Elisa Matilla
La intérprete se sube mañana al escenario del Casyc, como parte del elenco de la obra 'Inmaduros', nueva cita del ciclo Talía
Con más de tres décadas de oficio, Elisa Matilla (Madrid, 1966) no se cansa de subir al escenario y «jugar» con el público. Mañana domingo ... lo hará en el Teatro Casyc, con las dos funciones (19.00 y 21.30 horas) programadas por el ciclo Talía. Una obra en la que, según señala la actriz muchos de los espectadores acabarán riéndose de sí mismos. Con Carlos Sobera, Ángel Pardo, Lara Dibildos, Silvia Vacas y Arianna Aragón como compañeros, promete hora y media de risa.
– Podríamos decir que hay distintos tipos de inmadurez: la tierna, la más divertida, la incómoda... ¿Cuál es la que se retrata en la obra que le trae a Santander?
–La inmadurez de dos hombres que no se han adaptado a bregar con los problemas de evolución que tiene la vida.
–¿Qué fue lo que le atrajo de esta obra: el texto, el humor, los compañeros?
–El personaje de Valeria es un bombón. Se trata de una mujer que está de vuelta de todo y tiene muy claro lo que quiere y lo que no. Eso fue lo primero que me atrajo: el personaje que además es muy divertido y luego, claro, reencontrarme con algunos de mis compañeros. Llevo tres obras con Carlos Sobera y siete con Ángel Pardo. Al final son mi familia porque en el teatro, y a mí esto me parece lo más bonito, se acaba creando una familia.
–La obra habla de crisis vitales, de deseos no cumplidos... ¿El público se ríe más porque se ve reflejado en lo que pasa en el escenario?
– Yo creo que sí. La función consta de tres actos. En el primero te parece que te ríes de lo que hacen otros con los que no tienes nada que ver, esto es algo muy español además, pero conforme va evolucionando, te das cuenta de que te estás riendo de ti mismo. Y eso me parece muy tierno.
– ¿Cuál es el secreto para que 'Inmaduros' guste a espectadores de distintas edades?
–El secreto se llama Carlos Sobera que es alguien muy querido y que con tantas horas en televisión está muy metido en nuestras casas. Al margen de eso 'Inmaduros' es una gran comedia, lo que te garantiza que te vas a reír. Una buena comedia no tiene por qué ir siempre cargada de moralina, simplemente tiene que garantizarte que vas a estar hora y media riéndote y eso tira. Si además si le sumas unos actores que si has ido al teatro con asiduidad, ya conoces y ver a Carlos Sobera que está muy gracioso... tienes el cóctel perfecto.
–Y hablando de inmadurez. ¿Usted la tiene superada?
–No sé muy bien que decirte. Lo que tengo claro es que sigo siendo una niña, pero a lo mejor se puede ser una niña y ser madura al mismo tiempo. ¡Voy a hacer 60 años y he llegado viva! (Ríe) y en eso puede que sea madura. Pero sigo siendo una niña a la hora de jugar, de interpretar y de vivir la vida.
–¿Por oficio, los actores y las actrices no están un poco obligados a no madurar del todo?
– Siempre he creído que la visión de los niños para enfrentarse a los personajes es la mejor. Por ejemplo tú les ves jugando con palillos y ellos creen que son soldados y nos parece algo increíble. Pues esta misma visión es la que tenemos que tener los actores. Tenemos que creernos lo que hacemos como si fuera un juego.
–Después de tantos años en los escenarios, ¿qué hace para que mantener viva la llama de la interpretación?
–Tengo mucho oficio y además me apasiona así que disfruto de cada función. A lo mejor es algo que te han dicho más compañeros, pero esa llama la alimenta el público. Después de tantos años te puedo decir que por muchas representaciones que hagas cada público es diferente y eso hace que cada función también lo sea. He trabajado en obras en las que he hecho más de 300 funciones y cada una ha sido nueva para mí.
–En estos tiempos donde todo parece ir tan deprisa, ¿qué ofrece el teatro que no da otra forma de contar historias?
–El directo. Jesús Cimarro repite mucho eso de la mala salud de hierro del teatro porque es verdad que siempre va a estar ahí ya que la gente va a querer seguir viendo cosas en directo. Al teatro nunca nos van a sustituir por Inteligencia Artificial porque contamos con la magia del directo y a quien le gusta, que no tiene por qué gustarle a todo el mundo, no es capaz de renunciar a ella.
– ¿Se siente más cómoda haciendo reír o o emocionando?
–Me siento cómoda haciendo personajes diferentes. Sí que es verdad que la comedia tiene algo muy inmediato, que es la risa y eso es más gratificante, pero de verdad que me gustan todo tipo de personajes.
–¿Puede compartirnos alguna anécdota de que le haya pasado con esta obra que refleje la complicidad con con el público o con sus compañeros?
– Carlos Sobera y yo que llevamos mucho tiempo trabajando juntos jugamos mucho en el escenario así que solemos hacernos alguna broma improvisada durante la función de la que a veces el público no se entera y otras se hace cómplice. Y eso hace que la obra esté viva.
–Si tuviera que definir en una frase por qué merece la pena ir a ver inmaduros, ¿cuál diría?
–Porque merece la pena reírse.
–¿Qué otros proyectos tiene ahora mismo?
–Estreno una Electra en el Festival de Mérida y en 2026 me voy al Teatro Español a hacer 'La escopeta nacional' dirigida por Juan Echanove.
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