«El teatro permite que los estudiantes examinen su propia vida y la ajena»
Juan Mayorga, autor de 'El cartógrafo' y 'Reikiavik', visitó Santander para exponer a profesores y alumnos la forma en que el teatro actual puede cambiar el mundo
Juan Mayorga (Madrid, 1965) regresó el martes a Santander para hablarles a un grupo de profesores del teatro actual como forma de entender el mundo. ... El acto que estaba organizado por la Asociación de Profesores de Español Gerardo Diego se desarrolló en el Ateneo e incluyó también un encuentro con los alumnos del IES Santa Clara, una cita, que según señaló después, le ha dado mucho que pensar. Asegura que el teatro está más vivo que nunca si bien considera que las autoridades académicas deberían proporcionarle un valor más central y menos marginal en las aulas porque está convencido de que tiene enormes valores educativos que permitirán a los estudiantes examinar sus propias vidas y las ajenas.
-¿Cómo se entiende el mundo a través del teatro?
-Creo que el teatro está más vivo que nunca y aquel legado que nos entregaron los atenienses al mismo tiempo que la democracia y la filosofía tiene ahora, en tiempos de incertidumbre, una mayor vigencia que nunca. No hacemos teatro para contar lo que sabemos si no para intentar hacernos cargo de lo que no sabemos. Al fin y al cabo lo que inventaron aquellos grandes atenienses es un arte que permitía examinar durante una reunión distintas posibilidades de la vida humana.
«Los nuevos formatos escénicos han traído una gran diversidad de lenguajes»
-El martes durante la visita a Santander tuvo la posibilidad de charlas con estudiantes en el IES Santa Clara. ¿Les interesa el teatro?
-Salí muy contento de ese encuentro. No sólo habían hecho una lectura muy seria de una de mis obras, 'La paz perpetua', sino que la conversación con ellos fue muy rica. Todas las preguntas que me formularon me resultaron inteligentes y de algún modo me han obligado a pensar. Creo que hay un tipo de discurso que intenta minorizar a los jóvenes y caricaturizarlos como meros consumidores de móvil y eso no se corresponde a la realidad de muchos chavales que tienen muchas ganas de conocer y sienten una responsabilidad para con los demás.
-También ofreció una charla a profesores ¿aprovechó para darles un tirón de orejas y decirles que hay que fomentar más las artes como el teatro en las aulas?
-Los profesores que asistieron a ese encuentro, que además fue voluntario, no eran precisamente los más adecuados para regañar porque son gente voluntariosa y con inquietudes. Por lo demás y a mi juicio el teatro, tanto en lo que se refiere a la lectura de textos como a la puesta en escena, no debe estar a los márgenes de las escuelas, institutos o universidades, si no en su centro mismo. La lectura en general y la del teatro en particular tiene enormes valores educativos porque el teatro permite a los alumnos ponerse en el lugar de otro. Examinar la vida propia y de algún modo la ajena y por eso debería tener un lugar central en las escuelas.
-¿Está ocupando ese lugar que merece?
-Creo que si el teatro tiene un lugar en las escuelas es, precisamente, gracias al tesón y la generosidad de algunos profesores que muchas veces contra la sinergia de la Administración y contra la de los claustros son capaces de levantar proyectos ilusionantes. Y casi siempre a costa de su tiempo y de su bolsillo. Creo que las autoridades educativas deberían encargarse de que el teatro ocupase una posición más digna y menos marginal en las escuelas.
-Lleva muchísimos años de trayectoria como dramaturgo y director. ¿Nunca le ha tentado la interpretación?
-Alguna vez he contado que en una ocasión participé en una puesta en escena no profesional dirigida por mi amigo Guillermo Heras en la que tenía dos papeles. En la primera parte hacía un monólogo en el que representaba a García Lorca y en la segunda representaba a un diputado que gritaba la palabra traidor. Cuando acabó el espectáculo mi familia elogió el grito, así que imagino lo mal que hice el monólogo. No tengo capacidad ni presencia para ser actor aunque confieso que sí que me tienta mucho el mundo de la interpretación lo que ocurre es que no se si esta tentación justifica que los espectadores sean torturados con mi incompetencia.
-¿Qué opina de la gran cantidad de formatos en los que se ofrece el teatro últimamente?
-Pues me parece que hay una conquista del espacio muy interesante que se traduce en una diversidad de lenguajes y de asuntos. Precisamente este fin de semana voy a Málaga en cuyo microteatro se está haciendo, bajo la dirección de José Padilla, una obra mía que se titula '581 mapas'. Estoy deseando verla. Ese tipo de prácticas, en alguna de las cuales he intervenido, como en 'Okupa Madrid' de Jorge Sánchez cuyas escenas se desarrollaban en distintas estancias de un inmueble, me gustan mucho y estoy bien dispuesto a apuntarme a ese tipo de experiencias.
El contador de historias que iba para matemático
El madrileño Juan Mayorga está considerado como un referente en su generación. Licenciado en Filosofía y Matemáticas ha hecho del teatro su forma de vida. Sus obras se pueden ver en casi todo el mundo y su trabajo ha sido reconocido con el Premio Nacional de Teatro, entre otros. Además es director de la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos III de Madrid.
-¿En qué proyectos está trabajando ahora?
-Este año voy a tener la suerte de poner en escena una obra que se llama 'El mago' y que creo se estrenará en otoño. La verdad es que estoy muy ilusionado con ella. Además estoy trabajando sine die con un actor muy querido para mí, César Saracho, en la puesta en escena de un texto que se llama 'Intensamente azules'. Para este proyecto aún no tenemos fecha de estreno más bien estamos trabajando por el puro placer de hacerlo y en un momento dado lo compartiremos con los espectadores. Además estoy escribiendo una obra que también me ilusiona mucho que se llama 'La intérprete'. Por otro lado siguen vivos los montajes de 'El cartógrafo', que está en gira y que vamos a llevar a Bremen (Alemania) y en Madrid se está haciendo una pieza que se llama 'Famélica' que ya va para el cuarto año. En el extranjero también tengo varios montajes, por ejemplo el mes que viene se estrena 'El chico de la última fila' en París.
-Antes de dedicarse a este mundo estudió las carreras de Filosofía y de Matemáticas. ¿Eso de los números es un Plan B por si tiene que cambiar de oficio?
-Que va. Para mí las matemáticas son siempre un plan A. Nunca he dejado de estar muy atento a ellas y te diré que estoy escribiendo una obra que se titula 'Las ministras' cuyo subtítulo es 'Obra de payasos' cuya acción comienza cuando a un grupo de payasos les llega una carta del Ministerio de Educación en la que les informan de que no tienen aprobadas las matemáticas y que en su expediente consta que no se han presentado cosa que les asusta mucho porque creían que tenían matricula de honor. Así que en esa obra de algún modo vuelvo a las matemáticas. Para mí son siempre un lugar de placer y de imaginación y en serio o en broma las estoy tratando constantemente.
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