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El Racing del rocanrol ha vuelto, pero en una versión mejorada, con un Villalibre disparado y El Sardinero soñando de nuevo con la Primera
Llenazo hasta la bandera -y parece que será el primero de muchos esta temporada- en los Campos de Sport para un arranque de temporada ... que no podría empezar mejor. O bueno, quizás sí, aunque sería casi imposible. Y tampoco nos olvidemos de que al Racing nunca le ha gustado tomar el camino más fácil.
La noticia es que resultó que el equipo de esta campaña sigue siendo el mismo Racing de la anterior. Para lo bueno y para lo mejor. También para lo malo, aunque por fortuna sería lo mínimo, porque la versión que ha logrado recuperar José Alberto es la del inicio liguero de 2024, pero en cierto modo mejorada. Más trabajada tácticamente, sobre todo en defensa, y más compensada en sus líneas entre talento y brega.
Las nuevas fórmulas de la pizarra en principio sonaban algo exóticas, con una zaga de cuatro centrales, pero pronto se vio que la libreta del míster ha evolucionado siguiendo las leyes de la adaptación natural. En lugar de líneas férreas, se alternaban las defensas de cuatro y de cinco, según la situación de juego y lo que pidiera el momento de partido. Una clara señal de madurez por parte de un entrenador capaz de aprender de la experiencia.
Y eso que la alineación resultó una verdadera sorpresa. Y no solo porque con José Alberto nunca haya manera de acertarlas, sino por la presencia del canterano Salinas, la posición adelantada de Sangalli y el regreso contra todo pronóstico de un Íñigo dispuesto a reivindicarse. El misterio de Marco sería dónde se ubicaría, pero puesto a aprovechar las virtudes de cada uno, qué maravilla tener un trotón así para poder ponerle de carrilero y que ocupe toda la banda derecha; atrás cumple con creces y arriba estuvo a punto de dar más de una sorpresa.
Pero la presencia de estos tres jugadores, junto al debutante Villalibre y al redimido Aldasoro, nos deja también otra lectura: que JAL quiere aportar músculo al equipo, pero sin renunciar a los jugones. Porque lo de Andrés y Vicente sigue siendo espectacular, un lujo para la categoría y la mejor noticia de la pretemporada: que se hayan quedado.
Eso sí, el fichaje del año ya está clarísimo que ha sido Asier Villalibre. Eso de debutar y marcar a los cinco minutos, llegar y besar el santo, es el sueño dorado de cualquier delantero. Aunque este tipo no debe ser de los soñadores, sino de los que tienen los pies bien asentados en la tierra. Sobre todo, para poder llevarse a quien se le ponga por delante. Además, de los que lo da todo, porque después del gol, de fabricarse un penalti, pelearse con su sombra y martirizar a la defensa entera, acabó bajándose las medias porque se había vaciado por completo. Una auténtica fuerza de la naturaleza, que desde ya se va a convertir en el ídolo de la grada, que lo despidió en pie. Por la puerta grande. De momento, le han cantado «Asier, Asier, Asier Villalibre» al ritmo del 'Antón pirulero' pero dénles tiempo a los compositores de la Gradona y seguro que enseguida afilan el ingenio. Desde luego, se merece un cántico propio. Pero vamos, a poco que repita actuaciones como la de ayer, se va a poner tan de moda que acabarán vendiendo barbas postizas en la tienda oficial del club.
Tienda que, por cierto, debe de ser una mina de oro. De los veinte mil hinchas de las gradas, unos quince mil íbamos enfundados en camisetas del club. Muchas oficiales, pero es curioso cómo ha triunfado la versión más 'fashion', las de Pompeii. Solo falta que diseñen versiones para chica, porque cada vez son más.
Lo que sobra, aunque para las arcas del club sea una bendición, es tanta publicidad antes del comienzo de los partidos. Cuando los aficionados comienzan a cantar y animar, la megafonía sobra. Que sí, que será un pastizal, pero no todo es dinero.
En fin, ahora solo hace falta que el Racing repita lo del sábado -aunque si puede ser sin errores defensivos, mucho mejor-; vamos, que haga lo mismo... pero cuarenta y una veces más.
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