Cuatro debates para construir el presente
Entre lo urgente y lo imprescindible, la UIMP aborda en sus Cursos de Verano muchos de los desafíos del siglo XXI. Cuatro expertos reflexionaron la pasada semana en sus aulas sobre alimentación, tecnología, diplomacia y transparencia
Natalia Rodríguez Fundadora de Saturno Labs
«Se puede usar tecnología muy puntera de manera ética y aportando valor a la sociedad»
«Si tu empresa no tiene alma será difícil diferenciarte. No es marketing, es creer en lo que haces». Natalia Rodríguez Núñez-Milara lanza pequeñas ... píldoras y reflexiones con la perspectiva y el conocimiento de quien ha hecho cima en el sector tecnológico español. Forbes la ha reconocido como tal, pero esta ingeniera de Telecomunicaciones, especializada en matemáticas e inteligencia artificial (IA) y artífice de Saturno Labs es también Premio Nacional de Innovación y Diseño en 2023. Lo recibió con 33 años. «Fue un revulsivo. Nos pilló en un momento superbueno, con el trabajo hecho [fundó la 'startup' en 2019] y con buenos resultados en Saturno Labs. El empujón nos hizo dar un paso más. En nuestro caso, por ejemplo, nos permitió hacer alianzas a gran escala» y optar a licitaciones públicas con las que llevar sus diseños tecnológicos basados en la IA a hospitales y servicios sociales de toda España, evoca Rodríguez en La Magdalena, donde la pasada semana habló de un asunto que está en el ADN de su empresa y que, valga la muletilla, está de rabiosa actualidad: ética y tecnología.
'Tecnoemprendedores con alma' tituló Rodríguez su intervención dentro del III Encuentro de Liderazgo Cívico que la UIMP organiza junto con la Fundación Tatiana. Los diseños de Saturno Labs y el discurso de su directora ejecutiva parecen prueba suficiente de que esta emprea cree en lo que dice y en lo que hace. «Mi ponencia es el claro ejemplo de que se puede usar tecnología muy puntera –la IA, en este caso– de una manera ética y aportando valor a la sociedad», dice Rodríguez a modo de introducción. ¿Ejemplos? Saturno Labs ha puesto en circulación productos que impactan en la sociedad «de manera positiva»: están las grabaciones inmersivas para pacientes hospitalarios del proyecto Lulú; están las aplicaciones para monitorizar la evolución de los pacientes entre el diagnóstico y las consultas de seguimiento; están las aplicaciones para combatir la soledad no deseada –entre ellos, el conocido 'yayo tinder'–; las colaboraciones con la ONCE...
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«Con la tecnología puedes causar un impacto real en muchas personas». Ese es uno de los mensajes que Rodríguez subrayó en su ponencia, con el foco puesto en los jóvenes. También destacó que «la ola de la IA viene para quedarse», cambiará la manera de relacionarnos y, por tanto, habrá que «estar preparados» y formarse al respecto para ser mejores profesionales e, incluso, mejores personas. A buen seguro, Rodríguez, que de muy niña ya se preguntaba cómo era posible comunicarse telefónicamente a miles de kilómetros de distancia, tendrá un papel en ese futuro tecnológico. Por lo pronto, participa en un selecto programa de líderes transatlánticos que la ha llevado a colaborar con el Departamento de Estado de EE UU. En un momento tan crispado, Rodríguez teje relaciones internacionales... con alma.
Daniel Lozano Científico titular del CSIC
«Buscamos tratamientos de las alergias alimentarias más cortos, eficaces y seguros. Es la meta»
Daniel Lozano Ojalvo pasa su primer verano completo en España después de investigar casi una década en Estados Unidos, donde ha ejercido como 'assistant professor' en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York. Una de las paradas estivales obligatorias para el científico titular del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), al menos desde hace cuatro años, es la UIMP, donde codirige el 'Encuentro de Alergias Alimentarias. Un nuevo reto para el siglo XXI'. El aula Pedro Salinas ha sido la última sede de un curso que funciona como una oportunidad para el CSIC de «visibilizar» la ciencia que hacen sus institutos, entre ellos, el dedicado a las Ciencias de la Alimentación donde brega Lozano, y, sobre todo, de encender el debate y el intercambio de información entre los científicos, las empresas y la sociedad en general.
