«La carrera va a ser una odisea»

Por si fuera poco el horario inexplicable y lo que podrá acarrear, la cántabra no llega ni mucho menos en su mejor momento a la cita mundialista. «Es que en los meses de mayo y junio estoy gafadísima», dice a pesar de todo entre risas. Si el año pasado una fractura por estrés en el hueso sacro la apartó de su debut con España en los Juegos Olímpicos de Río, esta vez ha sido una fascitis plantar en el pie derecho la que ha estado a punto de mandarlo de nuevo todo al traste. «Hace dos semanas era impensable estar en Londres», reconoce. Por ende, los entrenamientos se han resentido y no han sido de la calidad que a la cántabra le hubiesen gustado. «Pero me infiltraron en Madrid de una forma distinta a la usual, y estoy en tratamientos con fisioterapeuta mañana y tarde... Ya estoy mejor que hace dos semanas». Aún así, el estado de forma de la de San Felices no será ni mucho menos «como en Sevilla», su ciudad fetiche en la que ha corrido y ganado las dos únicas maratones de su vida. La última, el pasado mes de febrero con un gran registro de dos horas, 28 minutos y 54 segundos.

Ese estado de forma hace que la fondista cántabra ni se haya planteado una estrategia de carrera de cara al domingo. «Con una preparación con tantos parones, ni sé al ritmo que voy a poder ir». Por delante, 42 kilómetros y 195 metros repartidos en cuatro vueltas a un circuito plano «y un poco enrevesado». La de San Felices tiene claro que una vez en la capital británica -llega este miércoles- «decidirá el ritmo de carrera, pero será uno en el que vaya cómoda».

Pero todo puede saltar por los aires, y no sólo para la atleta cántabra, sino para todas las demás por un factor: el calor. «A mí no me gusta. Me agobia muchísimo». Aunque la capital británica no sea la ciudad más calurosa del planeta, es agosto y verano en el hemisferio norte. «Londres es impredecible en cuanto al tiempo en estas fechas. Ya he estado allí de vacaciones». Lo insólito de la hora también hará variar toda la planificación a la que están habituadas las atletas. «Ya he hablado con mi nutricionista, a ver cómo lo voy a hacer. Sobre las 7.30 u 8.00 horas tomaré algo ligero, para comer pasta a las once de la mañana ¡Nunca lo he hecho!», exclama entre risas la cántabra. «Pero no me queda otra». Por lo que no ha pasado es por entrenar a la hora en la que será el maratón mundialista. «Me he intentado aproximar, empezando los entrenamientos sobre las doce de la mañana. Pero a esa hora de la tarde, no entreno. Yo la siesta no la perdono».

En sus dos maratones en Sevilla, Paula González tenía la estrategia de lo más clara: ir a por la victoria. Siempre acompañada por su inseparable Manuel Heras, en las dos ocasiones lo ha conseguido. Pero el panorama cambiará por completo en Londres. 'Manu' no estará junto a ella en una prueba exclusivamente femenina y en la que Paula competirá junto a las mejores del mundo en esto del maratón. Por eso, la prioridad de Paula González pasa por engancharse a un grupo en el que hacer la carrera de una forma un poco más fácil. «Espero sobre todo no quedarme sola muy pronto. Porque si ocurre, la cabeza empezará a dar vueltas. Y tengo muchas cosas en qué pensar: el pie, que no llego en el mejor estado de forma...».

El calor, aparejado de nuevo a esa maldita hora diseñada por el peor de los enemigos, hará que la maratón femenina sea lo más parecido a jugar a la ruleta en un casino. Condiciones tan brutales que pueden hacer que las sorpresas, en forma de eliminación de favoritas, estén a la orden del día. Puestos a soñar, la cántabra fantasea con que, primero, su pie aguante el envite. Porque en el atletismo español hay una referencia muy cercana. «En el Mundial de 2013 en Moscú, en la maratón femenina también hizo mucho calor. Y las keniatas fueron cayendo. Alessandra Aguilar hizo una carrera de menos a más para terminar quinta. Jamás pensó en conseguir ese puesto en un Mundial». Sería la carambola perfecta para una cántabra que tiene «mucha ilusión por debutar con España, por fin, en maratón». Aunque todo dependerá de su pie y de cómo se adapte a las condiciones climatológicas que a buen seguro habrá en un horario para el que la palabra 'despiadado' se queda muy corta.