La Universidad de Cantabria ajusta la calefacción ante la escalada de precios
La institución, con su contrato actual, paga unos 4.000 euros al día, pero la renovación de condiciones que será efectiva en abril llevaría esa cifra a casi 7.000
Desde la Universidad de Cantabria ponen uno de esos ejemplos muy visuales para hacerse una idea. La superficie que deben calefactar a diario equivale ... a 37 campos de fútbol. La factura -también diaria- supone en torno a 4.000 euros. Eso, en las actuales condiciones. La UC tiene un convenio con otras universidades españolas y compran la energía de forma agregada. Con unas tarifas concretas que les permiten, en cierto modo, parar el golpe actual. El problema es que ese convenio termina a finales de este mes y el nuevo ya se negoció en periodo de subidas. O sea, teniendo en cuenta un considerable aumento de precios. Eso supone que los 4.000 de ahora serían cerca de 7.000 el mes que viene. Creen que podrán mitigar el impacto porque abril -cuando empezarán a aplicarse las nuevas condiciones- ya no es un periodo obligado de calefacción y, en general, el consumo de gas se reduce notablemente. Y, así, unos meses, en los que esperan que las circunstancias mejoren. Pero, entre tanto, ya han tomado medidas. En el arranque de este invierno ajustaron los horarios de la calefacción. Y en enero, aún más. Básicamente, tiene que hacer algo más de frío que antes para que salte y se pone durante menos tiempo. Calculan que han conseguido un ahorro de entre un 10% y un 15%.
Lo explica con detalle Mario Mañana, vicerrector de Campus, Sostenibilidad y Transformación Digital. Pocos lugares como la UC cuentan con una monitorización tan detallada de su consumo (también por razones medioambientales, porque la UC es una de las pocas universidades que registra su huella de carbono).
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El asunto es serio. El gas supone en el presupuesto, más o menos, medio millón de euros. La electricidad, otro millón y medio. Y hay que sumar cerca de 300.000 en mantenimiento. En la práctica, entre el 1,5% y el 2% del presupuesto total de la institución. Dicho así no parece mucho. Pero la mayoría del dinero que paga la UC va para gastos corrientes, sobre los que no hay margen de maniobra (las nóminas, por ejemplo). Así que un aumento de estas partidas impacta directamente en «la parte que sí diferencia» a una universidad, a lo que puede dedicar a becas, proyectos, ayudas a la investigación... «Sería demoledor», resume Mañana.
La UC participa para la electricidad en un acuerdo marco del Gobierno y para el gas, en un convenio con otras universidades
Por eso hay inquietud. En cuanto a la electricidad, la UC participa del acuerdo marco que tiene el Gobierno de Cantabria (como los hospitales o cualquier otro edificio público). El precio se paga dividido en paquetes horarios y es fijo. Ese acuerdo se actualiza cada seis meses y el último fue de principios de verano. O sea, que están librando de la gran subida y han sufrido «un incremento moderado». La cuestión es que ya se han dado casos en otras universidades en los que las comercializadoras, en este contexto, han rescindido los acuerdos unilateralmente. «Y entonces tendríamos que ir al mercado, algo que ahora sería muy difícil». Por eso -y porque el contrato finaliza en un año y tendrán que decidir si se suman o no al nuevo-, llevan ya analizando y poniendo en marcha un plan de eficiencia.
Medidas
Primero, con un control exhaustivo del consumo a través de trescientos medidores repartidos por el campus. Para entenderse, que no se quede ninguna luz encendida más de lo necesario. Además han ido mejorando poco a poco las instalaciones (con sistemas Led) y, llegado el caso, se plantearían ajustes horarios, aunque esto obligaría a tomar otras medidas de tipo organizativo. Por ejemplo, si en una etapa del calendario concreta se cierra un edificio, reorganizar la actividad para poder hacerlo (la investigación no para en todo el año).
De momento, lo más inmediato tiene que ver con el gas, con la calefacción. Y en España ya hay universidades que, directamente, han cortado. En la UC consideran que eso no es posible y optan por medidas en busca de ahorro. Si apagaran todo, entienden, lo que se dejaría de pagar por un lado, se acabaría pagando por el otro. En todo caso, advierten que con ese 10%-15% ya están «al límite» de lo que pueden rebajar.
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