Este año, el encuentro ha puesto sobre la mesa un debate urgente de interés evidente, toda vez que las alergias alimentarias –no confundir con las intolerancias– siguen expandiéndose entre la población y afectan ya a cerca del 10% de los menores y al 5% de los adultos, calcula Lozano. Al margen de seguir afinando los diagnósticos, es preciso hacer lo propio con los tratamientos, e ir más allá de la inmunoterapia oral.
Por eso, el encuentro de este año ha puesto el foco, entre otras cuestiones, en las alternativas. «Buscamos tratamientos más cortos, más eficaces y más seguros. Esa es la meta, ese es el objetivo», subraya Lozano, cuyo grupo del CSIC es punta de lanza en esta cuestión. ¿Y cómo hacerlo, en qué direcciones busca el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación? El equipo trabaja en vacunas peptídicas usando hidrolizados enzimáticos, que ayudan a cumplir con los tres objetivos fijados anteriormente:«son más seguros», permiten «acortar el tiempo de tratamiento» y son más eficaces gracias a las propiedades inmunomodulantes de las vacunas. «Se trata de un tema que está muy en auge, y cada año hay muchas novedades basadas en la evidencia que es preciso divulgar y transmitir. Porque eso es un dogma en el CSIC: que la ciencia llegue a la sociedad», subraya Lozano.
Lozano ha potenciado sus investigaciones en EE UU, de donde se trae «muchos aprendizajes y técnicas novedosas» –un ejemplo: la citometría de flujo espectral–, así como una visión de las relaciones entre empresa y academia –una relación que ha de ser «estrecha» y en la que ayuda «preguntarle a la sociedad qué necesita»–. Pero el regreso, recuerda el también coordinador del Grupo de Citometría de la Sociedad Española de Inmunología, debe ser pleno. «Retornar no tiene sentido si no puedes desarrollar ese conocimiento que has aprendido». Por eso, mejorar el ecosistema científico español con infraestructuras y financiación es tan «importante».
Safira Cantos Directora General de la Fundación Hay Derecho
«La información pública es de todos y tenemos legitimidad para acceder a ella como ciudadanos»
Si el asunto a debate es 'La transparencia en España', entonces Safira Cantos Salah tiene mucho que decir. La directora general de la Fundación Hay Derecho participó la pasada semana en un encuentro para hacer balance de los diez años de vida de la ley 19/2013, así como de la puesta en marcha del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno. Junto con otros miembros de la sociedad civil, esta abogada participó en una mesa redonda armada con un buen número de análisis, experiencias y ejemplos. Y con un punto de partida claro: «La información pública pertenece a la ciudadanía, no pertenece al ente público que la genera, la procesa y que, por tanto, la emite de forma selectiva. La información pública es de todos, y como ciudadanos tenemos una legitimidad para acceder a ella».
¿Y qué requisitos ha de cumplir una administración transparente? Para empezar, la transparencia es un instrumento que revela, que permite descubrir. «Tiene que ser muy fácil acceder a la información de calidad que tú antes no sabías que existía», precisa Cantos. En segundo lugar, ha de ser clara, inteligible y para nada abrumadora, es decir, «tiene que permitir una comprensión global de los datos». Y, en tercer lugar, esos datos –por ejemplo, la relación de contratos de una empresa pública, la gestión de recursos de los grupos parlamentarios o la ejecución presupuestaria de una administración– «se tienen que poder utilizar» para procurar nuevos análisis, sean o no críticos. Porque la transparencia, dice Cantos, ha de ser un instrumento «para fiscalizar y vigilar» lo público al margen del relato político, y, de paso, para «combatir la desinformación».
