«A los bolos jugaban tanto los hombres como las mujeres»

«El libro es una monografía bolística y tiene el objetivo de ahondar en el conocimiento antropológico, etnográfico e histórico de las modalidades de bolos que se practican en los Valles Pasiegos, que son el bolo palma y el bolo pasiego», explica Braun, natural de Ontaneda y que es historiador, escritor y ex jugador de bolos y que aclara que bolo pasiego «no está muy bien dicho, lo correcto sería estilo pasiego».

Así el volumen recoge en los primeros compases «la evidencia de los antecedentes del juego para que el lector vea cómo dos formas de jugar a los bolos, debido a su lugar de ubicación, han dado lugar a dos modalidades diferentes y una de ellas se fragua en consonancia con la zona donde se juega».

Un juego, una identidad de los Valles Pasiegos que los habitantes de la zona han sabido mantener hasta nuestros días y que tiene mucho que ver la denominación de las modalidades. «Los de San Pedro del Romeral, la Vega de Pas y el norte de Luena lo que hacen es llamarlo bolo pasiego para diferenciarlo del palma, que ellos lo consideran como bolo montañés».

Tanto el libro como el documental se enmarcan dentro del proyecto denominado Identidad Cultural deportiva en la comarca de los Valles Pasiegos, y es que el deporte y en concreto los bolos han ido siempre paralelos al desarrollo de la vida de los habitantes de la zona. «Para ellos es un vínculo y necesitan, sobre todo cuando surge la España de las autonomías, promocionar una actividad tradicional. La importancia que le otorgan es muy fuerte porque quieren conocer y labrar su propia historia y ven el juego de los bolos un legado cultural y patrimonial que quieren conservar para generaciones futuras».

Históricamente se tienen datos de la práctica de bolos «desde los siglos XIV o XV». Posteriormente y con el paso de los años y de las generaciones el bolo palma se va propagando «por la acción de los taberneros y por la concepción de ocio que va surgiendo en algunas zonas y donde el juego es un momento de recogimiento, donde se habla y se comenta. Por eso las boleras se instalan mucho en aquellos lugares donde hay una acción social».

Una expansión ligada al ocio y a las tabernas en la que Braun destaca un dato curioso. «En esta zona lo practicaban tanto hombres como mujeres y concretamente las mujeres de los taberneros jugaban entre ellas y hacían competiciones. A partir de los años 20 empiezan también a enseñar a las mujeres del entorno y empiezan a hacer concursos». Pioneras que mantuvieron viva una modalidad que hoy se mantiene.