Morder la saga
Cinesa, Ocine y Yelmo ·
Una clase de muertes entre el iPhone, la competencia zombi y la obligación de reinventar el subgénero a través de la sofisticación o la juerga de BoyleEntre zombis e infectados se me antoja una sucesión inimaginable de pliegues apocalípticos. En ese arco («hay muchas clases de muertes», se escucha decir en ... el filme) entre cerrar una trilogía y abrir otra, o jugar con el tiempo que nunca cesa, la saga del 28 es ya una cifra terminal. La cuestión era cómo lograr justificar una continuidad sin caer en el estereotipo y en la repetición. Además, entre la anterior entrega y la recién llegada, el territorio zombi está superpoblado. Hacerse un hueco en el saturado mapa zombi ya tiene su mérito una vez que el rastro interminable de 'The walking dead' y los parientes caníbales de 'The last of us' han ganado tiempo y espacio.

-
Año 2025
-
País Reino Unido
-
Dirección Danny Boyle
-
Guion Boyle, Alex Garland
-
Reparto Alfie Williams, Jodie Comer, Aaron Taylor-Johnson, Ralph Fiennes
-
Género Terror/ciencia ficción
Aunque irregular, hay que elogiar la expresividad, cuando no espectacularidad, de esta '28 años después' y su dirección, la de un Danny Boyle coqueteando con dispositivos tecnológicos. Entre juguetes puede andar la cosa, pero lo cierto es que lo importante es que la historia se sostiene y logra un equilibrio entre la visceralidad y la intimidad, entre lo distópico y lo familiar. Hasta el punto que hay momentos en que parece convertirse en una prótesis de la atmósfera creada por John Hillcoat en 'La carretera', su notable adaptación de la novela de Cormac McCarthy.
Como guiño particular o privado para el cinéfilo, resulta atractivo reencontrarse con Ralph Fiennes, siempre magnífico, en un papel que colisiona con su reciente trabajo en la espléndida incursión vaticana de 'Cónclave'. Boyle, en su tándem con Alex Garland, impone en su filme una pátina de holocausto caníbal y exaltación pagana, muy cercana, muy a flor de piel. Su mezcla en los mejores y más inconscientes instantes, de adrenalina, susto y suciedad garantizan que el cineasta de 'Trainspotting' y '127 horas' campe a sus anchas entre ese enfoque de sofisticación muy suyo, la excentricidad y una redención sentimental con la que cerrar el círculo. La obligada vuelta de tuerca, el entretenimiento, el discurso terminal salpican la trama aunque el escenario de simbolismo político que envuelve el punto de partida, y que no desvelaremos, es tan eficaz como inteligente. A partir de ahí se impone lo iniciático, el cuento de supervivencia y esa sucesión de encuentros, inesperados cada vez menos, con los infectados, filmados con Iphones en busca de una nueva textura de lo salvaje. Lo mejor es esa desconcertante, en ocasiones fascinante, sensación de que el filme y su historia parece deambular mediante latigazos visuales sin reconocer a nadie. Un zombi más y eso es lo más parecido al éxtasis de la saga.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.