Ian Yungwook Yoo :«La música explica lo que no se puede decir con palabras»
Hace veinte años que ganó el Concurso Paloma O'Shea y hoy es miembro del jurado. Valora la técnica, pero también a la persona que ama y siente curiosidad por la música
Ian Yungwook Yoo (Seúl, 1977) protagonizó con diez años su primer recital de piano con piezas compuestas por él. Dos años antes había escuchado 'Para ... Elisa', de Beethoven, una música que le cautivó. Su excepcional talento le llevó años después a ganar el Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea en 1998 y hoy, veinte años después, es profesor y forma parte del jurado. Tiene un claro favorito y dos pianistas muy prometedores. ¿Qué valora? La técnica, pero también a la persona que ama y siente curiosidad por la música.
-¿Cómo llegó la música a su vida?
-Con cinco años empecé a recibir clases de piano, pero todo era muy difícil. No leía bien las partituras y no tenía mucho interés, así que los dejé y tres años después empecé de nuevo. Cuando llevaba un año recibiendo clases escuché 'Para Elisa', de Beethoven, una pieza que me cautivó. Fue en ese momento cuando se despertó mi interés por las partituras y la composición. Empecé a entender la música y con 10 años ofrecí mi primer recital con piezas compuestas por mí.
-¿Y cuándo supo que iba a ser músico profesional?
-Con diez años todos esperaban grandes cosas de mi. Hubo momentos en los que me arrepentí porque según avanzaban los cursos también me llamaba mucho la atención la ciencia y la historia. Creo que hubiese sido un buen médico porque me gusta cuidar de la gente. Sin embargo, hoy no me arrepiento de nada.
-¿Por qué eligió el piano?
-Fue accidental porque si quería tocar el violín o el chelo me tenían que comprar el instrumento, pero un piano es fácil de encontrar. Estoy contento de haber elegido el piano porque es un instrumento que puede crear solo una sinfonía y te ayuda a entender la música. El piano me permite explorar la música, aunque a veces me pregunto qué hubiera pasado si hubiera elegido otro instrumento. El piano combina muchas notas y genera efectos musicales, es como el director de una película con un ejército de soldados.
«Un buen pianista debe aprender a leer rápido las partituras para no perder seguridad en sí mismo»
-¿Usted ganó el Concurso de Piano en 1998 ¿qué recuerda del concurso? ¿qué aprendió?
-Fue un momento importante e interesante en mi vida. Poco antes del Concurso Paloma O'Shea había participado en un otro más pequeño en Estados Unidos donde acudí con siete amigos. Todos pasaron la primera fase y a mi me eliminaron. En aquel momento me sentí triste pero advertí de que lo importante no es ganar. Yo era muy competitivo y siempre buscaba ser el mejor. A Santander llegué con un sentimiento de paz interior y preparado para no ganar. Me centré en dar lo mejor de mí mismo, no practicaba para ganar, sino para sentirme bien y no avergonzarme de mi mismo. Aprendí también que contentar a todo el mundo es imposible y lo que siento es que enseguida volví a convertirme en esa persona ambiciosa que volvía a querer ganar.
-Como miembro del jurado, ¿qué cualidades valora en los pianistas?
-He aprendido mucho estos años. Primero enseñaba lo que yo creía que era importante y con el paso del tiempo empiezas a separarte de ti mismo. Busco el equilibrio entre la técnica y los pequeños detalles y la persona que ama la música y siente curiosidad.
-Como profesor de música, ¿cuál es la primera lección que enseña?
-Lo primero que tiene que aprender el alumno es a leer música rápido. Si eres un buen lector de música, serás un buen pianista, porque si no aprendes las piezas rápido, pierdes seguridad. Procuro no cambiar al pianista, no impongo criterios ni quiero que pierdan su identidad, sino que el cambio venga de ellos mismos.
-¿Y usted qué ha aprendido de la música?
-Con diez años, la música era una aventura, algo maravilloso que explorar. Con veinte años veía la música como algo que me conduciría hacia el éxito. Me generó estrés, era el trabajo, la ambición, la búsqueda de la fama... y perdí el amor por la música. Con treinta años volví a Corea como profesor y tenía que enseñar a los alumnos a amar la música y, de paso, aprender yo. Tenía mi puesto de trabajo y desapareció el estrés y la ambición por ser famoso. Mi mente se empezó a liberar y cuando daba clase veía alumnos que no eran buenos pero querían aprender. Les preguntaba por qué querían ser pianistas y me contestaban que lo hacían por ellos mismos... amaban más que yo la música. Cuando compites pierdes el mensaje original de la música, es un viaje muy complejo. Yo soy una persona lógica, con una mente científica y ahora veo que lo que transmite la música no se puede explicar con palabras. La música explica lo que no se puede decir con palabras.
«Llegué a Santander con paz interior. Acababa de perder un concurso y pensé que no iba a ganar»
-¿Si tuviera que tocar una pieza ahora, cuál elegiría? ¿qué compositor?
-Es difícil decir una. Pienso en sonatas de Beethoven, Chopin...
-¿Cree que la sociedad valora la música como se merece?
-La música ocupa un lugar importante en la sociedad. Es indispensable para el ser humano. Pero hay diferencia entre la música más moderna, más superficial, que te hace querer ser más guapo o tener más dinero. Sin embargo, la música clásica se centra en la importancia de la cosas, te enseña cuestiones más complicadas.
-¿Qué proyectos tiene entre manos?
-No me gustan demasiado los cambios y me centro en lo que hago y obtener buenos resultados. Me gusta tocar y cuanto más toco mejor pianista soy. Como profesor me gustaría que uno de mis alumnos gane un premio internacional. También me gustaría escribir un libro sobre mi vida, la música...
-¿Tiene ya algún pianista favorito en este concurso?
-Sí, hay uno que me ha gustado mucho en la primera ronda y dos muy prometedores que han llamado mi atención. De todas formas, cada fase del concurso es distinta y estos gustos pueden cambiar a medida que avanza el concurso.
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