«Una gran parte de la producción artística contemporánea se realiza en clave gráfica»
En su sexta muestra individual en Siboney, el santanderino Juan Moro ratifica su querencia por combinar investigación y reflexión
Juan M. Moro (Santander, 1960) expone estos días su nueva serie de creaciones sutiles y potentes agrupadas bajo el sugerente epígrafe de 'La ... mirada de Polifemo'. Una muestra en Siboney enmarcada en el programa paralelo a la celebración de la Conferencia Internacional Multidisciplinaria de Grabado, que se celebra en Santander, por primera vez en España, con el nombre de Impact 10/ 2018. Moro, que en su anterior exposición ya utilizaba la iridiscencia como un elemento clave en su trabajo, acentúa este elemento y lo conjuga con el empleo de la pintura y el color.
–'La Mirada de Polifemo' habla de distorsión ¿En el presente se ha acentuado el distanciamiento y la incomunicación entre artista y sociedad?
– 'La mirada de Polifemo' alude a la existencia de otras maneras de la mirada con un componente, por así decirlo, heterodoxo o incluso patógeno, que deben ser contempladas dentro de la fenomenología de lo humano, frente a cualquier enfoque exclusivista y normalizado. De hecho, la búsqueda y reconocimiento de formas alternativas de mirar es, sin duda, uno de los grandes temas en la historia del arte moderno. Por tanto, el arte sobre todo ofrece a la sociedad una ampliación del espectro tanto de la mirada como, consecuentemente, de la consciencia. Otra cosa es que la sociedad esté dispuesta a asumirla o no.
–¿Se reconoce generacionalmente en un tipo de tendencia o de señas de identidad artística actual?
–Me reconozco hijo de un modelo educativo humanista, cuyas principales señas de identidad, a mi entender, son la dialéctica (expresada tanto en términos de concepto como también visuales y plásticos), la razón crítica, la ineludible complejidad de los fenómenos y, sobre todo, un profundo respeto por el pasado, por lo que la historia enseña.
–Con respecto a anteriores comparecencias, ¿qué factores se diferencian en esta nueva muestra?
–Se trata de un avance sobre la exposición 'El Ser y la Iridiscencia' de 2015. En este caso las obras se desestructuran en una confusión caótica visual que he imaginado para el personaje de Polifemo. En términos de factura plástica, con la madurez he tendido hacia composiciones con un elevado componente caótico y de geometría compleja, con lo me identifico cada vez más. Considero que esta tendencia que busca aceptación y sentido en el desorden entrópico es producto de mi experiencia vital.
–¿Cómo es su proceso de trabajo?
–Lo más importante es perseverar en un estado de activación constante en términos de experimentación y pensamiento, lo cual, por otra parte, es normal en cualquier ejercicio de investigación. La esencia de mi proceso de trabajo consiste en mantener en todo momento la mayor atención y receptividad posible, desde una óptica polivalente, a todo lo que puede tener que ver con el tema en el que estoy trabajando. El arte me permite estar inscrito en una inercia vital que, por su propia naturaleza no convencional, indeterminada, aleatoria.
–Como con el cuento en literatura ¿existe un cierto desprecio, complejo de inferioridad e infravaloración del grabado y la gráfica en general?
–Esa idea corresponde a valoraciones de tipo especulativo, interesadas y obsesionadas en definir jerarquías para las distintas disciplinas artísticas. En España lamentablemente domina en algunos ámbitos este prejuicio papanatas, lo que no ocurre en otros contextos culturales. Para estos últimos, que son los que personalmente atiendo, la obra adquiere un valor irrevocable en base a su peso histórico o estético y no en función del medio en el que está ejecutada. Por ejemplo, la serie de grabados 'Carceri d´invenzione' de Piranesi es esencial para entender el imaginario romántico y, por tanto, también el devenir de la modernidad. No obstante y graciosamente, hoy en día una gran parte de la producción artística contemporánea está siendo realizada en clave gráfica.
–¿Qué ha perdido y ganado en oficio y reflexión Juan Moro desde el Premio Nacional hasta hoy?
–He perdido el oficio de grabador en sentido estricto, de lo cual me alegro, pues se trata de un trabajo bastante duro que con los años había que ir abandonando. A día de hoy solo realizo grabados por encargo. Con los nuevos medios de reproducción de la imagen y las variantes personales que he ido introduciendo, he ganado en una concepción mucho más abierta y versátil de lo que es la creación gráfica.
