«Es ridículo que no se dé Filosofía en las aulas»
Con 41 años dio un giro a su vida, abandonó el mundo de las finanzas y encontró su vocación, la escritura, que desarrolla entre Bilbao y Somo-Boo
Cuando uno conoce a Antón Arriola (Durango, 1967) tiene la sensación de que nunca tiene prisa, pero nunca está pausado. Mide muy bien sus tiempos. ... Algo esencial para su nueva etapa como escritor, tras pasar casi dos décadas dedicado al mundo de las finanzas en las más altas esferas. Se reconoce «disciplinado y exigente» consigo mismo, pero «sin llegar a perder la cabeza. He subido al Himalaya, pero cuando el sherpa me ha propuesto llegar hasta la cumbre, he dicho no. No soy de extremos», aunque le gusta discutir con vehemencia. La filosofía y el existencialismo están presentes en su novelas, que escribe entre su casa de Getxo y Somo-Boo. Tiene claro que Cantabria «no solo es para los veranos. Hay mucho que explorar durante todo el año».
-Dedicado durante dos décadas a la vorágine de las finanzas en Londres, Nueva York y Madrid, ¿qué le llevó a parar y volver al País Vasco?
-Estaba aburrido de las finanzas y quería darle un cambio de rumbo a mi vida. Empecé por estudiar Filosofía y enseguida pasé a escribir novelas, con poco más de 40 años. Encontré mi vocación. En cuanto a volver al País Vasco, mi mujer, aunque nos conocimos en Londres, es también de Bilbao. Tenemos a la mayor parte de la familia allí. También contaron aspectos como la calidad de vida y que nuestros hijos estuvieran abiertos al mundo, pero que recordaran sus raíces.
«Tras la crisis de 2008, las empresas e instituciones se preocuparon por la filosofía»
-¿No siente alguna vez mono por ese mundo o no llegó a parar en seco?
-En un principio combiné las dos actividades, durante tres años, pero no tardé en centrarme en la escritura. La literatura es un mundo tan amplio y apasionante que no deja mucho tiempo para otras cosas. Aparte de escribir, tienes que leer teoría literaria, ensayos y cientos de novelas. Yo me lo tomo como si hubiera emprendido una segunda carrera y fuera quemando etapas de mi aprendizaje. No echo de menos las finanzas, ni siquiera el mundo empresarial. No me queda tiempo ni para seguir las noticias económicas.
-¿Supo que lo que quería hacer era escribir o solo necesitaba hacer otra cosa y después llegó la escritura?
-Siempre me había gustado leer y escribir. Tenía un cierto gusto por el lenguaje. Pero lo que me llevó a la novela fue la filosofía. Quería trasladar determinadas ideas, pero de una manera más viva. Mis novelas son hasta cierto punto novelas de ideas, aunque con el tiempo he ido comprendiendo que tienen que trasladar primordialmente emociones y vivencias. Es lo que intento combinar cuando escribo. Además, como muchos escritores, tengo un conflicto con el mundo e investigo sobre él a través de las novelas.
-La filosofía solo está en las aulas españolas de manera testimonial. ¿Lo pagarán las siguientes generaciones?
-Es ridículo. Los países más punteros le dan una importancia enorme y nosotros vamos para atrás. Tras la crisis financiera de 2008, muchas instituciones educativas mundiales, las más avanzadas e importantes, se dieron cuenta de que parte del problema provenía de la falta de valores. La ética y la filosofía tomaron entonces mayor protagonismo en la educación. Incluso las empresas e instituciones financieras se preocuparon por el tema. No puede ser que aquí tomemos la dirección contraria.
-Su última novela la sitúa en Bilbao, tras la caída de las Torres Gemelas. Usted trabajó en el corazón financiero de Nueva York. ¿Qué supuso ese momento para usted?
-Fue tremendo. Casi todos pudimos ver en directo cómo impactaba el segundo de los aviones contra la Torre Sur. Parecía un cambio de paradigma, ningún lugar sería ya seguro. Pero siendo muy grave, no hay que caer en el fatalismo.
-Con 'El Negro y la Gata' (2016) y 'El Caso Newton' (2018) se adentra en la novela negra y se apoya en Umberto Eco y su libro 'En nombre de la rosa'. ¿Qué le llevó dejarse guiar por la inspiración de este escritor y filósofo italiano?
-'El Caso Newton' sí que tiene un aire a 'El nombre de la rosa'. Una historia alrededor de la aparición de un manuscrito antiguo, en este caso de Isaac Newton. Mucha intriga, algo de historia y un ambiente culto. Pero Umberto Eco está a otro nivel. Es un fenómeno, claro, en innumerables áreas de la filosofía y de la lingüística, además de como novelista.
-¿Qué tiene entre manos?
-Mi quinta novela. Estoy a punto de terminarla. Una obra que transcurre entre la actualidad y el periodo de entreguerra. Se trata de la historia del exilio de los Habsburgo. A lo largo de los años veinte del siglo pasado, la emperatriz Zita vivió con sus ocho hijos en un pequeño pueblo pesquero de la costa vizcaína, y creó allí su corte en el exilio. Yo novelo los movimientos que realizaron para recuperar el trono. Los exagero, claro, es un thriller histórico. Utilizo para ello la figura ficticia de Józef Bàrath, preceptor del príncipe heredero, el archiduque Otto de Habsburgo.
«Como muchos escritores, tengo un conflicto con el mundo e investigo sobre él a través de la escritura»
-¿Cantabria es un buen lugar para escribir?
-Tenemos una casa en Somo-Boo y allí escribo de maravilla. Hay mucha paz. Me escapo en cuanto puedo.
-¿Cantabria es solo para el verano?
-Cantabria es para todo el año, por supuesto. Para disfrutar de los Picos de Europa y los innumerables paisajes maravillosos se necesitan más meses que los del verano. Se puede navegar o jugar a golf o simplemente pasear y disfrutar de la gastronomía todo el año. Si no, ¿cuándo te vas a comer un buen cocido montañés? La oferta cultural también es importante, y no para de aumentar. Ahí tenemos el Centro Botín como ejemplo.
-Usted tiene un barco de vela. Todo paisaje cambia desde el mar. ¿Cuáles son sus lugares favoritos para fondear?
-Me temo que los de todo el mundo. Vamos a la isla de Santa Marina, a Mataleñas, a Bikini... alguna vez hasta Langre. Depende también de dónde pegue el viento.
-¿Qué comida le sabe más rica cuando está en el barco?
-Para mí, sin duda, la marmita. Templada está estupenda, y si es del día anterior, todavía más rica.
-¿Dónde ponen las mejores sardinas asadas?
-De nuestro lado de la bahía, el Tronky, en Pedreña. Y no solo sardinas, tienen un pescado estupendo.
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