«El arte lo tiene que impulsar la gente con su demanda e interés, no las instituciones»
El creador cántabro acaba de clausurar en Berlín 'Apnea', su mayor exposición individual. Reacio a las entrevistas, cree que su trabajo debe hablar por él
Su cara no aparece nunca en las fotos, en las que se prodiga poco, y no siente especial predilección por las entrevistas. Lejos de ser ... una cuestión de ego, el artista cántabro Pejac (Santander, 1977) tiene muy claro que prefiere hablar con su trabajo que de él. Con un estilo tan propio como singular, marcado por el eclecticismo y la poética visual, por la crítica social, las metáforas y la búsqueda de un discurso universal capaz de conectar con cualquier persona, el planteamiento de este creador cobra todo el sentido: su trabajo hablo alto y claro sobre sus principios personales, sus ambiciones creativas y su versatilidad artística. Buen ejemplo de ello son tanto la exposición 'Apnea', la muestra individual más ambiciosa de cuantas ha protagonizado hasta la fecha y que clausuró a principios de noviembre en Berlín, y la intervención 'LandlessStranded', en la que ha situado una de sus esculturas en lo alto de la cúpula de una de las iglesias de la capital alemana. Tildado por muchos como el 'Bansky español', autor de piezas icónicas como las que realizó durante la pandemia en Valdecilla, impulsor de iniciativas como 'Stay Art Home' durante el confinamiento, el artista cántabro afincado en Madrid, que ha expuesto en ciudades como Londres, Nueva York, París o Venecia, atraviesa uno de sus mejores momentos profesionales.
–El arte refleja una forma curiosa, ambiciosa, humilde y arrogante a la vez, de mirar al mundo. ¿Qué es lo realmente importante, el arte como expresión o la mirada como génesis de ésta?
–Vivo el arte de una forma muy personal, en cierto sentido muy natural, y en realidad no reflexiono demasiado sobre el papel que juega el arte en la sociedad. Desde esa naturalidad, vendría a ser algo como la importancia de respirar, de comer o de beber agua. Me siento más cómo hablando con mi trabajo que de él. No es que tenga un carácter huraño u opaco. Pero a veces también es bueno romper esa barrera y hablar directamente de mi trabajo.
–Quienes miran al cielo de Berlín estos días se encuentran con su obra 'Landless stranded'. ¿Cómo surgió este proyecto?
–Berlín me ha enriquecido mucho tanto en lo personal como en lo cultural. Cuando se genera una conexión así siento la necesidad de ofrecer algo a cambio. En mi caso tengo la herramienta del arte urbano para dar a la ciudad lo mejor de mí. En este caso primero tuvimos que hacer un acercamiento a la iglesia. Es una iglesia protestante y como tal tiene una deriva bastante social y un gran compromiso con los migrantes.
–¿Qué retos ha implicado?
–El arte urbano tiene diferentes escenarios. Cuando lo haces sin permiso, como he hecho y sigo haciendo yo, es algo complejo y arriesgado pero también muy rápido. Cuando encaras proyectos consensuados como éste, en los que los planteas y pides permiso antes de actuar, pactando unas condiciones, el proceso es más largo y complejo. Al ver que su respuesta era tan receptiva y entusiasta quisimos ir un paso más allá y se me ocurrió la idea de plantear la posibilidad de subir una escultura de un niño sosteniendo una antorcha humeante e iluminada.
–Parece que ha gustado, porque le han pedido que la prorrogue...
–La verdad es que la respuesta ha sido buenísima, tanto por parte de la iglesia, que nos ha pedido prolongar la instalación por lo menos hasta Navidad cuando tenía que haber finalizado a principios de este mes, como de la gente.
–¿En qué medida refleja su forma de ser y de trabajar?
–En mi trabajo parto muchas veces de algo muy concreto, como sería el símbolo de un niño migrante, para llevarlo después a un enfoque más amplio con el objetivo de hablar no solo de la migración, que es un grupo desgraciadamente muy amplio, sino de esa parte de la sociedad que son los marginados. La obra habla de toda aquellas personas que, aun en tierra, se sienten a la deriva. La realidad es compleja y creo que si aspiras a retratarla los planteamientos también tienen que serlo.
–Interpretar y plasmar el dolor desde el arte debe ser complejo.
–En el caso de los migrantes, creo que se trata de una circunstancia en si misma, porque a veces se puede llegar a sentir desarraigo no solo durante el viaje que realizan desde sus lugares de origen, de los que se ven obligados a salir, sino también incluso cuando creen que han llegado a su meta, como es el caso de Alemania. Ahí es cuando se dan cuenta de que realmente muchos de ellos se sienten desamparados. De hecho ese desamparo es algo que puede llegar a sentir gente del propio país por circunstancias difíciles. En realidad aspiro a hablar de todos los marginados, ya sean inmigrantes o residentes.
–Ha vivido (y propiciado) la enorme evolución que ha experimentado el arte urbano en las últimas décadas. ¿Cómo es ese cambio?
