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Fantasmas familiares
Crítica 'Presence'

Fantasmas familiares

Recital sublime de Soderbergh al tratar con mimo una historia de terror, exenta de sangre y sustos, que mece al espectador en un hábitat de extrañeza

Guillermo Balbona

Santander

Lunes, 10 de marzo 2025, 10:09

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  • Película Presence

  • Año 2024

  • Duración 85 min

  • País Estados Unidos

  • Dirección Steven Soderbergh

  • Guion

    David Koepp

  • Música

  • Fotografía

  • Zack Ryan Soderbergh

  • Reparto Lucy Liu, Julia Fox, Chris Sullivan, West Mulholland

  • Género Terror

  • Salas Cinesa y Ocine

Elegante, inmersiva, depurada, planificada hasta el límite. Una diáfana historia de fantasmas, despojada de cualquier sombra de estereotipo, que estruja el punto de vista, cuya ... originalidad sin serlo del todo, la lleva hasta el extremo. 'Presence' es eso, presencia, sensación inasible, lo que habita invisible pero no menos corpóreo, cargado de argumentos para jugar con eso que llamamos verdad, certeza, autenticidad. Steven Soderbergh, cineasta de 'Erin Brockovich', prolífico y uno de los creadores con mayor capacidad, profesionalidad y destreza técnica, de la dirección a la fotografía, ha jugado en los últimos tiempos con una posible retirada aunque en realidad no ha dejado de dirigir. Y en 'Presence' tiene toda la pinta de que se lo ha pasado muy bien. Porque este gabinete visual, obra de cámara (por espacio y por movimientos) sostiene una refinada y estilosa coreografía que convierte los interiores de una casa en las entrañas de una familia. Lo cierto es que en 'Presence' todos son de alguna manera fantasmas: el núcleo familiar de cuatro miembros, incapaces de escucharse (el mal del presente), el que mira y sigue todas las situaciones y, con él, cada uno de los espectadores. El resto es un recital sublime de Soderbergh al tratar con mimo una historia de terror (inédita en su filmografía salvo que entendamos por tal otra cosa), exenta de sangre y sustos, que mece al espectador en un hábitat de extrañeza. Una mirada medida, sin escisiones ni excesos, sin artificios ni hipérboles, como una partitura siempre hacia dentro que mastica de forma fría un pequeño universo de presagio, dolor e incomunicación. Es, además, una historia

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