Mariscal se encuentra con sus orígenes
El diseñador visita el Archivo Lafuente que conserva entre sus fondos alguno de sus primeros dibujos
Javier Mariscal (Valencia, 1950) repite con bastante frecuencia que está mayor, que es disléxico y que «no me moriré hasta que no logré hacer algo que merezca la pena». Estos días está en Santander como uno de los invitados del certamen de diseño gráfico 'Tipos' y hoy participará en el Centro Botín en una jornada de conferencias con otros destacados diseñadores del país. Pero ayer quiso darse un capricho: el de visitar el Archivo Lafuente, ver que han hecho con las obras que le vendió recientemente a su propietario y de paso disfrutar del resto de fondos que conserva este coleccionista cántabro.
Fue una visita distendida, emocionante y en la que tal y como reconoció durante muchos momentos «no esperaba encontrarme algo así».
Confiesa que le gusta decir tacos y que es muy «bruto» por lo que cuando supo que había un señor interesado en comprar para su colección algunos de sus primeros trabajos -ese señor es José María Lafuente- no se lo podía creer. «Él quería comprar los dibujos que algunos compañeros de mi generación y yo hicimos con veinte años, cuando estábamos todo el día drogados y éramos unos chalados», señala.
«No me creía que alguien que colecciona cosas de Depero se interesara por mis primeros dibujos»
Reconoce que fue su amigo Nazario Luque Vera, Nazario, al que se considera el padre del cómic underground español, el que le acabó de convencer para conocer a Lafuente. «Me animó para que me reuniera con él porque, según me dijo, es un caballero, algo que me parece que ya no existe hoy en día. Así todo me siguieron quedando dudas porque Nazario, además de un gran artista, es muy bromista, pero el día que por fin le conocí me di cuenta de que todo eso que me había contado es verdad».
Insiste en que no podía creerse que alguien que conserva en su colección obras de Fortunato Depero se interesara por los dibujos «de aquellos locos», pero tras aquel primer encuentro y, sobre todo, de conocer el catálogo de obras y artistas que también forman parte del Archivo, finalmente le vendió más de doscientos elementos, 150 de ellos originales, en los que se incluyen obras que se publicaron durante las décadas de los setenta y ochenta, en los fanzines y cómics más representativos de entonces como El Rollo Enmascarado (1973), Pauperrimux Comix (1974), Diploma d'Honor (1974), De Qvommic (1974), Purita (1975), A Valènciaa (1975), Nasti de plasti (1976), El sidecar (1976) y A la calle (1977).
El recorrido
Toda su obra ya está catalogada y guardada, tal y como comprobó ayer Mariscal, que en algunos momentos de la visita parecía no salir de su asombro. «Lo importante hoy no ha sido volver a ver mis dibujos si no conocer, por fin mi Archivo soñado», afirmó al término de la visita.
«Me moría de ganas de conocer mi Archivo soñado, pero nunca esperaba tanto»
La primera de las paradas durante el itinerario por las instalaciones fue para contemplar algunas de las obras del que fue uno de sus grandes amigos, Carlos Sánchez Pérez, Ceesepe. Unas piezas que el pasado mes de junio formaron parte de una exposición en la Casa Encendida de Madrid. «De alguna forma, Lafuente, me recuerda a Ceesepe. Como él es alguien muy educado, muy culto y a los que dan ganas de invitar a un café porque se dan tan poca importancia que parece no tienen un duro. Es increíble como alguien que podría tener una colección de rolls royce a la puerta de su empresa, quiera gastar el dinero en hacerse con toda esta documentación», dijo sobre el coleccionista cántabro.
Acompañado en todo momento por Sonia López Lafuente, coordinadora de las exposiciones del Archivo Lafuente; Ana García Herra, documentalista, y Juan Antonio González Fuentes, coordinador general del Archivo, Mariscal, se reencontró con una serie de dibujos, algunos incluso hechos con bolígrafo, que hizo cuando tenía 25 años. Entre ellos varios apuntes para un catálogo de muebles que le llevaron a compartir otro recuerdo: «En Valencia, cuando yo era pequeño, los coches eran negros y cuadrados y los muebles de las casas barrocos. En estos dibujos se plasma lo que para mí era la modernidad: los fluorescentes, los plásticos, los biquinis, los seiscientos... y las formas redondeadas de los muebles».
Entre otros fondos también manifestó un especial interés por la colección de documentos, fotografías e ilustraciones del movimiento dadaísta, el surrealismo o revistas Bauhaus. «¡Guau!» repetía cada vez que sus anfitriones abrían los diferentes planeros en donde se guardan. Y también quiso contemplar una de las obras del pintor, escritor y escultor uruguayo Joaquín Torres García. «En mi opinión está a la altura de Calder, pero claro, como Torres García es latino...», comentó.
Además de detenerse a contemplar los fondos, el padre de Coby, la mascota de las Olimpiadas de Barcelona 92, también hizo muchas preguntas. Se interesó por el proyecto del Centro Asociado del Museo Reina Sofía y el Archivo; «Que bueno será para la ciudad», dijo.
También preguntó por el personal que trabaja en el Archivo, por los materiales que utilizan para conservar los documentos, hasta por la iluminación y el dispositivo contra incendios. En ese momento se le sugiere, en el mismo tono distendido en el que había transcurrido la visita que no se preocupe, que en caso de incendio sus obras serán las primeras salvadas. Y es entonces, cuando el mal hablado Mariscal, se vuelve a emocionar: «Ni se os ocurra, salvar primero las de Ceesepe».