día contaría cómo las víctimas de ETA fueron abandonadas»
-¿Cómo ve a los jóvenes del País Vasco? ¿Ellos carecen de memoria histórica o son conscientes de ese pasado tan reciente?
-Los jóvenes en el País Vasco no quieren mirar atrás, como tampoco la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Por eso la literatura tiene mucho que aportar en la generación de una memoria plural, sobre un pasado reciente, en el que una banda terrorista utilizó la fuerza para intentar imponer sus planteamientos políticos.
-La crítica afirma que su obra se acerca a la novela negra. Las mujeres están ganando terreno en este género.
-Sí, las mujeres están ganando terreno en un género tradicionalmente masculino. Pero yo he tenido otro referente: el periodista norteamericano Truman Capote, pionero de la literatura periodística. Al igual que él hiciera en su novela 'A sangre fría', en base a hechos reales, yo no sólo he urdido una trama de suspense, sino que también he intentado trazar el perfil humano de las víctimas y buscar las claves para entender cómo fueron capaces sus asesinos de apretar el gatillo.
-De cara a una próxima novela, ¿qué escenario de Cantabria escogería para su trama?
-Tal vez elegiría Abadilla de Cayón, donde nació mi abuelo materno, Pedro Zúñiga, y puede que contara una historia de indianos, porque él, tras estudiar en Santander, viajó a México, como otros muchos cántabros que trajeron de vuelta recursos para su tierra.
-¿Dónde se perdería en Cantabria con su libro favorito este verano?
-Me gusta especialmente la bahía de Santander, un lugar privilegiado para navegar a vela. Leer en la cubierta de un barco, cuando haya encalmada, no sería mal plan.
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