«Tengo más claro quién soy como persona gracias al alpinismo»
El italiano mostró en la conferencia que ayer impartió en Reinosa su visión más personal e íntima de la montaña
Hervé Barmasse nació en Aosta, en plenos Alpes italianos, en 1977. Siendo hijo, nieto y bisnieto de una familia de guías de montaña, se crió ... en un lugar cuya historia y tradición es el sostén mismo del alpinismo clásico y no fue hasta la adolescencia cuando, tras un episodio vital, se volcó de lleno en la montaña. Algo que como rememora, le ha hecho vivir una vida de experiencias inabarcables. Barmasse puso, ayer viernes, el broche de oro a esta edición de la Semana Cultural de la Montaña de Reinosa con la que el club Tres Mares-La Milana se consagra en el calendario otoñal como uno de los referentes nacionales por organizar unas jornadas con participantes de tanta calidad.
–¿Qué es la montaña para usted?
–La montaña está cambiando, y mucho. Lejos de los números y los datos, no es una colección de cumbres; es otra cosa. Quizá las emociones que le hacen sentir a cada uno. He ascendido montañas pequeñas en altura, pero grandes en todo lo que significaron para mí. Yo, personalmente, tengo un antes y un después de mi accidente de esquí (truncó su carrera deportiva). Antes esa montaña era un escenario donde yo corría y competía, queriendo ser el mejor del mundo. Después del accidente fue mi padre quien me inició en el alpinismo, y encontré la felicidad que perdí con la convalecencia.
–Proviene de una familia con una larga tradición en el alpinismo ¿Cómo llegó al guiaje?
–Siempre vi a mi padre y a mi abuelo haciendo alpinismo y guiando, y eran como unos héroes para mí. Ver sus expediciones y actividades era mejor que tener televisión para un niño como yo, pero no consideraba que fuera para mí, lo veía arriesgado. Esa primera ascensión al Cervino me despertó muchas cosas, me provocó cambios internos. Doy gracias a mi padre por ello.
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«La montaña está cambiando; más deportiva, menos emocional»
«Gracias a mi padre empecé a escalar y poder compartirlo con él ha sido maravilloso»
–¿Busca respuestas en sus montañas?
–Sí, alguna vez. Me gusta hacer de todo en ella, desde un paseo hasta una difícil escalada en solitario. Pero cuando yo voy a la montaña, más que buscar, encuentro respuestas de la vida a cómo soy como persona. Siempre fue el lugar idóneo para lograrlo. En la apertura en solitario al Pico Muzio, aprendí más sobre mí en tres días que en cinco años de vida normal. También tengo motivaciones por otras cosas: he viajado a África buscando comprender el cambio climático, por ejemplo. Supongo que la suma de muchas de estas experiencias me llevaron a escribir 'La montaña dentro' (Ed. Desnivel). Yo no quería un libro al uso de gestas y alturas. La montaña no es eso para mí, sino, como le he contado, todo lo otro, lo que produce a nivel emocional y personal. El libro se convirtió en un ejercicio de sinceridad.
–El Cervino es una de las grandes cimas del mundo. ¿Cómo es vivir bajo la influencia del gran icono de los Alpes?
–Es una montaña maravillosa y perfecta, para mí es como un hermano, es parte de la familia. Con ella he hablado mucho y aún lo hago. Me ha dado la oportunidad de crecer primero como persona y luego ya como alpinista. Cuando bajo de una escalada así, tengo mucho más claro dónde estoy situado como persona. Mis escaladas en el Cervino con mi padre, sobre todo la última, son importantes por todo lo que aportan a nivel vital: nacer, crecer y cerrar un círculo.
–¿Su actividad como alpinista y como guía qué tienen en común y en qué se diferencian?
–El guiaje me da la posibilidad de compartir la montaña de otra manera. El guía dona toda su capacidad técnica para poner a una persona en la situación de disfrutar de su montaña. Llevar a una persona a la cumbre de cualquier pico y ver sus ojos, su sonrisa y sus lágrimas es verdaderamente el mejor acto posible como alpinista. Nunca es importante el grado, la dificultad. Es la experiencia que se vive y la alegría que puedes transmitir. Creo que el alpinismo debe diferenciarse como deporte del resto de disciplinas como el rocódromo o la escalada deportiva. Yo es lo que quiero ofrecer y es el mensaje con el que me quedo. La pregunta más difícil es: '¿Por qué escalo?'.
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