«En nosotros, los escritores, hay un elemento depredador de las historias»
El guipuzcoano Bernardo Atxaga, que este otoño regresa a la novela con 'Enarak', clausuró una nueva edición de los Martes Literarios
Como si se llegara a la palabra 'Fin' en un libro, la UIMP y El Diario Montañés cerraron este martes el capítulo dedicado a los ... Martes Literarios de esta temporada. La vicerrectora de Relaciones Institucionales, Matilde Carlón agradeció la fidelidad de los asistentes «que han ido nutriendo estas ceremonias de la cultura y la felicidad que merece la pena reivindicar».
Un aspecto en el que coincidió Guillermo Balbona, conductor de la sesión junto a Regino Mateo, y quien destacó cómo incluso cambiando de escenario, del Paraninfo al aula Riancho, el espacio se quedó pequeño, en esta ocasión para escuchar a un «maestro de las palabras» como Bernardo Atxaga.
La última novela que ha escrito Atxaga, 'Enarak', que se publica en euskera en las próximas semanas, es según sus palabras «muy libre». Recordó a Lord Byron, quien confesaba que cada vez que iba al funeral de un amigo se llevaba la mano al corazón para saber si la pluma estilográfica seguía ahí. «En nosotros los escritores hay un elemento depredador de las historias», dijo al narrar que en la concepción del libro se le aparecieron tres musas. La primera le dio hebras con las que armar un dibujo que sería la novela, pero no estaba convencido. Apareció la segunda, la musa ecónoma, que le dijo «¿Te has fijado cómo están tus cuentas corrientes y que a tu alrededor hay jubilados de oro» y encontró «una buena razón para escribir». La tercera musa le invitó a concentrarse en el mundo de la novela, sin pensar en Gaza o en Ucrania porque «el dolor o la indignación paralizan y no se puede escribir» desde ahí. «Si piensas en eso no hay literatura porque no tienes la fuerza ni el ánimo para construir ese otro mundo», argumentó.
«Muchas veces, cuando atacan a un escritor por sus opiniones, en realidad no han leído la obra de ese autor»
Bernardo AtxagaEscritor
Escritor
«Gracias a los asistentes por nutrir estas ceremonias de la cultura y la felicidad que merece la pena reivindicar»
Matilde Carlón
Vicerrectora de la UIMP
Otra novedad es que se fue a Almería con su mujer. «Teníamos el triple de tiempo que en casa» y avanzó mucho en ese libro que saldrá en marzo traducido al español. El título, 'Golondrinas', tiene que ver con un nido de las aves que anidan en su casa, cerca de Vitoria, desde hace quince años. «Las observo porque todos los días pasa algo y he ido tomando apuntes que van a parar a la novela». Comparó su vuelo con un arabesco, lleno de quiebros en el aire. A Atxaga le dicen que utiliza mucho a los animales en sus relatos; burros, vacas, jabalíes... y él cree que tienen una gran ventaja: «Es una imagen asegurada en nuestra memoria».
Entre bromas y chascarrillos, quitándose importancia, el autor distingue entre el escritor de género, que no toma riesgos y el que va por libre, cuya experiencia supone que «llega un momento en el que el mismo rodar de las palabras le lleva a zonas que no había calculado». Todo ello, en cualquier caso, partiendo de «la voluntad para acercarse a la escritura».
«Las palabras no salvan el abismo», afirmó. La novela política, que también ha practicado, cambia según el momento en que se escriba, y no es fracaso si incluye elementos biográficos. «Lo fundamental cuando se leen estos libros es tener la sensación de que tocas la verdad». Definido a sí mismo como aislado políticamente, Atxaga considera que «muchas veces cuando atacan a un escritor por sus opiniones, en realidad no las han leído».
«Las canciones son muy importantes, una forma nemotécnica tremenda», señaló, adentrándose en otro campo creativo, el que fuera miembro de Itoiz. Y la poesía para él ha sido siempre interesante «porque quizá sea el género que más carga biográfica tiene».
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Especie rara en el mundo literario, a quien todas las cosas buenas le han pasado «cerca de Eibar», dijo despertando risas, de nuevo, entre los asistentes, como escritor que escribe en dos lenguas, Atxaga afirmó «creer en una idea primera; puedes cambiar, pero el último movimiento debe recordar al primero». Y este martes la Magdalena volvió al inicio del verano y los ecos de las voces que la literatura ha ido instalando en la Península semana tras semana.
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