–En general, el arte urbano ha vivido una evolución frenética en los últimos años. La gran cualidad que para mí tiene esta disciplina es que me sigue sorprendiendo gracias a su propia naturaleza, ligada a la calle y a la gente. A pesar de que la gente se ha habituado mucho desde hace unos años a lo que es el arte urbano, a que está mucho mejor valorado y ya no se considera vandalismo a las primeras de cambio, para mí que lo practico sigue teniendo un encanto y un atractivo únicos.
–Parece que siempre consigue emocionar al público con sus obras, como en el caso de la de Valdecilla.
–Esa pieza fue, por muchos motivos distintos, algo especial. La realicé en un momento muy concreto y muy duro de la pandemia, para la gente que había perdido a seres queridos los primeros y después para los sanitarios que han estado en primera línea arrimando el hombro para sacar a gente adelante y salvar vidas poniendo la suya en riesgo. Fue una pieza que hice con todas las ganas para dejarla en Valdecilla.
–Gustó y gusta mucho, quizás porque nos retrata a todos.
–La respuesta que ha habido por parte ya no solo de los propios sanitarios y de la sociedad santanderina, sino también por la manera en que se ha entendido y viralizado (aunque no sea una palabra que me guste demasiado) ha sido genial. Me gusta hacer un tipo de trabajo como éste, que, más allá de la cultura o del nivel social u otros factores, todo el mundo ha entendido como propia incluso más allá de nuestras fronteras.
–Metáforas, simbología, juegos de significados... Sus obras trascienden lo obvio para apuntar a otras dimensiones de la conciencia. ¿Como ha desarrollado esa forma de crear?
–Para llegar a un lenguaje personal y poético me muevo siempre a base de conceptos, de ideas. Una vez que tengo una idea que creo que puede tener potencial, busco el mejor formato para expresarla. A nivel artístico siempre intento ser consecuente, aunque a veces eso implique ser consecuente con mis propias contradicciones. Tal vez es en ese ser consecuente con mis contradicciones es donde encuentro un terreno en el que hacer cosas que conecten la gente, porque vivimos también en un mundo muy contradictorio. Tanto en la producción de estudio como en el trabajo de calle el nexo de unión siempre es el mismo: expresar ideas y llevarlas a cabo con la poética más universal y atemporal posible. Trato temas de actualidad pero no hablando de ellas de un modo muy concreto porque al final, cuando pasen esos problemas, pierde esa vigencia intemporal que me interesa que haya en mi obra.
–Arte y crítica parecen ser consustanciales en su obra. Cambio climático, migraciones, educación... ¿Qué vínculo hay entre su trabajo y estas realidades?
–Cuando me preguntan, e incluso cuando me pregunto yo mismo cuáles son los temas que trato, al final concluyo que me interesa todo lo que me rodea, pero también todo lo que no me rodea, lo que queda muy lejos, porque al final de un modo u otro nos vemos afectados y afectamos a todo. Estamos en un mundo muy globalizado en el que parto muchas veces de pequeñas cosas para hablar de los grandes temas. No voy a lo general y planteo un discurso artístico, sino que me gusta, o mejor dicho, muchas veces no puedo evitar poner el foco en las cosas aparentemente pequeñas para hablar de los grandes fenómenos. Es en ese territorio en el que me muevo artísticamente.
–En noviembre clausuró en Berlín 'Apnea', su mayor muestra individual hasta el momento. ¿Cómo ha sido este proyecto
–Ha sido complejo, así que la alegría va llegando poco a poco porque todavía seguimos gestionándolo. Ha sido una exposición bastante grande tanto por la energía que hemos depositado en ella como por la colección en sí, con más de 50 obras de formatos muy diferentes. Las exposiciones que vengo haciendo desde 2016 en Londres, Venecia o París son autoproducidas. Es algo que se extiende durante muchos meses de producción, así que cuando sale todo bien y la gente responde, cuando vienen muchos visitantes de Berlín, cuando ves que decenas de coleccionistas han volado específicamente para visitar la exposición... es algo muy bonito.
–Y todo con una pandemia de por medio. ¿Cómo ha vivido esta situación y cómo le ha afectado?
–Por desgracia esta maldita pandemia no solo ha golpeado a la cultura y al arte, sino que la mayoría de los sectores están afectados. En mi caso ha habido dificultades varias, pero todas llevaderas. El dolor de ver que gente que realmente me importa ha perdido a seres queridos me ha hecho ver que ellos son los más golpeados por la pandemia. Nosotros, por suerte, vivimos en una sociedad que siempre sale adelante y que, a pesar de los estragos que ha dejado la crisis sanitaria creo que en esta ocasión no va a ser diferente y vamos a salir adelante.
–¿Es más difícil desarrollar una carrera artística enEspaña que en otros países?
–España es uno de los países en los que el arte sigue siendo entendido como algo relacionado con el ocio, algo que debe estar impulsado y alojado en las instituciones, en los museos y las galerías... Por eso no está suficientemente integrado en el día a día de la gente, que es la que realmente debería demandarlo e impulsarlo. En otros países entienden que el arte forma parte de sus vidas. El día que esto cambie todo cambiará mucho. En España hay artistas, que no tienen nada que envidiar a los de otros países. En España hay un talento inmenso, pero para ver todo ese potencial es necesario que la percepción del arte cambie.
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