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El ciclismo se alzó por encima de las banderas
Las protestas de los manifestantes en apoyo a Palestina y en contra de Israel restaron parte de protagonismo a una etapa por las carreteras de Cantabria en la que de nuevo los amantes del ciclismo dieron una lección de integridad y pasión
Marcos Menocal
Laredo
Jueves, 4 de septiembre 2025
Ojos que miran más de la cuenta. Miradas intrépidas que buscan una respuesta. Los aficionados y vecinos llegaron recelosos a la salida de la duodécima ... etapa de la Vuelta a España en Laredo. El revuelo informativo que se había montado la víspera en Bilbao con la suspensión de los últimos kilómetros por la aparición en escena de un grupo de manifestantes en contra de Israel y en favor de Palestina situaba en el centro de la información a la localidad pejina. «Iros pronto por si acaso hay jaleo», se decían los unos a los otros en una gasolinera de camino. Eran los auxiliares del Movistar y del Arkea que avanzaban con la rutina de los días de una Vuelta por etapas. Las expectativas quedaron en eso, afortunadamente, en una manifestación pacífica en la linea de salida y otra presencia nutrida de manifestantes en La Cavada y una tercera, mas numerosa en el alto de Brenes. Fueron actos pacíficos y supervisados por las fuerzas del orden, pero, al margen de las consignas y del contenido de sus reivindicaciones, de lo que no hay duda es de que se convirtieron en protagonistas y les robaron su cuota obligatoria de importancia a los ciclistas. En el alto de Brenes, precisamente, donde los aficionados iban llegando en bicicleta o a pie, mientras resoplaban para recuperarse de la aventura, se sorprendían de la cantidad de coches de la Guadia Civil y antidisturbios que se agolpaban en las cunetas. Las protestas alteraron el escenario típico de una etapa ciclista.
No obstante, y pese a todo lo dicho, el deporte tiene su fuerza. Y sin dejar de mirar de reojo lo que ocurría, el ciclismo pedía paso en Laredo. La llegada de los autobuses de los equipos ciclistas a la avenida López Seña fue un espectáculo. Niños ojipláticos, padres que no les quitan ojo a las bicicletas y un enjambre de cicloturistas con la 'burra', en la mano y esperando a que asomen los corredores para verlos de cerca. «Mikel, Mikel, Mikel. ¿Una foto?». A falta de cántabros con dorsal, el vitoriano Mikel Landa fue el más solicitado de todos. El carisma del ciclista de Lotto Soudal quedó patente con los aplausos de los aficionados cuando subió a la pasarela del control de firmas. «Da gusto este cariño que me dan. Es un placer«, decía mientras la voz de la Vuelt,a Juan Mari Guajardo, le preguntaba por cómo veía el ambiente y la etapa.
Con los ciclistas rodando por las calles de Laredo, los auxiliare afanándose en que no se olvidase nada y los directores de equipo planeando la táctica de carrera, el bullicio se comía a la intriga y los nervios por saber si al final podía ocurrir algún incidente que lamentar. Afortunadamente, la cordura se hizo dueña de la situación y no hubo nada que lamentar salvo esa situación de desasosiego que da el no tener toda la confianza en las cosas. El baile de coches de al Policía y de la Guadia Civil por las carreteras anexas al recorrido de los ciclistas fue una tónica en las carreteras cántabras.
En Brenes
Pero, sea como fuere la Vuelta a España es la Vuelta. «Aquí estamos desde ayer», decía Juan Echegaray, un amante de las aventuras que sentado en su caravana en el alto de Brenes apuraba un helado de vainilla que se acaba de comprar en heladero móvil de siempre. De fondo se escuchaba el helicóptero de la televisión y pasaban y pasaban coche y motos. A Echegaray no le alteraba el pulso, tiene experiencia, y más después de haberse recorrido toda Francia siguiendo el Tour. «Allí no vi ningún incidente. Todo en orden y tranquilo», recodaba. Ciclistas y más ciclistas de paso. Brenes es el puerto tapado de la vuelta, siete kilómetros con un 8% o un 9% de desnivel medio y rampas del 13%. «Es un ladrillo», replicaba 'Chus', con su mountain bike. La cima fue el epicentro de muchos de los amantes a este bello deporte que disfrutaron más allá de cualquier acontecimiento. A los que les gusta el ciclismo de verdad corrieron sin pausa a disfrutar de cerca.
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En la salida de Laredo volvieron a rencontrarse los de antes, los Alfonso Gutiérrez, Enrique Aja y compañía, que durante muchos años fueron los representantes de Cantabria en este evento tan genuino. El tricampeón del mundo, Óscar Freire, mucho más moderno que los mencionados, seguía siendo el blanco de miradas y acaparando la atención de los aficionados que se acercaban en busca del ya más que rutinario selfi, que le ha robado la cartera al autógrafo de antes. Olor a linimento, ruido de cadenas que engranan en los piñones, al mandil de los mecánicos que ajustan las bicicletas y nervios de última hora de ciclistas que no han firmado que afinan con esmero la indumentaria; que si manguitos, que si chaleco… Habían dado lluvia, pero Laredo despidió a los valientes con un sol de justicia. Eso sí, fue salir y las nubes negras amenazaron todo el día sin descanso. En Brenes cayeron unas gotas ,las justas para dejar el descenso a prueba de infarto. «Cuidado en la bajada», se escuchaba en el alto de la cima, donde las banderas de Palestina ondeadas por los manifestantes anunciaban a los esforzados que la cuesta dejaba de empinar para arriba.
En Los Corrales la expectación era enorme. La pantalla de televisión situada junto a la meta era el reclamo de los presentes, que aprovecharon para presenciar el acercamiento de los ciclistas a sus casas desde la calle. La localidad rezuma ciclismo por los cuatro costados y a más de uno de los corredores les resultaría familiar la llegada, ya que seguramente en la Vuelta al Besaya se sacaron el carné de ciclista cuando apenas acaban de depilarse las piernas por primera vez.
Y al final, victoria de Juan Ayuso, un ciclista a quien le salieron los dientes subiendo y bajando Brenes y que quiso también ser protagonista y se llevó la victoria en una tierra que le vio forjarse como ciclista. Perteneció al Bathco en su época juvenil, el equipo de casa y por eso le corearon al entrar como un vecino más.
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