DESIGUALDAD Y POLARIZACIÓN EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA
Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico. Universidad de Cantabria ·
La crisis económica ha traído otro fenómeno además del enquistamiento de la desigualdad: el aumento de la polarizaciónJosé Villaverde castro
Santander
Domingo, 1 de julio 2018, 09:03
En los últimos tiempos, y a raíz de la tremenda crisis económico-financiera iniciada a finales de la década pasada, el interés por el análisis ... de la desigualdad ha ido ganando enteros. Pues bien, aunque es evidente que todos tenemos alguna idea acerca de qué se entiende por desigualdad, lo cierto es que se trata de un concepto vago y preñado de juicios de valor. Siendo difícil definirlo, también lo es, naturalmente, su medición, razón por la cual son numerosos los indicadores que se emplean al respecto, entre los que, probablemente, los índices de Theil y Gini son los más comunes.
Sea cual sea el indicador utilizado, parece obvio que el concepto de desigualdad se puede aplicar a múltiples facetas de la vida; entre ellas, una de las más habituales es la que se refiere a la distribución de la renta, sea esta personal (entre individuos u hogares), sectorial (entre sectores de actividad), factorial (entre capital y trabajo) o territorial (entre áreas geográficas). La desigualdad a la que hacemos referencia en esta ocasión es la de tipo personal, la cual, como apuntamos en otras ocasiones, aumentó de forma continuada en el último decenio. Esto ha sido así en el caso español, al menos desde el año 2008, pero también en otros países desarrollados; en nuestro país parece, además, que la desigualdad en la distribución personal de la renta se ha enquistado, pues apenas ha variado la misma con la actual fase de recuperación.
Pero, aparte del aumento y enquistamiento de la desigualdad, la crisis económica ha traído consigo otro fenómeno similar pero diferenciado: el aumento de la polarización. Quizás la mejor forma de entender lo que significa el término polarización en este contexto sea suponiendo que inicialmente la distribución personal de la renta era uniforme (supongamos, por ejemplo, una distribución en diez grupos de renta, de menor a mayor, en la que cada uno de ellos representa exactamente el 10% de la población) y que, posteriormente, pasa a estar polarizada (supongamos, por ejemplo, que ahora los niveles de renta más pobre y más rico representan cada uno de ellos el 30% de la población, de forma que los ocho grupos de renta intermedia aglutinan sólo al 40% de la población). Pues bien, este fenómeno se ha producido también como consecuencia de la crisis, y es perfectamente visible en nuestro país, pero también en otros.
En los Estados Unidos, el aumento de la polarización ha sido más que evidente. Con información procedente del FMI, se ha puesto de relieve que, en 1968, los hogares que tenían una renta comprendida entre el 50 y el 150% de la renta media norteamericana suponían el 58%, mientras que en 2016 sólo representaban el 48%. En consecuencia, durante ese periodo se produjo un aumento claro del peso de los hogares con niveles extremos de renta (muy bajos o muy altos), siendo la proporción de los hogares con niveles bajos la que creció en mayor proporción.
¿Cuáles son las causas de que esto sea así? Pues las mismas que las que han generado el aumento de la desigualdad, en especial la destrucción de empleo durante la crisis y, como consecuencia de ello, el desplazamiento en la creación de empleo hacia ocupaciones precarias y peor remuneradas que antes de la crisis. Naturalmente, una parte del aumento de la desigualdad y la polarización puede explicarse por el cambio tecnológico -que hace que muchas ocupaciones se vuelvan redundantes, con los que el empleo en las mismas, cuando se produce, está muy mal retribuido, y otras, por el contrario, sean extremadamente atractivas y, por ende, bien remuneradas- y por la pérdida de peso del sector industrial y el avance continuado de los servicios. El FMI considera que otra de las causas del aumento de la desigualdad y polarización es la globalización (de hecho, le otorga un peso explicativo similar al del progreso técnico), lo cual nos permite entender, al menos parcialmente, el viraje proteccionista que se está produciendo en Estados Unidos y que, como apuntaba en otra ocasión, perjudicará a todos.
¿Es, será, posible revertir esta situación? Aunque es difícil saber si hemos entrado en una era de enquistamiento de la desigualdad y la polarización, creemos que sólo hay dos formas de afrontar el problema: mejorar continuamente la formación y cualificación de la mano de obra (esto es, invertir más y más en educación) y aplicar políticas redistributivas.
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