Una torrelaveguense que luchó por la promoción de la mujer
Cuando reciclar, proteger el medio ambiente o formar a la mujer para ser algo más que una pieza del hogar, y cuando, sobre todo, defender ... los derechos y los intereses de los consumidores estaba aún en mantillas –cuando sonaba a 'algo raro'–, María Teresa Dapena de la Lastra, en los albores de los años 80 del pasado siglo, recorría los medios de comunicación de Torrelavega pidiendo que le ayudaran a promocionar la Asociación de Amas de Casa y Consumidores Altamira.
Había nacido en Santander en el año 1920, habiendo fallecido 104 años después. Casada con Antonio Arbeiza, el matrimonio se asentó en Torrelavega, en la castiza calle Argumosa, habiendo tenido cuatro hijos: Antonio, María Teresa, Conchita –ya fallecida–, Fernando y Mariasun. Desde muy joven, comenzó a colaborar en iniciativas altruistas, entrando a formar parte de las Damas de Cruz Roja en 1939.
Fue fundadora y presidenta de la Asociación de Amas y Consumidores Altamira, habiendo ocupado siempre cargos de responsabilidad sin pedir nada a cambio. Mujer interesada por todo cuanto acontecía, le encantaba hablar de política, intercambiando ideas sin importarle si su contertulio pensaba de manera distinta. Pero su gran reto fue promocionar el asociacionismo entre las mujeres. Elaboraba las fichas de las asociadas, hacía las circulares, memorias para solicitar subvenciones, visitaba a los consejeros, buscaba conferenciantes, organizaba, además, cursos, talleres, y habitualmente en la sede, llevaba a cabo actividades recreativas y sociales.
Tuvo especial preocupación por conseguir que se construyera el apeadero en el Hospital de Valdecilla y por reflotar el comercio de Torrelavega. Fue una persona adelantada a su tiempo –de las primeras que abordaron el reciclaje como una cuestión social–, muy trabajadora, constante y tenaz, cercana y amiga de sus amigos; llevaba la asociación con interés y dedicación, siempre pensando en qué se podía mejorar. Las conferencias que organizaba eran famosas por su variación y la relevancia de los ponentes, contando siempre con el apoyo del Ayuntamiento y de la Casa de Cultura, donde siempre estaban dispuestos a recibir a María Teresa, y escuchar sus ideas para promocionar a la mujer y la formación de consumidores y de los comerciantes, para lo que contó con la complicidad de los medios de comunicación.
104 años de vida dan para muchas historias pero con una conclusión: a su manera, María Teresa fue también una mujer feminista en el mejor sentido de la palabra.
Descanse en paz.
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