¿Llegará la jornada laboral de 4 días? Estos son los beneficios y desventajas que traería la reforma del Gobierno
Para la mayoría de los trabajadores la medida plantea una serie de sugerentes ventajas. Al menos, sobre el papel
IRATXE BERNAL
Viernes, 1 de enero 2021, 08:31
Hace cien años, tras una durísima huelga que hasta ocasionó una intervención militar, Esaña se convirtió (al menos, sobre el papel) en el primer país ... europeo en aprobar la jornada laboral de ocho horas. Un hito social que ahora podríamos estar a punto de superar si, como ha asegurado el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, el Gobierno «explora» incorporar la semana laboral de cuatro días. Dejando al margen la conveniencia de lanzar un debate de este calado en plena crisis económica, para la mayoría de los trabajadores la medida plantea una serie de sugerentes ventajas. Al menos sobre el papel.
Ventajas y desventajas
Según los expertos, reducir la semana laboral tiene múltiples beneficios. El más obvio; facilitar la conciliación entre actividad laboral y vida personal. Parece lógico suponer que un fin de semana de tres días nos permitirá dedicar más tiempo a la familia y las aficiones, lo que además redundará en nuestra salud. Se reducirían los problemas de estrés y, con ellos, el gasto asociado a paliar sus consecuencias. Un ahorro al que la sanidad pública podría sumar los derivados de la menor incidencia de la siniestralidad laboral y de dolencias típicamente ligadas al sedentarismo.
Sin embargo, también hay les hay que aseguran que en realidad sería una medida menos efectiva que apoyar a las empresas que ofrezcan, en la medida de sus posibilidades, flexibilidad horaria a los trabajadores. Es decir, evitar del todo esos días en los que es imposible conciliar o desconectar y no reducirlos de cinco a cuatro.
Sector laboral, clave
Por otra parte, no es una opción viable para todos los sectores; la mayor parte de las empresas dedicadas a la producción abren solo entre semana mientras que muchas de las de servicios (como en la hostelería o en el comercio) también lo hacen en fines de semana o parte de éste. Es decir, en el mercado laboral hay diferentes modalidades de trabajo con libranzas que no se rigen por el calendario. Y, es más, un fin de semana de tres días supondrá mayor demanda por parte de los trabajadores que lo disfrutan de los servicios que ofrecen quienes no descansan.
Mejora de la productividad y crecimiento del empleo
Por paradójico que pueda resultar parece que cuando sabemos que tenemos menos tiempo para realizar una tarea somos mucho más eficientes que cuando no existe esa presión. El problema es que esto aún no es algo demostrado ni generalizable a todas las tereas y personas, por no hablar de que la productividad no es siempre cuantificable.
Por otra parte, que los trabajadores descansen no implican que también lo hagan las instalaciones ni siquiera en las empresas en las que fuera posible parar tres días, así que, ¿por qué no aprovechar los días de libranza de la plantilla para que otros trabajadores desempeñen su trabajo e incrementen la productividad de la empresa? Es decir, reducir los días de trabajo de unos servirá para dar empleo a otros.
La pega es que el debate surge en un momento en el que la tecnología está revolucionando la productividad en muchas empresas. Aún estamos muy lejos de la predicción del economista John Maynard Keynes, que en 1930 aseguró la tecnología haría posible que a sus nietos les bastaría con trabajar quince horas a la semana, pero en muy poco tiempo veremos a muchas empresas cambiar radicalmente su manera de funcionar y, con ella, variarán la cantidad y tipo de profesionales que necesite.
¿Qué pasará con el sueldo?
También queda en el aire otra pregunta. ¿Qué pasa con el salario? ¿Menos días de trabajo implica una menor remuneración? ¿O la paga va vinculada a la productividad y, por tanto, si ésta no sufre la nómina tampoco ha de hacerlo? ¿Y cómo afectará a la pensión o las prestaciones por desempleo? ¿Cómo se reformará el cómputo de las cotizaciones?
Lo única propuesta política planteada hasta ahora es la de la enmienda (rechazada) a los Presupuestos Generales de Más País, que planteaba destinar una partida de 50 millones de euros del fondo de Recuperación y Resiliencia para ofrecer incentivos a las empresas que participaran en una prueba piloto para implantar la semana laboral de 32 horas. Así, las empresas cobrarían un complemento que les permitiría mantener intactos los salarios hasta que se consolidara el incremento de producción derivado del mayor rendimiento del empleado.
Más sostenible
También hay quien cree que serviría para combatir el cambio climático: trabajar cuatro días en vez de cinco reduciría el consumo energético en muchas empresas y evitaría numerosos desplazamientos en coche. Claro, que estamos pisando el argumento anterior; es decir, esto sólo vale si no aprovechamos el descanso de los trabajadores par que otros ocupen su puesto.
¿Ha de imponerse por ley?
Por último, también habría que cuestionarse cuánto hay que hacer antes de imponer un cambio así por ley. Además de insistir en señalar la precariedad como uno de los mayores problemas del mercado laboral español y su crecimiento con la 'uberización' de la economía, los sindicatos recuerdan que numerosas empresas aún no han habilitado el registro de jornada y que, por lo tanto, en muchas de ellas se echan horas extra que a veces ni se pagan.
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