Espido Freire
La autora abre esta tarde el ciclo del Aula de Letras de la UC que aborda la relación entre literatura y suicidio
PILAR G. RUIZ
Santander.
Viernes, 3 de noviembre 2023, 01:00
Con un verso de Borges, 'No quedará en la noche una estrella', el Aula de Letras de la Universidad de Cantabria ha dado título al ... ciclo en el que aborda la relación entre literatura y suicidio. Lo abrirá esta tarde (19.30 horas) en el Paraninfo de la UC la escritora Espido Freire (Bilbao, 1974). La ganadora del Premio Planeta y autora de novela, ensayo, literatura juvenil o teatro, hará una reflexión bajo la denominación 'Ni todos los perfumes de Arabia limpiarían esta mano mía'.
-¿Por qué titula su ponencia con una cita de Macbeth?
-Porque Macbeth es precisamente una de las obras en las que nos encontramos con una muerte extraña. Dentro de las muchas muertes de la obra, que muere hasta el apuntador, porque 'Hamlet' tiene fama, pero 'Macbeth' tampoco se queda atrás. Lady Macbeth muere en unas circunstancias particularmente extrañas. Cuando ocurre, su propio marido ha perdido ya todo el amor e interés por ella; está devorado por la codicia y la culpa. Por tanto, se une a la condenación del suicidio, el propio olvido y el desamor. Hay muchos suicidios en la literatura clásica, algunos con más gracia que otros, pero este caso particular me resultaba interesante.
-Sin embargo, su suicidio es una suposición; Shakespeare lo dejó fuera de escena y algo similar ocurre con el tema en la actualidad.
-Sigue siendo un tabú y sigue siendo una cuestión que cuando no está expuesta o claramente delimitada por las circunstancias, intenta no aclararse. En ese sentido, es por supuesto entendible que la propia familia o los allegados se encuentren con un doble shock. Por un lado la pérdida de un ser querido y por otro, la censura y el cuestionamiento. Hay mucho trabajo que hacer ahí.
-¿Pasa el tiempo y los tabúes permanecen?
-Sobre todo el tabú social y el de la culpa. En particular en estos momentos en que nos encontramos algunos casos terroríficos de suicidios infantiles, el lavado rápido de manos y de responsabilidades. Cada una de las reacciones que ha habido, positivas o negativas, nos dice o nos revela cuáles son las carencias y debilidades de la sociedad y nosotros seguimos teniendo muchas.
-¿Es la muerte el tema más universal de la literatura?
-Junto con el amor y la violencia.
-Su evolución en la literatura tiene múltiples perfiles
-Es un tema extensamente tratado en la literatura. En ocasiones como el castigo máximo para el malvado, en otras, sobre todo durante el romanticismo, como una de las salidas más extremas, cuando ya no había más opciones, para las jóvenes heroínas que habían perturbado el orden social y en otras ocasiones como una muestra de desesperación, de rebeldía frente a la naturaleza. Ha habido más, en las artes en general y en la literatura en particular, nos hemos encontrado con esas diferencias.
-La obra literaria de quienes optaron por esta vía para terminar con su vida, ¿sería una carta de despedida?
-Esa es otra, claro. Nos encontramos con que muchos de los excluidos sociales han sido artistas, músicos, personas enfermas que han decidido ponerle fin a ese dolor de una forma socialmente imprevista. Cada autor y cada caso merecen una atención individualizada. Hablábamos hace un momento de Shakespeare; él mismo recurre al suicidio con fines muy diversos en distintas obras. No es algo con lo que podamos generalizar, ni siquiera en las artes y la literatura. Incluso por una cuestión de respeto.
-Si las vidas de los autores fueron individuales, ¿su muerte también debería serlo?
-Claro, piensa por ejemplo en una Alfonsina Stormi, que pone fin a sus días después de haber escrito un poema bellísimo a su niñera, porque se tenía que enfrentar a un cáncer, una enfermedad ante la que ya no tenía fuerzas. Piensa en cualquiera de los autores jóvenes del romanticismo, que no se suicidaron exactamente, pero escogieron una vida cuya única salida era esa; no podían sobrevivir.
-En su caso, contribuyeron a tratar el suicidio de una característica de los personajes a un elemento central de las tramas.
-Incluso en un tema glamouroso en algunos momentos. Piensa en 'Las desventuras del joven Werther,' de Goethe y todo lo que ello conllevó. A veces infravaloramos el papel que tiene, positivo y negativo, el arte en nuestro mundo. Como escritora hablaré de eso y de muchas otras cosas que puedan ser del interés de mi público.
-Si hablamos de Plath, Woolf y Sexton, ¿qué ocurre en esos ejemplos de mujeres que parecen ver eclipsada su obra por su final?
-Conozco menos el caso de Anne Sexton, pero en el caso de Virginia Woolf y Silvia Plath, lo que tenemos ahí es una enfermedad mental, que llegado el momento, había hecho insoportable el que continuaran viviendo. Por tanto, ¿quiénes somos nosotros para juzgar, para darle un giro embellecedor a ese mismo acto? Romantizamos el suicidio, particularmente cuando es gente joven, guapa y famosa. Las actividades artísticas parecen tener cierta disculpa, tanto en las enfermedades mentales como en el final de sus vidas, funcionan aparte del resto de profesiones. Se nos pide más, pero también se nos disculpa más.
-Decía en un reportaje en 2010. «He hecho lo que tenía que hacer, a veces de una forma un poco suicida, y no me ha ido del todo mal». ¿Qué implica esa manera de hacer las cosas?
-(Ríe) El oponerse a todo y a todos. El hecho de que el resto de la gente me desaconsejara o directamente ridiculizara o despreciara mis intentos o mis ideas. Obviamente utilizada la idea suicida en un plano simbólico o un tanto banalizado. Como empleamos la palabra locura. Es posible que ahora fuera mucho más cuidadosa con algunos de los términos.
-Pero, en cualquier caso, no le ha ido mal.
-No, no hay queja. Sobre todo teniendo en cuenta que durante toda mi carrera literaria, profesional, he hecho lo que he querido y siempre he tenido quien me leyera, quien me escuchara y quien me entendiera.
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