En esos fines hizo hincapié la titular de una fundación que se autodefine como defensora del estado de derecho. La transparencia ha de servir para «mejorar» las políticas públicas, para evaluar, por ejemplo, si una ley cumple con las metas para las que fue concebida. «¿Está sirviendo la Ley de Vivienda para que sea más asequible, sí o no?», plantea Cantos. Para eso están los datos, para medir ese impacto «real», y la digitalización de las administraciones, continúa, ha de remar en esa dirección. No siempre ocurre. Por ejemplo, ahora no es posible realizar una «descarga masiva de las sentencias judiciales», que son documentos públicos, para analizar la aplicación de una normativa.
¿Y qué grado de transparencia hay en las administraciones españolas? Las hay que han «hecho los deberes», pero persisten, advierte Campos, los «nudos de opacidad». La ley de 2013 ha mejorado la situación, pero Hay Derecho observa un «estancamiento» de las instituciones en este aspecto. Además, la Administración actúa con unas facultades que le ponen en una «posición de superioridad legal» sobre el ciudadano corriente; pero unas facultades, avisa Cantos, que no pueden usarse para «arrollar» sus derechos.
Hernán Bascuñán Embajador chileno
«Siempre, incluso en los momentos más críticos, hay que buscar la negociación»
En gran medida, la diplomacia va de no tirar la toalla. «Siempre, incluso en los momentos más críticos, hay que buscar la negociación. La negociación es la vía para solucionar los problemas, no la fuerza. La diplomacia está para acercar posiciones, no para alejarlas. Siempre hay que darle una oportunidad a la diplomacia», certifica Hernán Bascuñán en un descanso del encuentro que la Fundación Chile-España y la Asociación Plaza Porticada han organizado este año en la UIMP, precisamente para poner esa labor diplomática en el centro del debate en un momento en el que pintan bastos para esta tarea.
Embajador en destinos como Suecia o la República Checa, Bascuñán habló la pasada semana en La Magdalena de la labor de la Academia Diplomática de Chile que dirige en un momento en el que el mundo se asoma –y todo parece indicar que así será– a un «cambio de ciclo», al «fin» de un ciclo que comenzó tras la II Guerra Mundial. Un diplomático tiene que comprender la «complejidad creciente del mundo actual», subrayó Bascuñán en Santander, por lo que «hay que instalar su formación en el contexto actual». Y ese contexto está atravesado por cuestiones como la «intensificación de las tensiones geopolíticas», la «fragmentación» del sistema internacional, con nuevas incertidumbres para el comercio a gran escala, la crisis climática o las «oportunidades sin precedentes» que traen consigo tecnologías tan disruptivas como la IA, analizó.
Todo esto marca el paso del mundo hoy en día. Y esa complejidad tiene reflejo en los planes de estudio de la Academia Diplomática de Chile, que durante dos cursos completos plantea a sus alumnos una malla curricular muy variada, con materias sobre derecho internacional y multilateralismo, cooperación, idiomas, seguridad y migraciones, igualdad o protocolo, por citar algunos temas. Hay también formación específica en «diplomacia científica»: no en vano Chile dispone de una fabulosa red de observatorios astronómicos. Además, el acceso a esta Academia, subraya el embajador, está basado en el mérito profesional y la «transparencia», e incluye directrices para garantizar la equidad y la representación geográfica de su país. «Eso es muy importante».
Además de una formación rigurosa, Bascuñán entiende que el diplomático del presente ha de ser tan flexible y firme –usa aquí el símil de una rama de sauce–, y tener una «vocación de servicio» muy arraigada. «Es vital –insistió– ser consciente de que representas a tu país en cada momento». Con todo, el embajador observa que las nuevas generaciones de diplomáticos chilenos tienen un «altísimo nivel profesional» y «un gran futuro» por delante, y que la «modernidad» que exhiben está en consonancia con la de la sociedad de su país.
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