–Se celebra en estos días 'Impact 10', ¿qué puede suponer esta convocatoria para Santander?
–Dado el volumen y la amplia respuesta internacional de participantes, y las actividades a desarrollar, no creo equivocarme si afirmo que se trata del mayor evento artístico dedicado al arte actual que haya ocurrido jamás en Cantabria. Lo que me complace de manera especial es que a él se han sumado alegre, colaborativamente y sin complejos la práctica totalidad de las entidades públicas y privadas que se dedican de un modo u otro al arte contemporáneo. Y aún más me complace que este hecho inédito haya sido en torno al ámbito de la gráfica, al que yo mismo he definido en más de una ocasión como un lugar común para todas disciplinas artísticas.
–¿Está elaborando, o tiene en cartera algún ensayo?
–Este mismo mes de septiembre saldrá mi último libro con el título 'Dionisos, Picasso y los niños. Breviario para docentes inconformistas'. En él analizo la confusa situación actual cuando se habla de arte y creatividad en el marco de la acción docente. Confusión que no sólo atañe a ámbitos legos a la profesión, sino que lamentablemente afecta también a instituciones, pedagogos, artistas, profesores y alumnos universitarios. Entre otros indicios está la identificación de no pocas carencias de conocimiento real sobre el arte moderno y contemporáneo y su diversa casuística; la utilización instrumental de las obras de arte, lo que parcializa y pervierte el sentido original de las obras; o la falaz, embaucadora e innecesaria promesa, a título genérico, de alcanzar la felicidad a través del arte.
«El proyecto del Reina Sofía será beneficioso para la ciudad»
¿Cómo valora el presente cultural en Santander?
–En nuestra región y, más en concreto, en nuestra ciudad, llevamos conviviendo con noticias, desmentidos y frustraciones en relación a proyectos culturales demasiado tiempo. Sinceramente estoy muy cansado de esta situación, por lo que llevo tiempo atendiendo no a los proyectos, sino solo a las realidades consumadas, que no dan grandes titulares pero que son las que verdaderamente hacen el trabajo de fondo que es el que llega al ciudadano. Ese es el auténtico presente. No obstante, dentro de lo que se anuncia, me interesa a título individual el proyecto Reina Sofía-Archivo Lafuente, en la medida en que me coloca a la puerta de casa un importante centro de investigación y documentación de un periodo esencial para la historia del arte moderno. Asimismo considero que para la imagen de la ciudad es beneficioso quedar asociada a lo que será con una alta probabilidad un centro de referencia internacional.
–¿La gran asignatura pendiente sigue siendo el MAS?
–Tal y como advertí en estas mismas páginas en 2011 en el artículo titulado 'Cuando MAS es menos', el antiguo Museo de Bellas Artes se había convertido en un barco a la deriva que pretendía ocupar un lugar que no le correspondía. Siguiendo con el símil marino, hoy el barco, a consecuencia de una infausta explosión en una de sus bodegas, permanece hundido. Obviamente habrá que reflotarlo, para lo que hará falta decisión y valentía en la toma de decisiones. Lo que me temo es que, si no cambia nada en su estructura, supongo que existe una alta probabilidad de volver a perder el rumbo, o de que ocurra cualquier otro tipo de incidente (metafóricamente hablando, por supuesto), a consecuencia de un exceso de lastre defectuoso o de una mala estiba.
–¿Qué le inquieta más de una sociedad en la que existe una falta de respeto por la cultura y ha sido la gran vapuleada durante la crisis?
–Considero que nuestro país debería ser objeto de investigación en relación a la singular situación que adoptan tanto las entidades públicas como las privadas en materia de cultura, independientemente de su sesgo ideológico. Determinados hechos son un permanente atentado contra la más elemental defensa de la cultura, como el papel contra-educativo de la televisión, el desdén con el que se trata el patrimonio público, las miserias administrativas y la falta de fluidez entre las distintas regiones, la desafección en torno a cuál es papel social del artista, etc. Sorprende ver cómo no hace mucho se produjo el masivo entierro del músico francés Johnny Hallyday, ¡al que asistieron tres presidentes de la República!
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